Vivo muy preocupado por la salud mental de esta gente que se obliga a estar feliz todo el tiempo, que no admite que la vida se compone de momentos. Que la felicidad no es un estado permanente, sino que, como la tristeza, el aburrimiento, la excitación y otra cantidad de emociones son parte de la vida misma.
Entonces veo presentadoras y presentadores de televisión, cantantes y actores que parecen que en lugar de boca se pusieran una de esas calcomanías que exageran la sonrisa. Como si la tuvieran tatuada, permanente. Son a toda hora una carita feliz. Temo por su salud, porque esa exageración del diseño de sonrisa pueda causar daño irreparable a sus rostros. Esa quijada tiene que terminar doliendo de tanto esforzarse por demostrarnos, enrostrarnos, que mantienen una vida superfeliz.
Como si fuera poco ahora se dictan clases de felicidad, en breve nos la venderán en frasquitos y para pagar en cómodas cuotas mensuales, a bajo interés.
No me malentiendan, no estoy negando que la gente pueda buscar la felicidad y que lo logre, lo que no puedo aceptar es que se crea que esa es la meta, que hay que demostrar una sonrisa de oreja a oreja -claro de buen diseñador dental- para enrostrárselo a todo el mundo.
Creo en la felicidad que se construye de pequeños e intensos momentos de la vida: la primera sonrisa de tu hija cuando te miró a los ojos, el momento en que descubres que esa mujer que te toma de la mano es la indicada, el día que logras un objetivo profesional, el saber que cuentas con el mejor de los amigos, el camino a casa de papá y mamá. En fin, muchos encontraremos esos momentos en las pequeñas cosas.
Por ahí anda mucha gente preocupada por las personas que andan permanentemente tristes, súmenles por favor a las que andan permanentemente felices, vale la pena que las revisen. Y a esos que creen que la felicidad se puede enseñar, es bueno que los mediquen de una buena vez, eso es ya andar desatados.
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El sobrero. Si los que se dicen precandidatos alternativos siguen demostrando su incapacidad para el consenso y para el liderazgo que se demuestra en poner por encima de los intereses personales, los de la ciudad y la región, lo que hacen es sepultar las últimas esperanzas de que se pueden tener políticos decentes. Insisto, ¿qué tal si dejan la pendejada, se unen y sacan una lista bien fuerte para el Concejo o incluso para la Asamblea y empiezan a cambiar las cosas desde el control coadministrador? No, ellos se creen muy importantes y piensan que su bautizo político solo puede ser de alcalde para arriba, como cualquier delfín. Así les irá y así nos seguirá yendo como ciudad.
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