El discurso de la democracia dice que los funcionarios públicos, incluido el Presidente y los Congresistas, son servidores del pueblo. Se insiste en que la soberanía radica en el pueblo y que los funcionarios que se eligen reciben del mismo pueblo un mandato que deben cumplir. ¿Pero cómo expresa el pueblo ese mandato? ¿Cómo saben los candidatos qué quiere el pueblo? En general, las campañas nos dicen lo que los candidatos piensan que se debe hacer. Para esto se apela a la propaganda política, al discurso en plaza pública, a los debates en televisión.
En la región central del valle del río Magdalena los pobladores participantes del Programa de Desarrollo para la Paz del Magdalena Centro han formulado una apuesta de desarrollo territorial y construcción de paz que recoge el diálogo de 12 años que han adelantado en el territorio, y que expresa las esperanzas surgidas en la región posterior a la firma del acuerdo de paz entre gobierno y guerrilla de las Farc.
“Tenemos un territorio viable. Nosotros lo sabemos. ¿Usted lo sabe?”
Es una de las preguntas orientadoras de la presentación de las propuestas que hacen los pobladores para empezar la discusión sobre el desarrollo de la región. Muestra el grado de conocimiento que han alcanzado desde los diversos escenarios de trabajo que se han constituido en más de una década del Programa, que incluyen los procesos de recuperación de las cuencas de los ríos Guarinó y Miel, la Escuela de Liderazgo Ambiental, la Escuela de Comunicación Magdaleneando, el diplomado en formación política Politeia, la escuela comunitaria Efhecto, la escuela de Familia Células de Paz, el Consejo regional de equidad de género y tantas otras ricas experiencias de fortalecimiento de las comunidades de la región.
“¿Cómo garantizará el empalme generacional en el sector rural?”
Esta es una preocupación de los pobladores ante la evidente migración de los jóvenes campesinos hacia las ciudades. El campo se está quedando solo con sus viejos, y cuando ellos ya no puedan trabajar, el campo se morirá. Esto no le conviene a Colombia. La producción campesina es la base de la diversidad alimentaria de nuestro país, esta a su vez es la base para la salud de nuestra población. Así que tenemos que hacer del campo un atractivo para nuestros jóvenes campesinos.
Así que proponen una educación para el campo que no estimule a los jóvenes para ir a la ciudad y probablemente no regresar jamás. Modelos como el de Escuela Nueva, Hogares Juveniles Campesinos y Universidad en el Campo, deberían cualificarse y ampliarse para que los futuros presidentes de Juntas de Acción Comunal, o de asociaciones de productores hagan sus estudios sin dejar de mirar el campo en el que van a aplicar lo aprendido.
Proponen también que las familias campesinas puedan desarrollar proyectos agropecuarios, de turismo o protección del ambiente, entre otros, que les den ingresos suficientes para vivir cómodamente en sus fincas, con casas bien arregladas, cómodas, con todos los servicios incluido el internet. Y con carreteras que les permitan transportar sus productos, traer a sus clientes, y llevar a sus hijos al colegio de una manera segura y oportuna.
Los campesinos quieren vivir bien. Con todos los adelantos de las telecomunicaciones. Para que sus hijos puedan mantenerse actualizados y los adultos puedan sacar ventaja de la información para el manejo de sus negocios. Quieren estar tranquilos, en la noche, las familias reunidas conversando, sin albergar temores sobre la oscuridad circundante. Quieren la paz y no están dispuestos a negociarla.
¿Será que los políticos quieren escuchar a las familias campesinas?
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Javier Moncayo Plata
Director Ejecutivo PDPMC
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