¿Por qué crear una metodología para escribir historias de paz? ¿Acaso el periodismo no es uno solo y aplica para cualquier cosa?
La verdad es que sí, pero indudablemente los métodos ayudan a hacer mucho mejor el trabajo. La improvisación está mandada a recoger en nuestro oficio y se hace necesario cada vez dar pasos más certeros para lograr productos de calidad que diferencien el ejercicio del periodista profesional del que hace el ciudadano de cuando en vez, o alguien venido a bloguero, sin pretensiones de reportero.
Por eso fue que esos lazos de confianza que construimos con el programa Cercapaz de la agencia de cooperación alemana GIZ, antes GTZ, y sobre todo con Gregor Barié y Ney Osorio, fueron clave a la hora de emprender este recorrido que se inició hace un año y que hoy da un paso importante con la presentación de "Una propuesta metodológica para construir historias periodísticas de paz", la que resumimos con el sugestivo título de "Periodismo y paz".
Recuerdo que hace unos 14 años, en la época más violenta de la arremetida guerrillera en el país y cuando justamente se hablaba de paz en San Vicente del Caguán, el llamado periodismo de paz se puso de moda. Fue así como a los encargados de cubrir los horrores de la guerra: matanzas, tomas, secuestros, asesinatos fueron denominados con el eufemístico nombre de "unidades de paz", nada más macondiano en nuestro país.
Luego, con el cambio de planes en el Estado y en la opinión pública al pasarse de una mano tendida a una mano combativa, esos feudos de las redacciones recuperaron su casto nombre de judiciales, sucesos o de orden público. De esa manera todo volvió a lo que siempre debió ser.
También en esa época se editaron textos como "El diccionario para desarmar la palabra", de la Fundación Medios para la paz, que no era otra cosa que un buen glosario de términos para entender las palabras y expresiones de la guerra y unas cuantas sobre el Derecho Internacional Humanitario. Este sigue siendo un libro de cabecera para mí cada que necesito hablar de estos temas.
Otro texto de esa misma época es el Manual para cubrir la guerra y la paz, editado por Fescol, la Embajada de Alemania y la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. Otra guía importante para decir con precisión si un batallón era de tal o cual brigada, entre otros aportes que siguen siendo útiles para los noveles periodistas que deben hacer curso rápido sobre el conflicto en Colombia y entender mejor sus excesos.
Poco a poco el periodismo de paz, de alguna manera un periodismo activista, fue dejándose de lado. Por eso, cuando conocimos que un grupo de periodistas alemanes, agrupados en el proyecto Peace Counts, veían con la posibilidad de contar historias de calidad, inclusive vendibles, sobre la paz, nos pareció que era importante meterle diente a esto. Podíamos hacerlo, nos dijimos, y sí que lo intentamos, con terquedad.
De allí surgió la idea de sentarnos a reconstruir historias de procesos, de personajes que hayan contribuido con su quehacer a enfrentar conflictos que hay en Caldas, departamento que de alguna manera ya puede contar que vive una etapa de postconflicto en la mayoría de regiones, con las debilidades propias del abandono del Estado, cuando pierde la importancia estratégica militar.
Hay que advertir que no se trataba solo de encontrar unas historias bonitas y escribir una croniquita. La idea era acercarnos al reportaje, cosa que se logró con mejores o peores resultados en unas historias que en otras, pero, sobre todo, que se viera allí la confrontación de fuentes, las voces de los escépticos; periodismo, simplemente puro y duro.
Este proceso es una historia de confianza, del trabajo en equipo logrado entre integrantes de Cercapaz de GIZ, de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales y de La Patria. A veces frustrante, a veces grata, como este punto final que hoy ponemos con la publicación de esta guía que pretende que otras personas usen esta metodología o la controviertan o la mejoren o la destruyan, pero que intenten, a partir de estos delineamientos, avanzar en el proceso.
Por eso el Manual quedará a disposición de quienes lo quieran leer y descargar en formato PDF. La conclusión más importante es que a pesar de las dificultades cuando se trabaja en equipo se logran resultados exitosos. No es carreta, trabajamos como en una sala de redacción y por eso el resultado es fruto de las conversaciones entre todos, como la tertulia a la que Juan Villoro alude que se perdió en las redacciones. Aquí no. El producto final es de quienes terminaron sus trabajos, pero también de quienes los dejaron empezados, de quienes nunca arrancaron, de quienes controvirtieron hasta rabiar o batallaron sin complejos por defender sus historias. Ese es el principal logro, que un grupo dan disímil en el que había periodistas titulados, empíricos y estudiantes debatieran de tú a tú, sin complejos ni prevenciones, con un único fin: la calidad del producto final. Ahora les corresponde a ustedes juzgar.
Encuentre aquí la Guía completa y coméntela: http://issuu.com/fernalonso/docs/cuadernillo_listo
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