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Escuche #Periodismos sobre infiltración:
http://mfi.re/listen/u1gwc9hpbf662fs/72_ENTREVISTA_DE_INFILTRACIÓN.mp3
¿HASTA DÓNDE ES ÉTICO VIOLAR LA LEY O MENTIRLES A LAS FUENTES O A LA AUDIENCIA CON EL FIN DE CONTAR UNA HISTORIA QUE TIENE INTERÉS PERIODÍSTICO?
En el VI Encuentro de Periodismo de Investigación que realizó en Bogotá Consejo de Redacción estuvo presente Rafael Gomid. Su trabajo de infiltración en una academia de la Policía de su país es ya un hito. Vivió como recluta de la Policía Militar de Río de Janeiro para comprender el origen de la violencia de esa institución que, según las estadísticas mundiales, era la que causaba más muertes en sus operaciones.
Este reportero trabajó seis años para el periódico Folha de Sao Paulo (sucursal de Río) cubriendo política, seguridad pública y derechos humanos. En esas estaba cuando decidió infiltrarse en lo que terminó siendo el reportaje El infiltrado - Un PM por dentro. Ya se anuncia que este trabajo terminará en libro.
En entrevista hecha por el periodista Carlos Hernández (@chernandezoso) y divulgada por #Periodismos Gomide da claves de cómo fue su trabajo, de por qué inflitrarse y no simplemente cubrir con los policías la historia o con los formadores.
Todo surge de una pregunta que se hace el periodista. No se conforma con el dato frío de que esta es la Policía más mortal del mundo, sino que se cuestiona por qué puede suceder eso y decide infiltrarse.
La infiltración es solo otro método de la misma familia del periodismo encubierto, de suplantación, de inmersión, de las cámaras ocultas, de los micrófonos escondidos, de las grabadoras dejadas por ahí o del uso hoy de equipos casi de espionaje al servicio del periodismo -o de la opinión pública, según el criterio de quien las usa-, o de hackers, entre otras especies que ponen, unos más que otros, al periodista en una situación muy comprometida con la verdad. Esa línea gris en donde debes sopesar si lo más sagrado de este oficio -buscar la verdad- amerita decir una mentira.
Durante su carrera, un periodista difícilmente se salvará de la tentación de usar un método de estos para poder buscar una verdad que le es esquiva. Otros simplemente se callan que son periodistas, que es otra manera de mentir, o prenden su grabadora sin advertir a la fuente que están grabando.
Las complejidades del mundo contemporáneo, en unos casos, y el difícil acceso a la información, en otros, obligan a tomar medidas extremas que hacen que te metas con lo más sagrado para el periodista. Mientes para conseguir la verdad y eso te pone en aprietos sobre si debes hacerlo o no.
La pregunta siempre es la misma, ¿es válido usar estos métodos?
Comparaciones
Veamos un resumen de lo que dicen grandes periodistas como el alemán Günter Wallraff, que estuvo en la pasada Feria del Libro de Bogotá, autor del libro Cabeza de Turco, que escribió con base en su experiencia en varias empresas alemanas al hacerse pasar por ciudadano turco.
Otro experto en estos temas, sobre todo en los años 80, es el español Pepe Rodríguez, quien se hizo famoso por develar las maneras como varias sectas en España doblegan la voluntad de las personas y terminan siendo dueñas de las propiedades de sus "fieles". Este método lo explica muy bien en su libro Periodismo de Investigación - Técnicas y Estrategias (Ediciones Paidós, Barcelona, 1994).
El mayor caso de periodismo encubierto en Estados Unidos lo patrocinó el Chicago Sun Times que en 25 entregas dejó al descubierto en 1978 la corrupción en Chicago de inspectores y policías. El periódico montó un bar, una operación camuflada de cuatro meses, en los cuales reporteros y fotógrafos se hicieron pasar por empleados del lugar para demostrar la complicidad entre autoridades y pequeños negocios: los reporteros pagaron de 10 a 100 dólares a inspectores para que no dieran cuenta de problemas sanitarios o de seguridad del bar, o de violación de las normas sobre bebidas alcohólicas.
Este trabajo fue nominado al Pullitzer, pero el mítico editor del Washington Post Ben Bradlee se negó a votar a su favor con este argumento:
"¿Cómo pueden los periodistas propugnar por la honestidad e integridad, cuando ellos mismos son menos que honestos en obtener la historia?
Daniel Santoro en su libro Técnicas de investigación (Fondo de Cultura Económica - FNPI, México, 2004) dice:
"Yo nunca usé cámaras ni micrófonos ocultos. Creo que son un recurso extremo para casos en los cuales la información no se pueda obtener a través del esfuerzo del periodista con métodos tradicionales. Pero muchas supuestas investigaciones periodísticas giraron únicamente alrededor de la cámara oculta, sin apoyarse en otros elementos probatorios, con el objetivo de provocar impacto en la opinión pública. Hay otros motivos para considerar este recurso con precaución: en primer lugar, el entrevistado no sabe que se lo está grabando, y no dio su consentimiento; segundo, muchos jueces no otorgan valor de prueba a un video, a menos que haya sido tomado con supervisión judicial y controlado y precintado por un escribano; por último, algunos medios emplean en esta tarea a actores, expolicías o exespías, y no a periodistas".
Códigos de ética
El Código de Ética de la Sociedad de Periodistas Profesionales de los Estados Unidos recomienda no usar estos métodos:
"Evitar los métodos encubiertos u otras formas subrepticias de buscar información, excepto cuando los métodos abiertos tradicionales no produzcan información vital para el público".
Esto de buscar la verdad con la mentira es una decisión individual, de acuerdo con los fundamentos éticos que tenga cada uno, lo importante es que si se decide a usarlos sea realmente porque no había otra manera de contarlo.
Gerardo Reyes habla de la simulación como otra forma de obtener la información. Sin santanizarla, en su libro Periodismo de investigación (Editorial Trillas, México, 1996) cita a Bob Green, legendario investigador de Newsday, que hizo un extenso trabajo sobre la heroína, haciéndose pasar por abogado en Europa para seguir su ruta. Dijo Green:
"Mentí. Hice trampas. Casi robo. El resultado obviamente fue bueno. Lo haría de nuevo". Y remata: "Nuestro fino sentido de la ética se disminuye en proporción a la importancia de las noticias".
Sin embargo, otros son bastante críticos. Tom Goldstein, que laboró para World Street Journal y New York Times y autor del libro Noticias a cualquier costo, citado por Reyes, manifiesta:
"La noción de la veracidad es tan esencial al periodismo que no se puede jugar con ella. Es importante que la gente sepa con quién está hablando y la simulación mina una verdad implícita entre los periodistas y aquellos que entrevista".
De la cámara oculta, Javier Darío Restrepo, maestro de maestros, en El zumbido y el moscardón (Fondo de Cultura Económica - FNPI, México, 2004) anota que 28 manuales muestran el rechazo a esta práctica de usar de cámaras ocultas. En varios apartes en este libro señala los inconvenientes que presenta este modelo; entre otros, que fácilmente el victimario termina víctima y viceversa. A esto se suma que el uso de medios ilegales puede llegar a violar derechos como el de la intimidad de las personas, pero el asunto legal es como para otro #Periodismos.
Según el propio Javier Darío Restrepo, el gran temor es el de caer en el principio de la ética utilitaria, esa que proclama que el fin justifica los medios.
No se puede olvidar, al hacer este análisis, una bella frase de William Randolph Hearst, fundador de la cadena de diarios Hearst:
"La ética del periodismo es la más alta de todas las profesiones del mundo".
¿Vale la pena poner en riesgo este valor tan preciado por una noticia? Usted, con base en su criterio, con la ayuda de un buen editor, puede tomar la mejor decisión.
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