El Recuerdo Perenne De Un Pertinaz Plumómano

La madrugada del sábado 23 de mayo de 2015, dejó de existir el Maestro Otto Morales Benítez  a sus 94 años de edad,  esta noticia nos conmueve y al mismo tiempo debe motivar a las generaciones del presente a seguir cultivando el amor por la sabiduría, por las letras y el arte en todas sus expresiones, sin perder de vista nuestro sentido de pertenencia como colombianos. Es invaluable el legado de Morales Benítez, y también una responsabilidad inmensa dedicarle estas líneas, cuando aún no pesan sobre nosotros ni los años, ni la experiencia; sin embargo he resuelto hacer el ejercicio, más como un homenaje, a un gran pensador y además uno de los últimos liberales de la vieja guardia en Colombia y Latinoamérica.

Síntesis Biográfica

Nacido en 1920 en el municipio de Riosucio departamento de Caldas,  donde llevó a cabo sus estudios primarios y secundarios. Y en Popayán,  en la Universidad del Cauca, terminó de perfilar sin duda su pensamiento liberal, luego viajó a Medellín donde se tituló como abogado en la Universidad Pontificia Bolivariana en 1944, donde demostró también ser un hombre muy inquieto en la escritura, estimulando de forma permanente hasta el día de su muerte el desarrollo de los lenguajes literarios e historiográficos colombianos, indoamericanos y mundiales.  

Figuró como candidato a la presidencia de la república en varias ocasiones por el partido liberal, fue senador por el departamento de Caldas. Siendo diputado a la asamblea departamental de Caldas en 1946, en compañía del doctor Ramón Marín Vargas director del diario liberal  “La Mañana” en Manizales también diputado, presentan un proyecto para convertir la Universidad de Caldas en un establecimiento público con personería jurídica, lo cual se cristaliza en la ordenanza N° 19 de ese año, donde se define que la Universidad popular o Instituto Politécnico, quedaría integrada por el Instituto Universitario de Caldas, el Liceo Departamental Femenino, la Escuela Industrial, la Escuela de Bellas Artes, y Escuela de Música, establecimientos que ya venían funcionando.  Como representante a la cámara  vivió las consecuencias del cierre del parlamento, el 9 de abril de 1948 en Bogotá; también se desempeñó como jefe del directorio liberal de Caldas en cinco oportunidades.

Durante cuatro años dirige el suplemento “Generación” del importante diario matutino El Colombiano, en la ciudad de Medellín. De igual manera colaboró con numerosos proyectos editoriales en importantes ciudades capitales del país; fue profesor de derecho público, administrativo, agrario, sociología, y ciencias sociales, en la Universidad Libre, Externado de Colombia, entre otras de la capital Bogotana.  Orientó literatura universal, colombiana y americana, en la Universidad Pontificia Bolivariana y en el Gimnasio Femenino.

Algunos Reconocimientos y Vínculos

Profesor honoris causa de la Universidad Colegio Mayor de San Marcos en Lima, Doctor honoris causa de la Universidad Nacional del Centro de Perú, honoris causa de la Universidad Central (Colombia), Especialista honoris causa en Derecho Agrario de la Universidad Nacional Autónoma de México. Miembro de la Asociación Iberoamericana de Derecho del Trabajo y Seguridad Social, Miembro del Instituto de Derecho Agrario Internacional y Comparado de Florencia (Italia); socio honorario de la Asociación Mexicana de protección a la Naturaleza, entre otros vínculos no menos importantes: miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, de la Academia Colombiana de Historia y de la Academia Colombiana de Jurisprudencia,  En 2010, fue nominado por la Academia Colombiana de la Lengua al Premio Príncipe de Asturias, en la categoría Letras, para su edición de 2011, premio del que se hizo merecedor en 1997 su compatriota Álvaro Mutis.  En su triple dimensión de humanista, pensador, hombre público y jurista, ha escrito en solitario y en coautoría, casi doscientos libros, de los cuales varios han sido traducidos a otros idiomas. Entre los más reconocidos se encuentran: Aguja de Marear (1979), Muchedumbres y Banderas: luchas por la libertad (1980),  Derecho agrario y otros temas de la tierra (1981) y Cátedra caldense (1984). 

Sin temor a equivocarnos podemos concluir que nuestro ensayista ha quedado registrado en los anales de la historia como uno de los intelectuales colombianos que dio pie a renovación cultural, dándole un giro en nuestro país a la crítica literaria y especialmente al género del ensayo: histórico, sociológico, jurídico, en crítica literaria y política, dotando a este género de una perspectiva pluralista que abrió campo a los nuevos escritores y columnistas de diversos diarios, inspirando a muchos escritores de todo el país. En esta oportunidad hago referencia al escritor, poeta y amigo manizaleño, Juan Carlos Acevedo Ramos, quien lo conoció en persona, organizó la logística y el discurso de bienvenida, para celebrar el cumpleaños número 80 del maestro celebrado en el Fondo Cultural de Café de nuestra ciudad;  Acevedo Ramos, publicó  una nota el 9 de julio de 2012, donde narra esta anécdota  titulada: “Un Legendario Nombre en las Letras Indoamericanas.”  Morales Benítez encarna el ideal del liberalismo democrático, incluso podemos apreciar en sus ensayos un énfasis en dos aspectos fundamentales que constituyen la esencia del liberalismo: la defensa de la libertad, y la defensa de la democracia.  Como podemos apreciar su obra es tan extensa que inspiró la creación de El Centro Otto Morales Benítez (centotto) una institución dedicada al estudio y divulgación de su obra que nos permite encontrar elementos de análisis y planteamientos muy acertados que nos  aproximan al conocimiento y la interpretación de nuestra realidad nacional, continental y global, desde un ámbito social, espiritual, científico, económico y político. Aunque somos una sociedad muy joven, contamos con un inmenso potencial para superar las dificultades, y debemos aplicar las enseñanzas de estos incansables maestros, para superar  la apatía, el egoísmo, la indiferencia, y la hipercrítica, que constituyen elementos que no aportan soluciones a los problemas de fondo que aquejan a nuestra sociedad colombiana, que son responsabilidad de todos y van más allá de las actuales negociaciones de “Paz” en La Habana.

¡PAZ EN SU TUMBA!