Por Lucas Marin
La pandemia del 2020, suscitada por la neumonía de Wuhan que desencadenó en la actual crisis de la salud pública, afectó y transformó las dinámicas sociales y culturales, así como los procesos de construcción y búsqueda de identidad de la humanidad a escala local y global. Una temática que provoca reflexiones frente a nuestra propia misión como habitantes de este planeta. Invitándonos a meditar sobre cual es el legado que estamos otorgando a las nuevas generaciones, que en igual o en mayor proporción han sufrido la diversas consecuencias frente a un cambio rotundo en la cotidianidad; largos confinamientos que invitaron a repensarnos y a tomar las medidas de contención y prevención del virus. Que por sí mismas generaron un impacto, pero que de igual forma son un torrente de oportunidades para que la sociedad, en sus distintas edades, dimensiones sociales y culturales aprovechemos la coyuntura.
Por fortuna hoy, año 2021, aún confinados, formamos parte de esa generación de sobrevivientes, con una responsabilidad inmensa; que sin proponérselo atestigua cambios vertiginosos que nos arrojaron de la zona de confort, desafiando lo establecido y rompiendo esquemas mentales, para asumir estos sucesos que sin duda revolucionaron el sistema económico y espiritual a escala mundial. Generando una crisis frente a la búsqueda de identidad como seres humanos dichos sucesos que deben ser motivo de análisis y reflexión frente al espejismo de la existencia humana, cuando la misma se ve amenazada.
Sabemos que existen muchos aspectos desconocidos que se prestan para la especulación y tergiversación de la información por parte de los medios comunicativos regulados por los poderes que dirigen nuestros destinos. Pese a la constante manipulación de las masas, las personas nos preguntamos en ocasiones: ¿Estamos frente a una cortina de humo, que oculta problemáticas más urgentes para resolver? ¿Será la antesala para una guerra biológica? ¿Comenzó la tercera guerra? ¿Estaremos enfrentándonos a virus y epidemias más delicadas y complejas que la citada neumonía de Wuhan? ¿Qué sucederá con la vacuna? ¿Por qué este virus se manifiesta en todas las personas de diversas formas? ¿Qué nos oculta la ciencia?
Dichos cuestionamientos son familiares y deben motivarnos a pensar en alternativas que nos posibiliten enfrentar estos desafíos. Y la urgencia de fortalecer nuestra identidad regional para entenderla como patrimonio cultural, y que debe ser cultivada. Por historia sabemos que las pandemias han marcado cambios necesarios y rotundos en la evolución de las civilizaciones.
Podríamos hablar de una pandemia globalizada como un fenómeno social, que afecta todas las áreas de nuestra vida y presenta un desafío muy importante para todos los sectores, en especial el educativo, ya que la virtualidad no está brindando el acompañamiento que las nuevas generaciones necesitan para entender a fondo estas realidades. En su búsqueda de identidad nacional, que no se ha perdido simplemente se ha transformado en la virtualidad del conocimiento. Es preciso asumir las “nuevas dinámicas” con nueva consciencia con el ánimo de fortalecer los procesos de reivindicación y desarrollo del medio ambiente, en su clamor desesperado para que el hombre valore lo esencial.
Digamos que la pandemia se convirtió en la excusa perfecta, para no volver a tocar temas espinosos que demuestran la incompetencia de nuestros líderes en la cosa pública independientemente de ser verdes, rojos o azules. Sin dar soluciones de fondo a tantos conflictos que nos aquejan y son fundamentales para el desarrollo.
La experiencia demuestra que también existen las virosis sociales y mentales. En efecto, desde los inicios de la civilización estas vienen cobrando muchas víctimas de cuenta de la desigualdad, el progreso, la religión. Los brotes de xenofobia, debido al constante flujo de inmigrantes, en todo el planeta. También por el egocentrismo, la soberbia o solamente por la indiferencia en la que nos sumió la tecnología, que si bien acortó las distancias entre muchas personas que viven en otras latitudes, facilitando la comunicación como el hacer negocios. También alejó a muchos del calor humano y del compartir con los seres más cercanos, sumiéndonos en la virtualidad con sus grandes beneficios, pero que limita cada vez más el contacto físico y el contacto en vivo con la naturaleza, como salir al bosque y luego de un bello recorrido por los senderos y refrescar nuestros pies en un arroyo.
Sin lugar a dudas nuestra generación buscando identidad en el mundo circundante, a veces no logra ubicarse frente a las nuevas dinámicas. Independiente de su posición social, siente estar navegando a la deriva en un océano de aguas desconocidas debido a la globalización de la información que llega a grandes y chicos sin filtros ni tapabocas. Pregúntese: ¿Cómo se sentirán los jóvenes y niños que los sorprendió la virtualidad? Imaginese si se deprimen los adultos creen ustedes que ¿Deberíamos preguntarles por su experiencia? ¿Sería útil para reinventarnos? Por supuesto que es útil y es necesario encontrar el equilibrio entre la virtualidad y la presencialidad.
Reflexionemos sobre la Identidad en nuestro país
En esta dirección debemos comprender que la identidad cultural está ligada a la ciudadanía y se va situando sobre diferentes dinámicas culturales, para el año (1995) afirmó García Canclini; “No solo en el folklore y en la discursividad política como ocurrió en los nacionalismos del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Hoy se debe tomar en cuenta la diversidad de repertorios artísticos y medios comunicacionales que contribuyen a reelaborar las identidades requiere un estudio transdiciplinario”. Y estoy convencido que hoy en pleno siglo XXI, las artes nos ayudaran a reinventarnos.
Es evidente que en Colombia los procesos de gestión y desarrollo cultural, con sus instrumentos de ejecución política, son hijos de la constitución de 1991, cobrando un gran impulso debido al empuje y dedicación de las comunidades y organizaciones a su ves fuertemente golpeadas por la intolerancia, la violencia y la presión de diversos grupos que ven en el arte y las manifestaciones culturales un obstáculo. En especial si tenemos en cuenta el desdibujamiento de las identidades regionales y nacionales especialmente con el avance y masificación de la computación, los satélites, las redes ópticas y las demás tecnologías de la información vinculadas a la toma de decisiones permanentes con respecto a nuestro presente y futuro cercano. A su vez influenciadas por el mundo del entretenimiento, y los video juegos, con mayor expansión en la actualidad.
Apenas comienzan a estudiarse los efectos de la globalización tecnológica y económica sobre la reformulación del concepto de identidad del hombre moderno frente al trabajo, pero sobre todo una educación frente al consumo. Que en consecuencia ha hecho que desaparezca poco a poco la identidad lingüística en nuestros pueblos y familias aborígenes sobrevivientes en Colombia.
Se afirma que el concepto de identidad, se relaciona e integra con lo propio, lo autóctono en contextos locales, lo regional o lo nacional. Pero ¿Qué es lo propio? Hablar de identidad cafetera, o panelera, cañera, floral, artesanal, étnica, lingüística, musical, tecnológica. Identidad regional, nacional cuando nos hacemos llamar el país del sagrado corazón; canábica, de género, entre otras múltiples identidades. Que varian de acuerdo al contexto geográfico y a su vez se convierte en un concepto difícil de precisar. Sin embargo para aproximarnos al estudio de las identidades, debemos tener en cuenta la relación existente entre etnografía, etnología y antropología como lo exponen (Beals y Hoijer)
Si tenemos en cuenta que para desarrollar una teoría de identidades y de la ciudadanía, se debe tomar en cuenta los modos diversos en que estas se relacionan se recomponen en los desiguales campos de producción, comunicación y nuestra apropiación de conceptos como: identidad, ciudadanía y cultura.
Algunos desafios
Si pretendemos propiciar un verdadero diálogo entre cultura y desarrollo en el departamento y el país. Debemos Fortalecer los procesos de construcción de identidad como ciudadanos. Estar más atentos de las gestiones desarrolladas por parte de los representantes del gobierno, y los gestores culturales pertenecientes a todos los gremios, para lograr una integración y un empoderamiento por parte de la comunidad para afrontar los tiempos de nueva normalidad.
Y consolidar en Colombia una auténtica identidad cultural resultante del balance entre fortalezas y debilidades. De igual manera es necesario profundizar en investigaciones culturales regionales no solo desde las ciencias sociales y humanas, también de las que denominamos exactas. Dichos estudios que se hacen indispensables para conocernos, entendernos entre nosotros, para lograr relaciones sociales que generen nuevas formas de convivencia, tolerancia y de solidaridad. A su vez pretendemos que dichos estudios sean generadores de procesos de identificación nacional.
Sin duda son tiempos de prueba para todos, pero estamos en obligación de narrar de igual forma experiencias positivas que dejan las pandemias, sobre todo, el aprender a valorar la profundidad que reside en lo esencial. La vida es paradójica, sin embargo todo este existencialismo en el que nos quiere sumir el sistema, se vio compensado durante los inicios del confinamiento, cuando en las mañanas al despertar apreciamos un aire más limpio, divisamos más claras las fuentes hídricas. Comprobamos que la disminución de la polución es posible. Cuando en las noches pudimos contemplar el firmamento más claramente en las ciudades; al disminuir la contaminación auditiva el concierto de las aves se hizo más elocuente. En algunas regiones se observaron especies de animales que se creían extintos, pero solo se ocultaban de la acción devastadora del hombre.
Y acá reside uno de los problemas filosóficos del hombre contemporáneo, la perdida de su capacidad de asombro que lo retarda en su búsqueda de identidad, llámese cultural, espiritual o material, por dedicarse demasiado a buscar en lo exterior sin comprender la grandeza que mora en nuestro mundo interior. Entre otras reflexiones urgentes que seguramente muchos de ustedes ya se han planteado para afrontar el salto cuántico que nuestra sociedad contemporánea efectua.
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