En mayo de 2018 Omar Mora, de tan solo cuatro años, fue torturado y luego degollado por su propia madre, en un crimen que sacudió los cimientos de la comunidad de Puerto Boyacá.
El mismo alcalde expresó en medio de su consternación, que no era posible que los niños fueran violentados precisamente en los sitios y por las personas que debían ofrecerles protección, es decir, en sus familias.
Como un aporte para tratar de ayudar en algo con esta terrible problemática, desde el PDPMC ofrecimos realizar un ejercicio de Familia Célula de Paz en los barrios más afectados por situaciones de violencia intrafamiliar. La idea era firmar un convenio con la alcaldía de Puerto Boyacá para procurar unos resultados que después pudieran ser sostenidos en el tiempo por la misma administración.
El convenio nunca se firmó, pero nosotros cumplimos con el compromiso y adelantamos el proceso Familia Célula de Paz en los barrios Chambacú y Brisas Bajo, con el apoyo de lideresas del municipio que participan de nuestro Programa.
Muchos niños y niñas de estos barrios acuden periódicamente a este proceso junto con sus familiares adultos, para reconocer mediante juegos y lecturas que la familia es un espacio para el amor, el respeto, la protección, y que una familia respetuosa y cuidadosa de todos sus miembros, niños, niñas, adultos hombres y mujeres y personas de la tercera edad, es una fuente de una ciudadanía sana en la que se cimenta la paz.
Yeiner Andrés, un niño de 13 años que fue criado por su abuela, era uno de estos niños que participan felices de este proceso de formación familiar. En el barrio le decían “Mundito”, quizás por su ánimo siempre dispuesto y porque nunca se quedaba quieto en un mismo sitio. A pesar de ser un niño con condiciones precarias de crianza, nunca se le vio consumiendo droga o asumiendo actitudes violentas.
El 5 de octubre pasado fue asesinado por un hombre que disparó a diestra y siniestra un arma de fuego en medio de una riña con otras personas y allí terminó la alegría de “Mundito”.
Tenemos una sociedad que asesina a sus niños y niñas. A veces pensamos que con más violencia vamos a curar el mal.
Pero esto no pasa solo en Puerto Boyacá, ocurre tristemente en todo el país y en todo el mundo. Colombia es el tercer país con más muertes violentas de niños, niñas y adolescentes. En el primer semestre de este año han sido asesinados 344 niños y niñas, lo que equivale a 2 niños y niñas cada día.
Omar y Yeiner nos tocan porque hacen parte de nuestra vida cotidiana. En su memoria debemos seguir haciendo esfuerzos incansables para protegerlos de la violencia, en un mundo al parecer cada vez más desesperado y violento.
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Javier Moncayo Plata
Director ejecutivo PDPMC
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