Portada interior de Dos maestros del mito: Álvaro Mutis y Pedro Gómez Valderrama. Aristizábal Escobar, Alonso. Univerwsidad Industrial de Santander. Colección Temas y autores regionales. 2012.
Pocas personas se han acercado a la obra periodística de Álvaro Mutis. Su hijo Santiago ha hecho toda una tarea de ratón de biblioteca para compilar los artículos de prensa, los cuales se encuentran hoy en tres libros: De lecturas y algo del mundo (1999), Desde el solar (2002) y Estación México (2011).
Se trata en su mayoría de artículos culturales, entendidos como reseñas, como críticas literarias, como crónicas de sus encuentros con grandes intelectuales del mundo. Y yo incluyo Diario de Lecumberri, pues ¿qué es el testimonio si no otro género periodístico?, olvidado, pero tan leído en memorias.
El escritor caldense, de Pensilvania para más señas, Alonso Aristizábal Escobar ha dedicado buena parte de su obra ensayística a Mutis, el creador. Para la muestra están Mito y trascendencia en Maqroll el gaviero (2002) y Dos maestros del mito: Álvaro Mutis y Pedro Gómez Valderrama (2012).
En el más reciente libro, publicado por la Universidad Industrial de Santander (UIS), como parte de la colección Temas y autores regionales termina el texto con un capítulo titulado Compilaciones de sus textos periodísticos, en el cual destaca "al escritor pensante interesado en los desarrollos que dejan huella en el ser contemporáneo (…). Allí se encuentran en primera persona sus pasos y los libros que le han llamado la atención, como la voz de quien debe dejar constancia para que el lector sepa los hechos y circunstancias que respaldan sus palabras. Así muestra su presencia activa en los medios de comunicación, aunque con frecuencia anota que es un papel que no le gusta, y con el cual reitera una y otra vez su posición negativa frente a la realidad moderna. Y habla en esta especie de diario intelectual, sobre poetas y músicos".
Dialogué con Alonso vía telefónica y la grabación resultó fallida para la calidad que exige el audio de radio hoy. En un acto de irresponsabilidad, aún así lo pasé por #Periodismos en Radio Cóndor, pero de acuerdo con mi contertulia, Ana María Mesa (@animesa en Twitter) no fue mucho lo que pudieron entender ella ni los oyentes. Por eso, con audífonos en oreja transcribo el diálogo lo más fiel posible, para que a quien le interese pueda sacar el mejor provecho.
La mayoría de obras de la colección Temas y autores regionales, de la UIS, se pueden descargar por internet, pero desafortunadamente este libro aún no se encuentra disponible. Ojalá pronto lo esté para que otros amantes de la literatura de Mutis y del periodismo, como yo, también lo puedan disfrutar.
LA INFLUENCIA DEL LECTOR
¿Cuál es el legado periodístico de Mutis, que usted exalta en la parte final de su libro Dos maestros del mito?
Yo creo que él hizo una labor periodística muy importante. Son una serie de textos con mucha influencia de poesía. Uno encuentra allí muchos elementos poéticos y siente que es el poeta el que está hablando y haciendo referencia a los libros que lee, sobre todo lo que él quiere resaltar es su pasión por la lectura, como una cosa permanente. Y son varios libros que recogió su hijo Santiago sobre la época en Colombia, la época mexicana, y todo como testimonio del gran lector que fue.
Hay como mucho interés por la reseña, por demostrar el conocimiento de los libros, incluso con declaraciones muy fuertes hacia los piedracielistas y a ciertos movimientos previos a la llegada de la generación de él.
Creo que él sobre todo lo que quería era contribuir a la divulgación de los libros. Me parece que nunca habló mal de un libro, nunca dijo de un libro que no le gustara, hablaba de los que le gustaban, y era más que todo la pasión del lector, incluso con la parte ideológica que se podría filtrar, hay unas notas, en la parte periodística sobre la guerra en Centroamérica, pero son textos de una visión muy pesimista y desolada de esos enfrentamientos. Sobre la guerra colombiana y la situación política, nunca hizo una referencia así concreta, fuera de dos o tres menciones sobre el 9 de abril como una tragedia. Porque él tenía en la parte colombiana una crisis que repitió muchas veces: es que en el exterior no quería hablar mal de Colombia. No quería decir ni una palabra que pudiera poner en duda sus calidades de colombiano, su amor por Colombia.
Inclusive en Estación México también declara su amor a México, sin necesidad de hablar mal de Colombia. Allí se relatan muchos encuentros con intelecutales mexicanos, historias de tertulia de amigos que terminaban en artículos de prensa.
Lo que a mí me impresiona mucho, que los textos son esa pasión del lector, entusiasmado, él incluso en las entrevistas que le hacían hablaba mucho de los libros colombianos, que le llegaban de Colombia, como una forma de ayudar a que la gente se conociera, que divulgaran los libros, y escribió muchos prólogos sobre los distintos autores. Era muy generoso en ese sentido.
Muchas cartas empiezan a conocerse de Mutis -Papel Salmón publicará el domingo unas que le escribió al poeta mayor de Caldas Fernando Mejía, que era su primo-. En ellas se refiere a artículos que se escribían sobre libros, a libros mismos que le llegaban, y resulta muy interesante que terminan siendo también pequeñas crónicas de su vida cultural.
Sobre todo, lo que se propone es decirle, como el gran hombre de letras que era, que le entusiasman los libros que lee y los libros que la gente le manda y quiere dejar testimonio de eso.
INTERPRETACIONES
Llama la atención que en su desdén por la política, Mutis no era un hombre que gustara hablar de actualidades políticas que pudieran llevar a polémicas, las que sí enarbolaba y enfrentaba en el campo intelectual y literario.
En eso creo que hay una interpretación errada. Incluso los malquerientes que pueda tener Álvaro Mutis, que no son no pocos... En los años 80 él dijo en unas declaraciones que era monárquico y que el hecho político que le interesaba era la caída de Constantinopla. Creo que eso fue frente a lo que estaba pasando en Latinoamérica en ese momento, como una forma de evadirlo. La gente debe entender que no querer hablar de un tema es otra forma también de intervenir. Entonces creo que él, de otra manera, estaba rechazando lo que estaba ocurriendo.
Usted menciona en el libro que a Mutis le molestaba mucho esta nueva manera de vedette de los literatos. Él, que pasó por medios de comunicación, muy elegantemente parecía decirles a los periodistas: déjennos escribir nuestros libros.
Hay una frase que le escuché varias veces al escritor mexicano Fernando del Paso y dijo que era de Mutis: "Los libros no nos dejan escribir los libros". Él se quejaba mucho de eso. A mí me gusta en cierto sentido este momento para que la gente descubra el verdadero Mutis, me parece que la gente en cierta forma ha tenido desdén por Mutis y su obra, ahora que ya se murió todos lo reconocen. A uno le gustaría que eso hubiera sido en vida. Creo que la circulación de los libros de Mutis no fue fácil, en Colombia misma circularon con mucha dificultad y obviamente se vendieron, pero no con la misma atención que requería el autor grande que es.
En el periodismo hay un género muy olvidado y descuidado, el testimonio. Me parece que Diario de Lecumberri es un testimonio de las pasiones, de los temores y de las angustias de un hombre de letras que termina en la cárcel, por la situación por todos conocida, y lo aborda de un modo que muchos, que no gustan tanto de Maqroll, lo prefieren como su mejor obra.
Mutis en ese libro era un autor de confesión. El Diario de Lecumberri es el único en el que está la confesión y no está Maqroll; sin duda, Maqroll se acabó de formar en la cárcel de Lecumberri. Él cuenta que en un punto de la cárcel había un sitio desde donde se veían los barcos y él los veía pasar y arriba estaban los gavieros, entonces él decía que toda la gente que estaba abajo eran un montón de tontos, que el hombre más feliz del mundo era el que estaba arriba mirando el horizonte. Ese Mutis del Diario de Lecumberri es un Mutis de una confesión directa. El de los demás libros es un Mutis de una confesión indirecta, porque él se inventó a Maqroll para hablar más de sí. Por eso este tipo de escritores confesionales no escriben memorias porque sus memorias son sus libros. La memoria en la vida de Mutis está ahí y el periodismo es parte de esa memoria, en el que Mutis sabe que tiene que dejar testimonio de su vida y todo finalmente se convierte en testimonio.
Otro álter ego, que usted interpreta muy bien, es Abdul Bashur, ese hombre con otra mirada del mundo, con el paso por la cárcel que lo marca. Ahí también hay mucho de testimonial.
Esos álter egos son como estados de ánimo. Abdul Bashur es como más demoníaco, y él quería que Maqroll fuera más angélico. Sin duda, la invención de Abdul Bashur es para hablar de esos intríngulis legales que él debió afrontar. Porque incluso cuando él habla de Maqroll enfrentado a situaciones reales y concretas ahí da el salto. A él le interesa ese Maqroll inocente que está hablando de su vida, de sus historias, de su experiencia, pero cuando le toca enfrentarse a la realidad, el Maqroll se pierde. Entonces necesitaba un personaje como Abdul Bashur, que les pusiera la cara a los acontecimientos y que fuera malo, el ser que refleja ese tipo de situaciones que son muy conflictivas y difíciles. Creo que por eso se demoró tanto para hablar de ese tipo de situaciones, porque él sabía que tenía que madurar, elaborar y darle un tratamiento de fondo.
LECCIÓN DE SINCERIDAD
¿Un periodista qué puede aprender leyendo la obra de Mutis? Un periodista joven que no sabía quién era Mutis y se va a acercar ahora a su obra, ¿qué puede aplicar para su oficio?
Mutis es una gran lección de sinceridad, de fidelidad con el oficio, de entrega, de trabajo literario y de ese ejercicio sincero, sin intereses. Creo que uno de los problemas serios de una actividad como el periodismo se da cuando una persona mezcla intereses, en cambio una persona como Mutis, inocente, ingenua, porque él da su opinión sobre muchas cosas, por su pasión por la literatura y el testimonio que quiere dar. Él nunca quiso ir más allá de eso y creo yo que eso es muy valioso, sobre todo hoy en día cuando la gente está pensando en obtener partida, en beneficiarse, lucrarse de posición y de situaciones. Sin duda, el amor verdadero por un oficio, por una tarea, es un amor limpio y puro, ya cuando se contamina es una desgracia y deja de ser lo que debe ser.
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