Empecé a leer En el filo de la navaja en la noche del sábado. 24 horas después ya había llegado al final de sus 317 páginas. Insto a los profesores de periodismo dedicados solo a la teoría a aterrizar en estas páginas y a encontrar las claves de que la ética está ligada a la razón de ser del oficio, a su calidad.
Yolanda Ruiz es un ser humano maravilloso. Lo puedo decir como millones de sus fieles oyentes que la escuchamos guiar con sapiencia, responsabilidad, contexto, respeto por el público, por los entrevistados y por el periodismo en sus emisiones diarias de RCN Radio. Claro, en este país de extremistas, la ponderación no se valora y no aumenta sintonía, pero para quienes creemos que el periodismo debe ser sensato, encontramos en ella una líder de la información sin aspavientos.
Este libro muestra la esencia del oficio, lo hace desde la humildad, la sencillez, el intento por reflexionar y contar su experiencia para que otros, si así lo quieren, encuentren razones para actuar en circunstancias similares.
Es un manual deontológico, pero también una guía de periodismo, porque parte de sus propios errores en muchos casos, para mostrarnos cómo pudo haberlo hecho mejor. La entiendo perfectamente cuando dice cuánto la atormenta que se cometa un error, o cómo teme confrontar en caliente a un periodista ligero, por temor a decir cosas de las que después se puede arrepentir.
Es una lección de humanidad y que nos reconforta con el oficio, que nos muestra que hay figuras del periodismo nacional que no están llenas de soberbia o de intereses. Es de aplaudir su sinceridad para plantear los dilemas éticos a los que se ve enfrentada por dirigir no solo una importante cadena radial, sino porque esta forma parte de un conglomerado de medios y, además, empresarial.
Humana, demasiado humana. Así es esta directora de medios, que nos da pistas de cómo ejercer mejor el oficio. Todo estudiante de periodismo, todo periodista, todo profesor de periodismo debe devorarse este texto como lo que es: la prueba de que vale la pena vivir para este oficio -tomo aquí el título del libro de entrevistas de Juan Cruz-. De que aún hay profesionales que reivindican el oficio con ética, constancia y en busca de respuestas. Lo hace esta maestra que no reconoce serlo, y que precisamente por eso hacen más valiosas sus reflexiones. Gracias, Yolanda Ruiz, por escribirlo.
No puedo pasar por alto que arranca el prólogo diciendo que a los periodistas nos falta autocrítica. Claro que hay periodistas a los que nos falta autocrítica, como sucede en cualquier profesión, pero desde hace rato me da vueltas en la cabeza la idea de que en la nuestra somos mucho más severos con nosotros y con el oficio. Este texto es la prueba de que hay autocrítica, esta le dan el tono y el hilo conductor. Esa reflexión desde adentro es la que nos deja la idea de que podemos hacerlo mejor, un anhelo que nos debe guiar cada día en este oficio de vértigo.
Ojalá En el filo de la navaja lo lean también los dirigidos por Yolanda, porque bien les valdría a algunos de ellos esta autocrítica.
En frases
En una buena historia nada remplaza los ojos, los oídos, los sentidos del reportero.
Mantener nuestra humanidad no solo es muy útil, sino una obligación ética para no perder el norte.
Informar para intentar satisfacer a la galería de redes es sencillamente imposible.
No creo que la agresividad nos haga mejores periodistas ni creo que la decencia nos estorbe.
Si los periodistas atendiéramos cada pedido de una fuente para no publicar serían miles las noticias que se quedarían engavetadas.
Cuando la prensa deja de hacer su tarea con eficiencia la sociedad siempre pierde.
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