#Periodismos "Periodistas: daño, memoria y reparación" I.
#Periodismos "Periodistas: daño, memoria y reparación" II.
Intervención en el foro Periodistas: daño, memoria y reparación, que convocó la Unidad para la reparación integral de las Vïctimas, el viernes 8 de febrero en Bogotá.
"La justicia vale en la medida en que no permite excepciones. Pero si algunos fiscales y jueces se están poniendo del lado de los poderosos para absolverlos o lo que es peor, buscando el modo de condenar a otros, la justicia será entonces instrumento de oprobio. Ya es suficiente con que tengamos una impunidad alta, para además tener que padecer injusticias premeditadas. Si el poder ejecutivo no satisface; si el legislativo hiede y el judicial se torna proclive, ¿qué instituciones son las que queremos defender entonces?"
Orlando SierraHernández en su punto de encuentro. 2001.
Traigo a colación esta cita, porque después de 11 años y 8 días del asesinato del subdirector de La Patria, mi jefe, mi maestro, hoy a esta misma hora está comenzando el principio del fin del juicio contra los posibles autores intelectuales del crimen en un Juzgado de Pereira.
Pero El optimismo no me nace, como no le nació a Orlando en su última columna del 2001, en la que presagiaba un 2002 para olvidar, como si supiera que era el año escogido por sus enemigos para terminar con su vida.
De ser condenados los autores intelectuales, el crimen de Orlando Sierra sería el primero de todo el cementerio de periodistas asesinados en nuestro país en el que se condenaría a toda la cadena de criminalidad, desde el autor Material, pasando por los coautores intermediarios, hasta llegar a los determinadores, pero pasaron 11 años y 27 homicidios, y la verdad se diluye en el tiempo. La cifra de 27 asesinatos relacionados para romper la cadena que permitiera llegar a la verdad la da alias Tilín, condenado a 28 años de prisión por este crimen. Tiene por qué saberlo.
Como si fuera poco, la prueba reina que conectaría la relación entre los señalados como intelectuales y los autores materiales estuvo perdida hasta último minuto y sólo apareció ayer, luego de un vehemente reclamo de la Fiscalía.
Todo esto para señalar que la mejor reparación, sin exclusión de otras, para quienes perdimos a Orlando es que su crimen no quede en la impunidad, porque si así pasa, sus asesinos lograron un doble resultado: callar al crítico y seguir tan campantes en lo suyo.
Recordarán ustedes que el acompañamiento en las exequias de Orlando fue multitudinario. Esto se debe entender como que cada una de esas personas que acompañó la marcha fúnebre es una víctima. No exagero, porque es la libertad de expresión, el derecho de los ciudadanos a leer a un crítico del poder, lo que se golpeó con el asesinato de Orlando Sierra.
En diciembre pasado hicimos una encuesta con los lectores de La Patria, como un indicador de nuestro sistema de calidad. Lo que resulta aleccionador y doloroso es que aún después de 11 años y 8 días varias personas reclaman que se vuelvan a publicar las columnas de Orlando. ¿Cómo no van a ser víctimas de la ausencia de la voz en la que se sentían interpretados? Esto igual para los habitantes de un municipio que vio cerrar el único periódico del pueblo o ver convertida una emisora de noticias en espacio de brujos por el miedo sembrado entre informadores y fuentes.
Porque lo que necesitan los ciudadanos son periodistas que puedan informar de lo que quieran, sin temor, sin ataduras, en medios vigorosos, pero sabemos que en muchos municipios nuestros el periodismo libre simplemente no existe. Porque la libertad de expresión no es un asunto de periodistas, como lo repite cada que puede el maestro Germán Rey, es un derecho de la sociedad y es ella la afectada cuando se vulnera.
Lo plantea María Teresa Ronderos en un capítulo del libro Entre el silencio y el coraje, que se publicó en los 15 años de la Flip, en el que señala que un modus operandi usado por los grupos paramilitares cuando llegaban a una zona era la de cometer un crimen atroz contra un periodista y esto casi se volvió un sello de horror. Era la manera de notificar a los demás que ellos no se andaban con rodeos.
Y siguen las fuentes, que se pierden con el mensaje de que los señalados son capaces de matar al periodista más influyente de la región, ¿y si eso le hicieron a él qué no les harán a ellas? Hoy todavía hay fuentes de la época de Orlando que no son capaces de hablar con nosotros.
Está a punto de cerrarse el círculo, pero si no se da, seguirá la impunidad persiguiéndonos, y mis compañeros y yo continuaremos sintiendo que le fallamos a nuestro líder y maestro, y como los personajes de las novelas de Paul Auster, la presencia del ausente puede terminar por consumirnos. Esperemos, pues, que la justicia no sea en este caso instrumento de oprobio, como presagiaba Orlando hace 12 años y que hoy parece padecerlo. Los augurios no son buenos.
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