¿Cómo? ¿Acaso los niños hacen la guerra? No. Pero lo harán si su niñez es violenta.
Muchos adultos maltratadores fueron maltratados cuando niños, y muchos abusadores sexuales de niños y niñas fueron abusados sexualmente en su niñez. Así la rueda del dolor y el miedo se perpetúa generación tras generación.
Por eso la sociedad tiene que colocarse como meta detener ya el ciclo de maltrato y abuso infantil. No más el horror de Omar Alexander Mora, degollado en Puerto Boyacá por su madre mientras dormía; no más el ultraje a Yuliana Samboní, violada y asesinada por su raptor en Bogotá. Ambos niños que no podían defenderse de sus asesinos.
Hay que parar este sufrimiento infringido a niños y niñas, que se constituirá en un lastre de inseguridad y miedo por el resto de sus vidas y les impedirá ser felices. Su abuso está relacionado con depresión cuando son adultos, baja en la autoestima, incapacidad para establecer relaciones de pareja sanas, drogadicción, promiscuidad, prostitución, alcoholismo y suicidio.
¿Ya vieron la película Forrest Gump? Miren la historia de Jenny, la novia del protagonista. Eso es lo que ocurre con una criatura inocente cuando es sometida a los vejámenes sexuales que les causan los adultos.
Cada uno de nosotros, toda la sociedad debe hacer un compromiso con detener este flagelo. ¿Qué hacer? Lo primero es aceptar que existe y que está más extendido de lo que queremos concebir. La mayoría de los casos de abuso sexual contra niños y niñas ocurre en su propia casa, de manos de una persona que conocen perfectamente, en muchos de los casos el abusador es un familiar cercano. Pero también ocurre muy frecuentemente abuso en el aula escolar, de parte de compañeros o compañeras mayores que el niño o niña abusados. De suerte que el abuso no es producido mayormente por extraños. Esto nos dice que su prevención debe dirigirse a dos espacios claves de las vidas de los niños: la familia y la escuela.
Desde el Programa de Desarrollo para la Paz del Magdalena Centro - PDPMC, tenemos algunos productos desarrollados en casi 10 años de trabajo que pueden ayudar a formar familias e instituciones educativas sobre cómo prevenir este flagelo. El primero, es el curso Familia Células de Paz construido con el apoyo de la Diócesis de La Dorada-Guaduas y la Universidad de Caldas, que cuenta con el aval académico del programa de Desarrollo Familiar de la universidad. Se trata de 6 módulos que abordan los diferentes aspectos que debe desarrollar una familia para convertirse en una promotora de paz dentro de la comunidad, empezando por la armonía y el respeto entre sus propios miembros.
El otro, es el diplomado Apersonémonos de la Democracia, un curso dirigido a jóvenes de instituciones educativas para que desarrollen el sentido de la ciudadanía, el amor por el territorio y el conocimiento de los derechos y deberes que nos asisten como ciudadanos colombianos. Un aspecto importante de este diplomado es el componente de transformación de conflictos, que tiene como finalidad ayudar a los jóvenes a tramitar sus diferencias de una manera constructiva y civilizada.
Ponemos a disposición de las alcaldías y las comunidades afectadas por los fenómenos del maltrato y el abuso sexual infantil, éstas experiencias para tratar de superar el daño que están causando a los niños y niñas de nuestro territorio, y comprometiendo nuestras posibilidades de un futuro en paz para toda la región.
Javier Moncayo Plata
Director Ejecutivo - PDPMC
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