Gloria Luz Ángel Echeverri*
La visión y la vivencia de los cantautores ha ayudado a la reflexión. Ellos tienen la capacidad de análisis, de crítica, de mostrar la realidad de una comunidad a través de las letras de sus canciones. Por eso el cantautor extremeño Luis Pastor dice que “el cantante tiene que ser hombre que le preocupe su calidad tanto musical como poética”.
En meses anteriores escritores y músicos de la región española de Extremadura hicieron parte de varios eventos en el país. Estuvieron en el Centro Cultural y Educativo Español “Reyes Católicos” y en las ferias del libro de Manizales y de Medellín. Entre ellos estuvo Luis Pastor quien es uno de los cantautores españoles de más renombre, casado con Lourdes Guerra, hermana de Pedro Guerra, y padre de Pedro Pastor, también cantautor.
Él empezó cantando en iglesias, casas de amigos, salones comunales, parroquias obreras, centros culturales y juveniles que se organizaron en los barrios en épocas de la dictadura de Franco.
“Yo era un niño emigrante en los principios de los años 60, cuando la clase campesina española tuvo que emigrar a las grandes ciudades de España y algunos países europeos. Éramos pobres, campesinos, que llegamos a los extrarradios de las grandes ciudades, a los barrios de chabolas (favelas). Llegamos a la periferia de Madrid, a Vallecas que ha sido el barrio que le ha dado sentido a mi vida, a mis canciones y a la persona que soy. Yo era un Joselito con siete años y cantaba coplas como él, tenía mi manera natural de cantar flamenco. Trabajé en una tintorería a los nueve años. A los 14, me cambió la voz y a los 15 me compré una guitarra”.
Cambios a través del canto
Luis Pastor pensó que no iba a ser cantante, pero en su barrio había unos curas obreros que le enseñaron una iglesia distinta a la que existía en su aldea donde su abuelo era sacristán y que aunque era músico, nunca le enseñó nada. “Cuando llego a este barrio encuentro otra iglesia y comienzo a cantar allí. De pronto, aquellos curas nos abrieron su casa, ayudaban a los que éramos emigrantes y pobres. Las herramientas que nos dan aquellas personas tienen que ver con la cultura y la formación, sobre todo, con la grandeza y el sentimiento de valorar quién eres. Todo eso fue cambiando mi mentalidad y la de muchos jóvenes de aquella España franquista. Todo esto iba acompañado de la música y de la canción, de ser un cantante que canta para cambiar al hombre, la sociedad, el mundo, para hacer la revolución”.
A los 16 años de edad, Luis Pastor cantaba los fines de semana e iba a otros barrios, a parroquias obreras, a otras ciudades, casi sin cobrar, “éramos jóvenes militantes y lo hacíamos de manera altruista y luchábamos para transformar nuestra propia vida, la del barrio y la de la España franquista, y descubrir el poder de la palabra, de la poesía y de la guitarra”.
Grabó su primer disco en Cataluña, pero de las 11 canciones solo pudo sacar cuatro porque el resto las prohibieron. “Mi primer single era un poema de Pablo Neruda, ‘La huelga’ que se tuvo que llamar “La huelga del ocio”, porque cuando nos prohibían una canción, le cambiábamos un poco el título y la volvíamos a mandar a ver si ese día estaban despistados”. A partir de 1975 las grandes casas de discos se dan cuenta que hay un público detrás de estos jóvenes y empiezan a grabarlos.
Desde la poesía
Portugal es un referente para Luis Pastor y sobre todo el compositor y músico José Afonso. “Este hombre fusionaba África con Europa. Una canción suya, Grândola, Vila Morena, es el detonante para que los capitanes den un golpe de estado, echen al dictador y hagan que llegue la democracia a Portugal, en la Revolución de los Claveles. De esa canción tengo hecha una que se llama Grândola de mi querer donde hablo de otra revolución que tiene que venir en este siglo. A mí me atrapa la musicalidad, la lírica de ese señor, porque en el fondo tardé años en encontrar mi propia expresión, y a través de él descubro la música africana”. Ese descubrimiento hace que Cesária Évora cante tres canciones de Luis Pastor y que él compusiera para ella Verde Cabo de mis ojos.
Durante muchos años, Luis Pastor musicalizó letras de poetas prohibidos como Miguel Hernández, Rafael Alberti, Federico García Lorca, César Vallejo, Pablo Neruda… Hoy tiene dos discos con poemas de José Saramago. Sin embargo, a partir de los años 80 dejó de musicalizar a los poetas y comenzó a hacerlo con los escritos de sus grandes amigos y a finales de esa década empezó a escribir un diario de donde se han alimentado sus canciones y poesía actuales.
“Qué fue de los cantautores es recitado con música de fondo, es un poema donde cuento los 40 años de historia de mi país a través de la visión y de la vivencia de un cantautor. Ahí está contada la historia de España, desde la Dictadura hasta nuestros días”.
Siempre en la lucha
Luis Pastor dice que no ha dejado de ser el hombre que ha sido, “el hombre que aprendí a ser en Vallecas. Mi mensaje y mi lucha cultural y musical siempre ha ido unida, a veces poéticamente desde el interior, pero a veces también con sentimiento colectivo. Hay canciones de urgencia que a lo largo de la historia uno ha hecho por momentos claves. Hice una canción que se llamó No a la guerra. He sido un ser libre, independiente, nunca me he casado con nada ni nadie. En mis conciertos siempre he dicho lo que quería decir y he dado el mensaje que quería contar”.
Agrega que “sé que he tocado el corazón de mucha gente a lo largo de mi vida con mis canciones, pero sé que en los años 90 y en este siglo que estamos, mis letras, tanto si eran de amor o de desamor, o de temas sociales, o de realidades que vivimos y no asumimos, siempre siento que ahí es donde yo he dado lo mejor de mí”.
*Editora Papel Salmón.
Siempre he sido el hombre que aprendí a ser en Vallecas.
Foto/Gloria Luz Ángel/Papel Salmón
Pedro Pastor, Luis Pastor y Lourdes Guerra durante el concierto que ofrecieron en el Centro Cultural y Educativo Español “Reyes Católicos” de Bogotá.
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