Juan Carlos Acevedo Ramos*
En 1962 el país se estremecía al conocer la muerte del poeta, intelectual y hombre de política Jorge Gaitán Durán, fundador de la icónica revista Mito al lado de Eduardo Cote Lamus y Hernando Valencia Goelkel. El país sentía su ausencia total, pero el ser que más la sintió sin lugar a dudas a sus escasos 20 años, fue el hoy abogado, periodista, profesor universitario, novelista y cronista Miguel Méndez Camacho, otro hijo de Norte de Santander nacido hace siete décadas.
Este hombre ha desempeñado oficios como subdirector de Colcutura, ministro consejero de la Embajada de Colombia en Argentina, decano de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo en la Universidad Externado y su actual decano cultural, pero el oficio que mejor ha realizado es el de Poeta.
Marcado por la generación de Mito, antes de los 25 años publica su primer poemario Los golpes ciegos (1968). Sin embargo, son los textos del libro Poemas de entrecasa en 1972 los que le deparan una crítica favorable y por supuesto le aseguran una legión de lectores que hoy recitan de memoria en esquinas, halls universitarios y festivales de poesía muchos de sus poemas. En las voces de tres generaciones latinoamericanas se escuchan versos de “La Formal”, “Escrito en la espalda de un árbol”, “Kampeones”, “Mi padre” y comprendemos por qué Ediciones Exilio publica su obra reunida bajo el título de Tristura (2016), libro que estuvo al cuidado de Hernán Vargas Carreño.
Una poesía cercana
La poética de Méndez Camacho hace parte de esa ola de nostalgia que quedó después de la muerte de Gaitán Durán quien iluminó la nueva literatura que el país descubría a través de la revista Mito. Páginas que como un faro orientaron lecturas para los nuevos escritores colombianos. Es innegable la influencia de Gaitán Durán en muchos poetas, a la que el joven Miguel no estuvo ajeno; apostando por una escritura desligada de atavíos europeos y basada en la sencillez del lenguaje encontró una manera limpia de renombrar las cosas, los sentimientos y el sino que acompaña al hombre desde siempre. El resultado: una poesía fresca, atemporal y cercana al lector que desde que la conoce la hace suya.
En sus versos está la fotografía de su generación: el cine dorado, los sueños revolucionarios del Che, el fútbol de Pelé; las voces de Cote y Gaitán Durán, Neruda y la de poetas argentinos, españoles y mexicanos que nutrieron la segunda mitad del siglo XX; el erotismo, la melancolía, el amor y las pérdidas como caminos sin retorno.*Escritor. Promotor de lectura y escritura creativa.
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