SE ARREGLÓ
El domingo se quedó sola en la casa desde temprano y todo el tiempo, hasta el medio día que salió para la caseta comunal junto a la escuela, se dedicó al arreglo cuidadoso de su cuerpo y de la ropa que vestiría para la ocasión. Se lavó la precaria cabellera en el tanque de la parte de atrás, junto al cerco de alambradas que separa la casa y los potreros de la hacienda lechera de los curas; remojó el pelo con agua que sacó del lavadero con una totuma y lo estregó como si fuera ropa contra la batea de cemento. Metió los pies en un tazón de aluminio abollado y deforme que había llenado con agua caliente salada mientras se pasaba por el pelo una peineta de plástico para desenredarlo, y se cortó las uñas de los pies, ablandadas por el remojo, con unas enormes tijeras de sastrería. Se pintó con esmalte rosado los muñones de las uñas y siguió peinando las madejas de pelo gris mientras se secaban. Tenía listo y aplanchado el vestido de extravagante verde lora con estrecho cinturón de acrílico dorado, y las medias veladas de edad indefinida. Y almidonadas las enaguas amarillentas que conservaban el monograma de recién casada de alguna señora de sociedad. Limpió con un cepillo de cerda los zapatos de terciopelo falso con tacones de plástico como cristal salpicado de puntos dorados. Se hizo una trenza que después envolvió formando una moña que amarró con un lazo de cinta de color similar al del vestido. Se untó la cara primero con una espesa pomada color piel, luego con rubor rosado fuerte y con las yemas de los dedos una sombra violeta en los párpados. Se puso colorete carmesí por fuera de la línea de los labios luego de limpiarse con gran cuidado los dientes con una raíz de limoncillo, y se colgó los aretes de inmensos rubíes de fantasía. Los zapatos y las medias le quedaban grandes y resaltaban la flacura triste de las piernas, que el vestido dejaba ver hasta bien arriba de las rodillas. En el baño se paró sobre el banco de ordeñar para caber en el espejo del gabinete. Le gustó mucho lo que vio. Era una grotesca caricatura de mujer.
ENTRE APUNTES
Apuntes entre apuntes en las libretas del Profe:
Afuera, la ciudad en ferias…
Un día, que puede ser la vida entera, y cuyos instantes se estiran en el tiempo.
No la vida toda. Un rato, una mañana, todo un día.
Limpiar anteojos… plato montañero; y otra miada… a toda carreta verborreica. O pensamientorreica. Sobre todo cuando se respira y se siente y se percibe en los picos altos del cicloritmo. Más creativos; aunque bajados echemos la misma historia, pero en nota “no”.
Un día culo. Para un cacho, que lo arregla o se lo acaba de cagar.
Café o no café. O chaqueta (tinto y panela) con el de ayer. Panelazo.
Mosco a la vista. Puchadito. Moscos negros (asquerosus, asquerosus). Los hijueputas oyen el sacudido del atomizador del veneno, o ven el color, que siempre es subido; se la pillan. Y riegan el cuento, como las cucarachas. Éste cayó, fue dado de baja. Casi se vuela, pero llevó… Sí, bandeja paisa con lentejas. Fusión a lo Leo Espinosa, rebuscada. Arroz en bajo; mientras está la costilla calentar las lentejuelas y una arepa. ¿Y choricito? ¡Qué hambre! Fijos huevo y ensalada. Sin plátano. Out of maduro. Más corrientazo que bandeja paisa.
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