Motivado en una situación que me sucedió a fines del año pasado y puso en riesgo mi vida, tomé la decisión de compartirla con la opinión pública; en primer lugar como un deber civil y segundo porque considero que debemos prestar mucha atención cuando transitemos por el sector del parque de La Gotera, ubicado entre la Universidad Nacional y la Universidad de Caldas sede central.
Estoy convencido que para ningún ciudadano ni para las autoridades competentes es una novedad los focos de inseguridad que se han generado en esta zona y sus alrededores como consecuencia del microtráfico de estupefacientes principalmente.
Síntesis de los hechos
El 18 de noviembre de 2014 a las 7:00 Pm, salí de la Universidad de Caldas con rumbo a mi casa por el andén de la Universidad Nacional que conduce al estadio, de repente fui abordado por una pareja que me arrojó una sustancia en el rostro que me hizo perder el equilibrio, sin embargo al percatarse que yo continuaba caminando, se abalanzaron sobre mí empeñados en hurtar mis pertenecías, gracias a una buena sombrilla que se hizo trizas, y el maletín donde tenía el portátil que me sirvió de escudo, luché enérgicamente por defender mi vida en una clara situación de desventaja, de pronto aparecieron en escena los vigilantes de turno de la Universidad Nacional, pertenecientes a la compañía de vigilancia (Celar), sintiendo un poco de alivio, pero irónicamente en vez controlar al asaltante trataron de sujetarme como si yo fuera el delincuente, dando lugar al forajido para herirme con un arma blanca en el antebrazo, de sobremesa uno de los vigías me rompió la cabeza con la chapa de la correa del perro y ahí si me desplomé, mientras los testigos entre ellos el docente de la Universidad de Caldas Juan Carlos Yepes Ocampo protestaba por la agresión, de inmediato este sujeto que presumía de rambo con su chapa le faltó poco para agredirlo también.
La impericia de este personaje y sus compañeros para manejar una situación tan delicada donde un ciudadano se debate entre la vida y la muerte, en esta zona universitaria, no solo perjudica la imagen de tan reconocida empresa de vigilancia, también deja mucho que pensar acerca de la clase de personal que están contratando, y del entrenamiento que están recibiendo estos sujetos, que también se encargan de “velar” por la seguridad en la Universidad de Caldas.
Al día siguiente luego de haber sido atendido por mis heridas, visité al jefe de servicios generales de la Universidad Nacional sede central, para hablarle de lo sucedido, dialogamos sobre la problemática de La Gotera, entre otros temas de actualidad nacional, observamos el video donde se ve claramente el vigilante con su correa en la mano, aunque los arboles del lado derecho de la acera impedían ver el momento en que el susodicho me golpeó. Días después me dirigí a la fiscalía e interpuse una denuncia contra la compañía de vigilancia Celar por lesiones personales, notificando a la Universidad Nacional, mediante un oficio.
El 16 de diciembre de 2014, en respuesta al mismo, el mencionado jefe me responde que luego de algunas indagaciones preliminares deducían que era muy difícil comprobar la agresión en mi contra por parte de este sujeto ya que los arboles interrumpían la visibilidad, saliéndose por la tangente, además agregó que le sorprendía mi denuncia contra la compañía de vigilancia (Celar) ya que según ellos su actuación fue definitiva para salvar mi vida. En respuesta a este oficio el 2 de febrero de 2015, manifesté mi descontento ante una respuesta tan poco ética, y unilateral, donde no se ve por ninguna parte la consideración, la transparencia, el compromiso y menos el respeto humano del que alardeó este caballero en su despacho. De igual manera protesté por la manera tan particular que tienen estos vigilantes de “proteger” la vida de un ciudadano, golpeándolo cuando está en peligro, o será más bien que eran amigos de los asaltantes y como dicen por ahí entre bomberos no se pisan la manguera; dicho oficio lo di a conocer a la oficina de bienestar universitario, división administrativa, de esta universidad, y a la fiscalía 12 donde se encuentra radicado el caso. Hasta el momento no he recibido respuesta de parte de La Universidad Nacional, tal vez porque esta situación que para mí fue muy delicada a ellos les pareció un juego.
Estoy seguro que si yo hubiera agredido al vigilante, todo el peso de la ley ya hubiera caído sobre mí, o si la persona golpeada hubiese sido el hijo, o un familiar del rector de tan prestigiosa Universidad, ya hubieran destituido de su cargo como mínimo a los susodichos, de quienes me reservo el nombre por el momento.
Este es un llamado de alerta a la ciudadanía en general y a la comunidad universitaria que se moviliza a diario por este sector, para que abran el ojo, y cuando estén siendo víctimas de un atraco, soliciten la ayuda de un vigilante de (Celar) y de pronto este los golpea con un objeto contundente estén tranquilos que el solo lo hace para protegerlos; parece ser que dentro del moderno código de ética de esta compañía es permitido agredir a las personas.
Lo positivo del caso es que aún sigo con vida para contarlo, y la lucha no fue en vano porque pude salvar mis pertenencias. Sin embargo desde ese momento he venido manifestando algunos quebrantos de salud, especialmente por el golpe en la cabeza que me propinó este animal, perdón el vigilante que según entiendo tiene un contrato de prestación de servicios con la esta universidad, lo que le permite hacer lo que le venga en gana. Estimados lectores mil gracias por su atención, y es importante que estemos más unidos como comunidad pues no podemos permitir que funcionarios de entidades de seguridad privada, que están convencidos que son ley, estén repartiéndole golpes a la ciudadanía, y sigan como si nada pasara, mañana puede ser un hijo nuestro, o un familiar, o un amigo que resulte afectado por una situación similar.
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