Me alegra saber que cada vez son más quienes cambian la vieja concepción de que el periodismo es el cuarto poder por otra que a mí me convence: ser contrapoder. Así nos lo ratifican dos libros que fueron presentados en la pasada Feria del Libro de Bogotá, que tienen títulos similares: Contra el poder y Prensa contrapoder.
CONTRA EL PODER
Hablemos primero del texto del periodista Juan Serrano (@juanserranosoto), quien tuvo el acierto de convertir lo que iba a ser un perfil de un grande del periodismo latinoamericano, Alberto Donadío, en un libro. Contra el poder, que tiene el descriptivo subtítulo de Alberto Donadío y el periodismo de investigación, es una mirada a la historia de este abogado a quien le debemos el rescate del derecho fundamental del acceso a la información, cuando apenas era una norma que se había avejentado en el Código del Régimen Municipal.
Si el Watergate es un referente del mejor periodismo que se puede hacer, la Unidad Investigativa de El Tiempo, que integraron Donadío y Gerardo Reyes, con la dirección de Daniel Samper Pizano, fue pionera en Latinoamérica. No es para menos, el rigor, la calidad de sus historias y las batallas públicas que dieron por la información deben recordarnos que la constancia y la veracidad son talentos de todo aquel que desee meterse en estos asuntos.
La maestra María Teresa Ronderos se encargó del prólogo. En 12 páginas nos pasea por los temas clave del oficio y avizora respuestas contundentes, como insistir en que la solución para este momento complejo que viven los medios viene de la mano de la transparencia y de hacer comunidad. Cualquier profesor de periodismo de investigación deberá leer este texto con suma atención. Ya tomé nota para mi clase.
He seguido desde hace años las historias contadas por Samper, Donadío y Reyes. Por eso no esperaba muchas sorpresas, pero las encontré, además de haber reafirmado otras. Se nota que lo suyo es ser el verdadero contrapoder que se exige al periodismo y estar del lado de los débiles.
Me inquieta un poco que Donadío crea que la camisa del periodista ata y por eso ha virado a ser un apóstol de los tumbados por los descalabros financieros. Conocer ese lado suyo tan humano, y que lo hace tomar partido, lo engrandece, pero al tiempo me cuestiona como periodista. A estas alturas el veterano ya está por encima del bien y del mal, y puede hacer estas cosas porque no hay manera de que alguien intente poner en entredicho su ética, pero si lo hace cualquiera, puede resbalarse fácilmente al tomar partido.
Tuve la fortuna de formar parte del jurado del Premio Simón Bolívar el año pasado que decidió entregar a este maestro el reconocimiento a toda una vida. Allí se le empezó a pagar la deuda que el país periodístico tiene con él y ahora llega este libro. Su discurso de esa noche aparece como anexo.
"Averiguar, demostrar, lanzar", dice Donadío que es lo que esperaba hacer cuando empezó sus contactos con Daniel Samper Pizano. Averiguaba entonces este cucuteño políglota datos clave del tráfico ilegal de especies en Colombia. Porque es un ambientalista, desde cuando esto ni se usaba. Así terminaron trabajando juntos.
Esa unidad investigativa laboró durante 10 años, y su memoria de archivos se encuentra en casa de Donadío, pues en un descuido alzó con él, temeroso de que nadie le diera importancia en El Tiempo, periódico con el que es muy severo, porque considera que los atajaron mucho.
Los referentes son importantes en nuestro oficio. Ya escribí en otro tiempo de la necesidad de tener mentores, y buenos. Pues un excelente referente que deberían seguir las nuevas generaciones es Donadío, y pueden encontrar en este libro un testimonio de lo que es un periodista de raza, así él se considere un abogado de interés público. En buenahora, por el maestro.
Un valor que tiene este texto es que no se limitó a realizar una entrevista en profundidad y volcarla en un libro, como se estila, no. Confrontó, escarbó, buscó en archivos. Hubo investigación, y por eso se trata de un documento más que valioso, pues hubo un sabueso con ganas de llegar a la carnada. Bien por el autor.
En frases
CONTRAPODER
Este libro, subtitulado Avatares de 36 periodistas de investigación en Colombia, es el resultado de una investigación realizada por las profesoras Lina Leal, Sonia Torres y Ángela Téllez para la Universidad Minuto de Dios (Uniminuto). 33 periodistas y quien fue secretaria de la Unidad Investigativa de El Tiempo, Luz Gloria Restrepo, narran en primera persona sus historias de vida con el periodismo, un estilo que dicen las autoras se inspira en la obra de la Nobel Svetlana Alexievich, se permitir hablar. Además, se encuentran dos historias de dos personas fallecidas, la de Flor Alba Núñez, asesinada en Pitalito (Huila) en el 2015 y la de Silvia Galvis, la primera mujer directora de una unidad investigativa, la de Vanguardia Liberal, medio que también dirigió, quien falleció en el 2009.
Advierto desde ya que por la bondad de las autoras formo parte de las 36 historias, pero eso es apenas una anécdota.
El prólogo es del memorioso Jorge Cardona, editor general de El Espectador, quien nos recuerda cómo el periodismo de investigación ha existido desde el comienzo de la República, al tiempo que la violencia contra los periodistas.
Lo dicen desde un principio, y razón les asiste a las autoras, que debería haber más testimonios, pues faltan muchos que vienen haciendo un trabajo importante. Me complace muchísimo encontrar los testimonios de colegas que se han hecho en este difícil mundo del periodismo investigativo, igual que yo, gracias a la organización Consejo de Redacción. Esto muestra los frutos, así como haber logrado llegar a las regiones.
Se divide en tres partes:
1. Pioneros. Se trata de integrantes de la original Unidad Investigativa de El Tiempo en varios momentos.
2. Luchadores. Los que debieron hacer el periodismo en los momentos más difíciles de libertad de prensa en el país, una época que dejó muertos, exiliados y amemanzados.
3. La nueva ola. Me parece un término desafortunado para los nuevos nombres que han demostrado con creces, que no por jóvenes son menos periodistas. Al contrario, demuestran que hay con quién seguir haciendo el mejor periodismo posible. Eso sí, veo que la selección no tuvo que ver con la edad o con los años haciendo periodismo. Me llama la atención.
Son muchas las historias. Tengo que decir que conociendo apenas a un puñado de los aquí seleccionados me pillé algunas imprecisiones y creo que faltó limpieza al texto. Tal vez el juicioso ojo de un editor habría ayudado. A pesar de esto, los testimonios son valiosos, y varias lecciones las tendré en mi clase de periodismo de investigación.
La investigación buscaba indagar también sobre si hay machismo en las redacciones, sobre todo en temas de periodismo de investigación, y es valioso que estos temas se toquen.
Incluye también unas reflexiones finales, que desarrolla estos intertítulos:
Cada generación tiene su legado.
En región hay más riesgos para los periodistas de investigación.
Son múltiples y diversos los avatares del periodismo de investigación.
La mujer se ha abierto espacio en el periodismo de investigación.
Los temas son un ejercicio de contrapoder.
Hace falta trabajar en la independencia de los medios.
Lo digital plantea nuevos retos, pero también amplia las posibilidades.
En frases
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