Alejandro López Correa
Nelson Martínez no ha cumplido 24 años y ya tiene un EP, Tambor, un álbum, Cine Negro, un Festival Centro y tiene pendiente una presentación en Estéreo Picnic este viernes 24 de marzo. Sus letras hablan de Facundo Cabral, y Faustino Asprilla. Sus influencias artísticas van desde José Saramago, pasando por Ray Barreto hasta Cowboy Bebop, un programa de animé. Despojado de pretensiones y haciendo vueltas previas al último ensayo antes del Estéreo Picnic, Nelson le contó parte de su trayectoria artística a Papel Salmón.
Hablemos de su propuesta musical. ¿Desde cuándo comienza y qué lo motiva a hacer la música que hace?
Yo hago música desde pelao. En mi familia siempre hubo música pero Hardem nace hacia el 2010, con un compañero del colegio. Siempre he hecho música por diversión y por exploración personal. Para saber qué tengo dentro y cómo lo convierto en música. Si hago algo que no sea música teniendo algo para hacer no estoy haciendo nada. Es mi forma de disfrutar e interpretar la vida.
¿Por qué optó por el rap?
Crecí con eso a mí alrededor. En el colegio tenía una bandita de reggae. Luego llegó ese amor por el hip hop. Temprano empecé a hacer grafitis. Son cosas que van ligadas. Iba escuchando rap a medida que me iba metiendo en el mundo del grafiti y ya, aquí estamos.
¿Cuáles son sus influencias musicales?
A mi hermano lo pusieron a estudiar música desde los cinco años. Entonces en mi casa siempre hubo salsa, jazz y muchísima música en general. La imagen mental que tengo del espectro de la música es una vuelta muy amplia. De parte del hip hop tengo referentes noventeros de los Estados Unidos. También sigo escuchando mucha música negra. Nuestra propuesta en vivo está basada en Robert Glasper Experiment y J. Dilla. Hoy día está muy pegón Anderson .Paak, Karriem Riggins y ensambles de jazz con onda hiphopera. Mi rap proviene también de sonidos de percusión. Mongo Santamaría, Ray Barreto, los soneros como Ismael Rivera, Héctor Lavoe y mi primo Saulo Sánchez.
¿Qué tiene que hacer uno para estar en el cartel de Estéreo Picnic?
Parce, nosotros no tenemos manager ni nada. No pagamos payola ni nos andamos con maricadas. Fue una sorpresa. Fue una llamada de Philippe Siegenthaler (uno de los organizadores del evento). Un día me levanté y el man me llamó y me dijo: hola, ¿quieres tocar en el Estéreo Picnic? y yo le dije: bueno, rico, bacano. No sé qué tenga que hacer otra gente, si el manager mueve contactos o deban estar pendiente de las convocatorias. Muchas veces esas cosas son como palancas y roscas y maricadas pero nosotros sorprendentemente fuimos convocados, creo, y quiero seguir creyendo, por la música que hacemos y la calidad que ofrecemos.
Cuénteme sobre la escena del hip hop y el rap en Colombia. ¿Qué se rescata más allá de Alcolirykoz y Ali Aka Mind, que también se va a presentar en el Estéreo?
Después de más de 20 años de crecimiento del hip hop en Colombia estamos atravesando un muy buen momento en cuanto a la música y al arte. Acá en Bogotá es mucho más evidente porque es la meca de todo ese suceso sociológico que estamos viviendo. Uno levanta una piedra y hay gente haciendo arte de calidad en todos los campos, parce. En cuanto al hip hop, la vara muchas veces la da el beat y los instrumentales. En cuanto a eso hay beatmakers y productores de primera. En segundo orden entra el rap, el flow, la escritura y de más vainas. Eso está bien, está chévere, cada quien ha tenido un escenario para expresarse sin tapujos, sin caer de pronto en el “rap social” para la gente que cree que lo social es algo estático ni tampoco el rap más gánster, porque no todo el mundo tuvo el infortunio de tener que comer mierda toda su vida y tener únicamente que hablar de eso. Es más sencillo ofrecer lo que se tiene dentro venga uno de donde venga, pero si quiere hacer música hacerlo sin un filtro. La gente se deshizo del estereotipo de que yo solo puedo hacer o escuchar rap si vengo de un barrio marginal o de una situación social difícil. Y no es así, aquí hay gente haciendo hip hop de todas partes simplemente por el amor que le tiene a la música. Y la escena está creciendo. Hay gente pagando entradas de 40, 50 lucas para ver a un artista local de hip hop y es muy valioso.
El hip hop es próspero en Bogotá y en Medellín, ¿dónde más podría gestarse?
Es difícil porque aunque parece estar aflorando, en una ciudad con 10 u 11 millones de habitantes como Bogotá no hay 20 grupos buenos de rap. Uno no puede decir que hay una propuesta lírica, performática, musical o artística que está bien elaborada y que propone algo distinto a lo que se hizo o se hace, eso no sucede. Había gente haciendo cosas en Cartagena o en Bucaramanga pero no sé mucho más acerca de lo que está pasando en el país. La vuelta también es que en otros lugares hay que apostar a otra cosa. Lo chimba que está pasando en Medellín y en Bogotá es que el hip hop le está dando a la gente para vivir. De pronto no para hacerse rico pero sí está haciendo algo y eso se nota. Cuando uno empieza a lograr eso la misma escena lo percibe y las cosas crecen y cambian de nivel y uno tiene más tiempo, más mente y hasta más plata para apostarle a cosa más grandes.
Cuénteme acerca de sus recuerdos más gratos en el escenario
Toqué en enero del año pasado en el Festival Centro, organizado por el Distrito, un evento pequeñito pero muy bien organizado. Mi hermano me enseñó que así sea en la ducha, en un ensayo o frente a 2 mil o a 200 mil personas uno siempre se lleva experiencias muy memorables. La primera vez que tocamos en Medellín el año pasado, en el Virtual Sound, fue muy chévere. El 5 de julio de 2014 es una fecha importante porque tocamos con No Rules Clan de Medellín, era la primera vez que venían, y Aerophon. El evento fue acá en Bogotá. Otro momento importante es el lanzamiento del álbum Cine Negro, el 12 de diciembre de 2014. Hubo un evento underground sin precedentes en el nicho cultural La Aldea, fue una vaina mágica. Aún la recuerdo y sonrío por dentro un montón.
¿Con quién se sueña compartiendo escenario y en qué escenario se sueña?
Me gustaría compartir escenario con Kendrick Lamar, Erykah Badu, Anderson .Paak, Robert Glasper Experiment. Respecto a escenarios, el Global Citizen que hacen en el Central Park me parece brutal. El festival Splash, que no me acuerdo dónde lo hacen (Alemania), pero es un escenario todo surreal. El Roskilde en Dinamarca, eso por encimita.
Hábleme ahora de sus influencias que no provienen de la música
En cuanto a la escritura, José Saramago y Umberto Eco. La vuelta es que yo estudié diseño gráfico, de ahí me inspiro a partir de Emmet Gowin y Saul Bass. La película francesa La Haine, ese cine negro, el Blackploitation noventero. Cintas como Dead Presidents, Clockers, Fresh. El mismo Tarantino. También vainas de animación como Cowboy Bebop. Es un mar de información del cual es muy complicado sacar vainas concretas. También me influye Jean-Michel Basquiat.
¿Cómo llega uno de Cowboy Bebop o Saramago a la música que usted hace?
Me identifico con Spike (protagonista de Cowboy Bebop) en el mood, mientras estoy rapeando. Me monto en la cinta del personaje que le vale verga todo pero sabe lo que tiene que hacer y cuándo hacerlo. Se trata de deformar el contexto para crear una realidad alterna mediante las letras o la música. De Saramago aprendí a transmitir las sensaciones más corpóreas con poquitas palabras, un ejercicio de síntesis muy propio del diseño también. Mi último EP, L.Q.M.E (Lo Que Me Eleva), está muy inspirado en un librito de él que se llama Las pequeñas memorias, sobre las memorias de su infancia, y cuando uno lee eso y después lee Ensayo sobre la ceguera entiende que lo escribió porque lo vivió de niño.
¿Cómo es la preparación previa al Estéreo Picnic? ¿Es similar a la de otro evento?
No ha sido una preparación regular según lo que veníamos haciendo. Ha sido bien exigente porque estamos probando cosas en nuestro show que no habíamos hecho antes. No nos estamos inventando nada, pero sí son cosas nuevas para nosotros al probarlas. Ha sido cuestión de ensamblar, de sentirnos contentos, frustrados, cansados, darlo todo para subir la vara en cuanto a lo que estamos haciendo. Anoche no más le decía a mi equipo recién terminamos el ensamble: “parce, en Colombia no hay un parche de hip hop con música de calidad como nosotros y además un show en vivo con lo que estamos dando nosotros”.
¿Hay alguna canción de la que se arrepienta?
No, de ninguna.
¿Y a cuáles les tiene más cariño?
Le voy a decir una de cada disco: de las viejas, Onda y partícula, de Cine Negro, Fall, de Tambor, Trajín, el single principal, y de Lo Que Me Eleva, Otro agosto.
¿Qué le espera como artista, qué sigue?
Trabajo duro, más música y más vida. Siempre y cuando haya vida hay posibilidad de hacer y mientras tenga posibilidad de hacer haré música y arte.
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