¿Cadena perpetua o mejores familias?
El abuso sexual infantil es un monstruo subterráneo que arrasa niños y niñas, familias y hasta instituciones enteras. Brota renovada como una hidra venenosa, no porque hoy sea más frecuente sino quizá porque solo hasta ahora la estamos reconociendo. Por una razón muy simple: los niños y niñas son más fáciles de asustar, y muchos jamás se atreverán a contar sobre los vejámenes de los que fueron objeto. El miedo, la vergüenza y el silencio resultante son los principales cómplices de este crimen.