Acaba de morir el único genio universal que hemos conocido en vida. No conocimos a Copérnico, ni a Galileo, ni a Newton, incluso no conocimos a Einstein, aunque de él nos quedan las fotos, además de su inmensa construcción teórica sobre la relatividad. Pero a Stephen Hawking si lo conocimos, a este sabio si lo vimos en cine y televisión, incluso en apariciones en comedias televisivas como la de los Simpson.
Este hombre fue grande en muchos aspectos: como científico, como ser humano y por su sentido del humor. Me gusta recordar la faceta humana de este astrofísico inigualable. Un joven alegre, cordial, picante, que descubre a sus 25 años que padece una enfermedad que en general mata a las personas en un lapso no superior a 5 años. Pero él, con su optimismo y tenacidad, sobrevivió más de 50 años, y lo hizo con un cuerpo que ya no respondía, expresando el prodigio de su mente inquieta por medio de aparatos, ofreciéndonos sus ideas aun en medio de tan estrecha condición.
Como si fuera poco fue esposo y padre de tres hijos, y un conversador lleno de chispa y buen humor, algo que para alguien en sus mismas condiciones no hubiera sido siquiera pensable.
A mi me gusta referir una conferencia que ofreció Hawking sobre agujeros negros, en la cual hizo un parangón entre estas figuras de la física y la depresión. Decía: “Los agujeros negros son parecidos a la depresión: no son completamente negros y siempre conducen a nuevos mundos. Por esto, a ninguno de los dos hay que tenerles tanto miedo”.
Para mí el aporte más significativo de Hawking a nuestra comprensión del universo fue el perfeccionamiento de la teoría del Big Bang. Esta teoría supone que el universo surge de un gran estallido y que se encuentra actualmente en expansión. La evidencia surge de una radiación de microonda que se encuentra en el espacio, y que sería el eco de este estallido original. ¿Qué había antes de este estallido? ¿Qué produjo este estallido? Esas son cuestiones sobre las que indagó toda la vida Stephen Hawking y sobre las cuales no dio una respuesta definitiva, pero que por momentos lo acercaron a la concepción de Dios.
Pero unos meses antes de morir Hawking hizo una previsión aterradora. Lo es porque la expresa alguien acostumbrado a sustentar sus ideas con rigurosos ejercicios matemáticos. O sea, no es de las personas que especulan. Stephen Hawking dijo que antes de 30 años la humanidad debería empezar a abandonar la tierra, porque para finales del siglo XXI la tierra estará tan densamente poblada que los humanos chocaremos “hombro con hombro”, las necesidades de energía harán de la tierra un planeta incandescente, y la contaminación y los cambios de la atmósfera la harán inhabitable. ¡En solo 30 años! ¡Casi que nos toca ir haciendo las maletas! Y hablando de esto: ¿Cuánto costará un pasaje a Marte o a la Luna? ¿Podrán los pobres pagar este pasaje? A juzgar por la poca gente que puede subirse en las naves espaciales, podemos suponer que nosotros tendremos que quedarnos. Así que no nos queda de otra: tenemos que pensar en recuperar este planeta, porque aquí tendrán que vivir las generaciones que nos siguen o morir si no somos capaces de detener el desastre que nos viene. Como dicen en mi tierra, Stephen Hawking echó adelante en el camino. Esperemos que sus últimas previsiones no resulten del todo ciertas. Nos toca trabajar muy duramente para que esto ocurra.
Javier Moncayo
Director Ejecutivo PDPMC
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