Este regalo llegó a mis manos gracias a la tuitera @ManriqueMarisol, alma y nervio de Medios para la paz, durante años.
Recuerdo un texto del libro de Español de Susaeta (1981) que seguíamos en el Colegio en Pensilvania. Dice así:
"Se cuenta de Esopo, el famoso fabulista griego, que, siendo esclavo, fue enviado por su amo a comprar la mejor carne para atender a unos invitados especiales. Esopo, llegado que hubo a la carnicería, pidió le vendieran lengua.
Al ser interrogado por su señor, cuál había sido la razón para traer lengua, aquel contestó:
- 'La lengua es la parte más noble del hombre; por ella se han realizado los actos más sublimes y heroicos'; e hizo el más alto elogio de este órgano.
"En otra oportunidad, queriendo su dueño envenenar unos lobos que hacían estragos en su rebaño, mandó a Esopo a comprar la peor carne del mercado; este le trajo, para la ocasión, igualmente lengua.
"El amo, extrañado, le preguntó la razón de tal ocurrencia; y Esopo hizo la más dura crítica contra 'la presa' causante de tantos males, calumnias y guerras en la humanidad".
La moraleja: "La lengua como medio de comunicación puede ser un instrumento de doble filo:
Bien usada puede lograr los más insospechados resultados. Es el medio más eficaz de comunicación entre los humanos.
Mal empleada, puede ser causante de discordias, malentendidos, chismes; y convertirse en el arma más vil: la calumnia".
Pensé mucho en esa anécdota, mientras leía La palabra desarmada - futuro del periodismo en Colombia, libro que llegó a mis manos con cinco años de retraso, pero tan actual como los diálogos de paz. Este texto recoge las reflexiones de nueve autores en los 10 años que en el 2008 cumplía Medios para la paz (MPP), organización ya desaparecida, y que fue fundamental en pensar el oficio.
Yo fui beneficiario permanente de las acciones que en pro del buen informar acometió esta organización, no solo con publicaciones que aún consulto con cierta regularidad como el Diccionario para desarmar la palabra, sino también con sus talleres, algunos de los cuales pasaron por esta ciudad.
En la publicación se concluía que a pesar de los esfuerzos de organismos como MPP, requería el periodismo un mayor número de experiencias para multiplicar, así como metas por alcanzar, dilemas por resolver y prácticas profesionales nocivas que se deben abolir.
El problema es que el buen periodismo sigue necesitando más personas que duden. El periodismo militante sigue siendo un problema, pues alimenta el sesgo periodístico y también puede venir por cuenta de pensar que el único camino correcto es el que nos ofrece la paz, a cualquier costo, igual que quienes pretenden la guerra, sin importar si tiran por la borda un camino recorrido para la reconciliación.
Aquí algunas reflexiones de este texto, que bien aplican para lo que pasa hoy en día:
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"...la verdad verdadera implica abordar las agendas sumergidas, esto es visibilizar y profundizar en temas complejos como los de justicia y paz; la violencia y violaciones a los derechos humanos; el desarme, la desmovilización, la reintegración y el rearme; los diálogos y las negociaciones de paz; el narcotráfico y sus secuelas éticas y económicas en los diferenes órdenes de la sociedad, y los dilemas en torno a los modelos de desarrollo y democracia. Ello implica necesariamente transitar de lo evidente a las agendas sumergidas, las que tocan poderes económicos con sus implicaciones en la 'paraeconomía' y también 'parapoderes'; o las que abordan la dimensión internacional de la guerra y la paz, la que dicta la geopolítica de la seguridad de las grandes potencias y el mapa de sus intereses". (Camilo González Posso).
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Esto lleva a uno de los temas de fondo sobre el papel de los medios en situaciones de transición y posconflicto. Su papel en el proceso de descubrimiento y relato de la verdad de un conflicto armado es particularmente importante. Solo en la medida en que la verdad sobre lo sucedido sea pública surtirá efectos positivos durables. Por una parte, la investigación periodística es un complemento -y a menudo, un motor- indispensable de las herramientas judiciales o de transición de las que se dota una sociedad para conocer la verdad histórica, sobre su conflicto armado. Por otra, no hay que olvidar que son los medios el canal por excelencia para que lo que se indague y descubra se convierta (o no) en información pública. Las tensiones entre el Gobierno, que quiere la menor verdad posible y la necesidad de la sociedad de saber se tramitan, en buena medida, en los medios de comunicación. Verdades que en las regiones es peligroso dar a conocer, se pueden hacer públicas localmente una vez que se publican en los medios nacionales". (Álvaro Sierra)
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"Colombia en particular y en Latinoamérica en general, el ejercicio del poder mediático, económico y político es personalizado y caudillista y eso va a durar desde un punto de vista estructural, mientras sean tran frágiles nuestras instituciones. Un régimen de caudillismo mediático fortalece una 'conciencia colectiva' personalizadora del poder, trátese de gobernantes de izquierda o de derecha, de Uribe o de Chávez. Es desproporcionado el tiempo que los medios y sus periodistas dedican a las cabezas (políticas, económicas, sociales o a los contextos). A pesar de lo anterior, el periodista como ser humano debe trascender la actitud fatalista y adaptarse a las realidades tecnológicas y a los poderes convergentes". (María Teresa Herrán).
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"Una amenaza recurrente del periodismo colombiano hoy por hoy está en omitir, de manera involuntaria, los riesgos explícitos para la democracia que tienen los hechos que informa o, peor aún, en forma deliberada ocultar o 'maquillar' esos riesgos. Creo que esa omisión, cuando es involuntaria se hace la mayoría de las veces por una concepción equivocada de la objetividad periodística, mientras que la omisión o 'maquillaje' deliberado se hace, la mayoría de las veces, porque se asume que una función del periodismo es no afectar la gobernabilidad del gobernante de turno y por los conflictos de interés entre el medio, sus periodistas y el Gobierno". (Claudia López).
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"La paradoja es grande: cuando el periodista vigila el cumplimiento cabal de los principios democráticos, puede terminar tildado como un enemigo de la democracia. En cambio, si convenientemente mira hacia otro lado cuando el poder traiciona esos principios, los beneficiarios de su omisión lo reconocerán como un patriota. Las informaciones relacionadas con el conflicto armado y con los procesos de paz que emprenden los diferentes gobiernos con grupos armados ilegales, son especialmente sensibles para la independencia periodística. Los funcionarios creen que en virtud de los grandes propósitos nacionales (llamados algunas veces "los altos intereses de la patria") es válido utilizar la información como un arma más en el conflicto o como una herramienta de la negociación, según sea el caso. De tal manera que el periodismo termina subordinado a los intereses coyunturales de los gobernantes". (Daniel Coronel).
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"Hoy yo no repetiría Colombia amarga. Hacerlo 25 años después me parecería facilista, carente de imaginación. Recrear la pobreza untándola de sexo en este mundo de pobreza, y recrear la violencia embadurnándola de sangre en este mundo de violencia, me parece que no requiere ni sensibilidad, ni creatividad ni imaginación ni técnica narrativa. No se trata de darle la espalda a la realidad, sino de rechazar cualquier descenso en los niveles del oficio". (Germán Castro Caycedo).
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"Mucha información es irresponsable con lo que se dice y se escribe. Casi podría afirmarse que no se informa, sino que se construye información al servicio de intereses particulares. La palabra como lugar público es profundamente privada e irrespetada. Incluso palabras como honestidad, libertad, amor, han sido tristemente maltratadas. Entonces la palabra, las palabras no comprometen, no expresan, no comunican. En la era de los medios para comunicarnos, yacemos en la más preocupante incomunicación, en el aislamiento y el desencuentro en las palabras". (Jorge Julio Mesa, S.J.)
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"...al periodismo de un país en guerra se le debe pedir que suministre elementos para comprender los motivos de esa guerra y los motivos de los guerreros. Las noticias no pueden ser una sumatoria de escándalos inconexos ni un registro abarrotado de acontecimientos ciegos que confundan al receptor y difundan el miedo y la impotencia entre los ciudadanos. De este bombardeo irresponsable no sale sino una visión caótica de la realidad, un acercamiento confuso a los hechos despojados de causas y por tanto de posibles. El posconflicto se prepara desde las entrañas del conflicto, si el periodista se acerca a las personas y no se queda en la primera visión de los criminales como escoria. Esto implica una intencionalidad, un querer hacerlo de una manera que rompe con la agenda informativa de rutina y con los procedimientos investigativos usuales". (Arturo Guerrero).
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"...la misión de Medios para la paz ha consistido en llegar a estos espacios, no con una verdad revelada ni un instructivo de cómo ser periodista responsables, sino todo lo contrario. La Corporación se ha propuesto brindar paso a paso un acompañamiento a los periodistas, ofrecerles capacitación (a lo que por lo general no tienen acceso por factores económicos o de tiempo), compartir algunos saberes sobre el oficio y tener la disposición para identificar tanto las particularidades que se dan en cada región en el ejercicio del periodismo, como las alternativas o salidas para lograr proteger la información y desincentivar el uso de prácticas nocivas". (Marisol Manrique).
Leyendo esto encontramos que todos trabajamos con la misma herramienta, la palabra, pero para hacer de esta una verdad, no basta con decirla, sino con verificarla y publicarla. Callar es otra manera de mentir en periodismo. Escribir verdades es lo que nos corresponde. Si molestan, no podemos dejar de hacerlo por ello; si enriquecen el debate, mejor, pero buscarla debe ser en lo que empeñemos siempre nuestra palabra. La luz que nos ilumine el camino en el difícil oficio de informar.
Ya no está Medios para la paz, queda su legado y cientos de periodistas que luchan a diario, contra viento y marea para hacer que usted, amigo ciudadano, sepa lo que pasa. Claro, hay otros, de moda por estos días, que andan contando verdades a medias, pero esas son palabras que engañan. De usted depende premiar el buen periodismo o castigar el que solo ve en este oficio la posibilidad de hacerse figura pública, la necesidad de tener notoriedad, no importa si en el camino su palabra resulta envenenada o, peor, se usa para envenenar lobos.