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Son al menos 140 candidatos de catorce partidos que en el Valle del Cauca se disputan 13 escaños en el Congreso de la República.
La batalla es voto a voto en el Partido Liberal, que cuenta con candidatos muy fuertes y con estructuras sólidas. Pero la puja también se vivirá entre conservadores e incluso en el Centro Democrático, que no quiere perder espacio, pues en las pasadas elecciones legislativas se quedó con una curul con el actual representante Carlos Cuero, nativo del Distrito de Aguablanca, de Cali. Mientras que en el Senado tuvieron a Susana Correa quien no regresará, pero aspira a que un aliado político sea su reemplazo.
Cambio Radical, consideran dirigentes políticos, perdería una de las dos curules que hoy ostenta. Lo mismo podría pasar con la Alianza Verde e incluso con los conservadores.
Para el Senado, la expectativa se concentra en Cambio Radical, donde tres aspirantes luchan a brazo partido. De un escaño, quieren pasar a tres. El panorama luce más claro para el Partido de la U, al que le auguran tres senadores y la mayor votación, dado que controla la Gobernación, trece alcaldías y otras dependencias.
Los conservadores, por su parte, confían en obtener dos senadores. Pero las cosas no están claras para el Centro Democrático, que tiene una curul en Senado y esta vez postuló tres aspirantes en el Valle, partiendo así la votación. Entre los liberales hay escepticismo sobre esa corporación.
Pero el problema en el Valle del Cauca no es solo en el tema político-electoral, la situación de riesgo, alertó la Misión de Observación Electoral (MOE), está estrechamente ligada con el tema de seguridad.
Alejandro Sánchez, coordinador de esta organización en la región, sostiene que la desarticulación de grandes estructuras criminales hizo que sus integrantes se volcaran a las ciudades fomentando la inseguridad, lo que se ha convertido en el principal riesgo que enfrentan las elecciones legislativas.
Incluso, Cali, la capital del Valle del Cauca, y Buenaventura se encuentran en riesgo extremo, según los análisis que ha hecho la MOE.
Óscar Duque, politólogo de la Universidad Autónoma de Occidente, coincide con esa apreciación. “Para nadie es un secreto que la violencia en Cali y en otros municipios como Jamundí, Buenaventura, Yumbo, y en muchos otros municipios se convirtió en un problema real”, asegura.
En esta región, durante el 2017, en siete municipios hubo asesinato de líderes políticos, sociales y comunales, por lo que están prendidas las alertas.
Además de la violencia, otros factores como la debilidad institucional del Consejo Nacional Electoral, el acceso a los puestos de votación, la participación política de los funcionarios para quienes está prohibida, la transhumancia electoral proveniente de Venezuela, la influencia de las disidencias de las Farc, las economías ilegales y hasta las noticias falsas, representan un riesgo para las elecciones en el Valle.
La politólogo Rosalía Correa dice que también es preocupante la agresión verbal y en redes sociales entre los mismos candidatos. “Nos hemos acostumbrado a tener el gallo de pelea debajo de la axila y es preocupante porque hemos llegado a un tipo de intolerancia muy alto. Que a usted le digan 'castrochavista' por pensar distinto ya es un riesgo”.
Retos
Además de combatir la delincuencia e inseguridad, los analistas sostienen que son varios los retos que enfrenta el Valle del Cauca en estas elecciones.
Para Rosalía Correa, el primero es la convocatoria a votar. Cree que la participación en estas elecciones va a ser una de las más bajas porque la gente siente mucha animadversión por los candidatos actuales y el clima político. “Ellos piensan que si no votan, así protestan”, explica.
Indica que incluso, los políticos acostumbrados a las grandes maquinarias tendrán que mover mucho dinero o van a obtener una votación muy baja, porque ahora hay menos recursos por parte de los empresarios quienes ya no se miden “de manera dedicada como antes”.
También advierte sobre la calidad de propuestas y trabajo de los aspirantes, “porque son contados los candidatos por los que se puede votar. No hay calidad”.
En este sentido, el politólogo Óscar Duque dice que, por ejemplo, Cali es la segunda ciudad en términos de importancia, pero es la última en la que piensa el Gobierno nacional para implementar sus planes. “Los problemas de movilidad, de infraestructura, de inseguridad se han venido resolviendo en otras ciudades, uno lo que le pediría a los congresistas, no importa el partido, es que luchen, más que por sus propios intereses, por establecer cómo catapultan a Cali y al departamento”.
En el Valle del Cauca instalarán 1042 puestos de votación.
Potencial electoral: 3.478.412
La Registraduría Nacional tiene dispuestas 9980 mesas.
Un total de 67.163 jurados sorteados por la entidad.
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