Pese a las controversias generadas a raíz del reconocimiento universal otorgado al presidente de la república Juan Manuel Santos, extiendo mis felicitaciones pues a pesar de la victoria pírrica de los promotores del NO a los acuerdos de La Habana, sigue firme en sus propósitos de continuar con los diálogos encaminados a lograr la Paz en Colombia. De igual manera es de valorar que aunque jurídicamente no era necesario un referéndum luego de firmados los acuerdos de paz en Cartagena, el primer mandatario consecuente con la democracia lo puso a consideración del pueblo y aunque el resultado fue controvertido por diversos factores, se sometió a votación de los compatriotas, incluyendo la república independiente de abstencionistas.
Es claro que dicho premio que será donado a las víctimas, demanda una inmensa responsabilidad no solo para el mandatario, también para todo el pueblo colombiano que hoy más que nunca se encuentra en la óptica internacional. De acuerdo al jurado la entrega del mismo es un tributo al pueblo colombiano, porque a pesar de todas las dificultades, penurias, abusos, multiplicidad de crímenes y barbarie. No ha perdido la esperanza en alcanzar una paz justa.
Este es un tema de profundo análisis, y en donde todos somos responsables con las víctimas del conflicto, sin duda estamos frente a un proceso histórico de reconciliación y hermandad nacional, sonará muy romántico. Pero el presente premio debe animar a todos aquellos que buscan la reconciliación y la justicia social en Colombia, aunque en muchos sectores reine la incertidumbre sobre el futuro del proceso, el comité nobel de Noruega recalca que este fallo es un claro apoyo a la decisión del presidente de invitar a las partes a participar en un amplio dialogo nacional para que el proceso de paz no claudique y se afiance.
Lo más importante es que todas las partes: el Gobierno Nacional, las FARC-EP, los organismos internacionales, los grupos que aún no se desmovilizan, incluidos los del SI y el NO, continúen apoyando el proceso pues es de vital importancia que se mantenga el cese al fuego físico. Aunque todavía se escuchen por todos los rincones de nuestro país las detonaciones de nuestros fusiles mentales que son muy peligrosos por sus alcances, pero que son el resultado de una pedagogía de guerra que ha edificado nuestro estado, que por fin despierta del letargo que no le permitía liberarse de las cadenas de la apatía.
Hoy somos más conscientes de la cantidad de problemas estructurales que nos aquejan: como la corrupción, la explotación indiscriminada por parte de las transnacionales que se apoderan de nuestros recursos minerales, sin responsabilidad social; la fuga de regalías, la pobreza intelectual. Los crímenes contra los líderes sociales, y aquellos relacionados con el tráfico de estupefacientes, la indigencia, el drama de los niños en La Guajira; la conformación de grupos armados ilegales en las urbes, entre otros problemas sociales, que solamente mediante la unión podremos superarlos, aunque sabemos que el camino es muy largo y difícil especialmente para una sociedad bipolar que en su mayoría es fácilmente manipulada por los medios de comunicación, y al carecer de una postura clara, es poco propositiva, pero que a su vez se ha superado y aún tiene la oportunidad de ser partícipe en la construcción de una paz cultural que comience en los hogares, luego en la escuela, y finalmente en la sociedad, para entender y afrontar los resultados derivados de la llamada justicia transicional, para todo lo anterior nos debe servir como estímulo el Nobel.
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