Ni besos ni abrazos
Si algo nos ha mostrado la llegada del coronavirus a los colombianos es que somos un pueblo abrazadorcito y besador. Tanto es así, que a pesar de las recomendaciones de las autoridades de salud, da pena dejar a alguien con la mano estirada cuando nos la extiende para saludarnos o, peor, con el pico como pato, a quien nos ofrece su mejilla.