Ángela Patricia Jiménez Castro*
Cuando se pronuncia la palabra ‘Manizales’ se esboza un imaginario colectivo que la reconoce como La fábrica de atardeceres, gracias al poeta chileno Pablo Neruda; como La perla del Nevado del Ruíz, por su cercanía con el Parque Nacional Natural Los Nevados; también como La ciudad de las puertas abiertas, debido al gesto amable de sus habitantes, o por edificios tan emblemáticos como La Catedral, La Gobernación de Caldas y la torre El Cable que son monumentos patrimoniales de la nación. Y es precisamente desde allí donde nace la importancia de Manizales vista desde su riqueza patrimonial que, finalmente, termina reflejando los valores culturales de la sociedad.
Hablar con detalle sobre Patrimonio implica detenerse en caracterizaciones de tipo urbanístico, arquitectónico y artístico del municipio, es en este sentido donde nace el Centro Histórico de Manizales, declarado desde 1996 como Monumento Nacional gracias a su arquitectura republicana con la particularidad en el uso de la técnica del bahareque encementado. Este es el legado del departamento caldense que le aporta no solo al país, sino al mundo.
Manizales: al estilo de una ciudad europea
Las construcciones en Manizales se hicieron inicialmente se realizaron en tapia, luego se pasó al bahareque en caña brava y finalmente se llegó al bahareque en guadua.
Manizales permite un terreno especial para ser leída a través de su arquitectura republicana, considerada como la más completa del país. Una transición histórica es el testimonio que enmarca esta premisa sobre la ciudad: inicialmente las construcciones se realizaron en tapia, luego se pasó al bahareque en caña brava y finalmente se llegó al bahareque en guadua, una tipología constructiva popular, pero exitosa, debido a la característica de ser sismo-resistente por naturaleza.
Con los incendios de la década de los años veinte se da nuevamente una transición con la intención de cambiar totalmente la ciudad, esta vez en busca de una imagen más europea y menos americana. Para ello se pretendió imitar los estilos eclécticos donde predomina una mezcla entre los elementos románicos, renacentistas, neoclásicos e incluso egipcios, entre otros, “muy bonitos y ricos al ojos, pero caóticos en su ideología porque no había un tratamiento y planteamiento central: ese es el Centro Histórico”, como lo afirma el historiador Pedro Felipe Hoyos Korbel. Agrega que jurídicamente el Patrimonio de Manizales es considerado desde el Centro Histórico, que inicia en la calle 17 hasta la calle 24, es decir, el área afectada por el gran incendio.
Atrás quedaron entonces los materiales como la madera y el bahareque y llegaron a Manizales arquitectos e ingenieros europeos para instaurar las técnicas de este legado arquitectónico. Algunos nombres representativos son el francés Julien Polty, los italianos Angelo Papio, Giancarlo Bonarda y Giovanni Buscaglione, y el alemán Whilelm Lehder.
Actualmente siguen vigentes manzanas enteras que contemplan un ambiente republicano en su mejor expresión, atmósfera que debe conservarse a pesar de los cambios que emergen con las nuevas generaciones, pues son estos valores históricos los que configuran la memoria colectiva de la sociedad y permiten vincular la riqueza del pasado al presente. Este aspecto convierte al Centro Histórico en patrimonio de todos los colombianos y no solo de los manizaleños. Como dato referencial de esta premisa se consideran aproximadamente 150 edificios que pertenecen al estilo republicano y han sido declarados como parte del patrimonio arquitectónico nacional.
Aporte precolombino
El contexto arquitectónico de Manizales no solo significa un panorama de estructuras técnicas y estilos enmarcados en una época, sino que devela también aportes sociológicos de las primeras culturas de la región. Una de estas características está relacionada con el legado de la población indígena, quienes construían inmensas malocas sin puntillas ni hierro, solo con el ejercicio de atar con bejucos, palma y guadua. Con el bahareque se sintetiza esta técnica debido al alto costo que implicaba construir con materiales de hierro en la época colonial. Allí está el aporte cultural precolombino, pues si hoy se despojan algunas casas de su decoro interior y las paredes quedaría la clara imagen de una maloca habitada por los indígenas.
La Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Manizales
No se puede hablar del Centro Histórico de Manizales sino aparece en el complejo paisajístico La Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario, un edificio blindado por el esfuerzo cívico y orgullo de los manizaleños, quienes aportaron con recursos y trabajo para su reconstrucción luego de que se incendiara en 1926. “La Catedral es una construcción donde confluyen tres parte de la sociedad muy importantes: la civil, el Clero y el Gobierno en aportar recursos para construir y dotar a Manizales de una iglesia desproporcionadamente grande en aquel momento, y que hoy en día no se ha terminado”, indica Hoyos Korbel.
Es una de las iglesias más altas de América con 113 metros de altura y llama la atención por el estilo neogótico construida en ferroconcreto. Una de sus características principales son los vitrales, enmarcados históricamente desde 1846, más antiguos que la misma ciudad, según el historiador; solo desde los 850 vitrales que rodean la edificación se puede estudiar la historia del arte universal.
En este sentido vale la pena rescatar que La Catedral no solo representa la magnitud de su arquitectura, sino la expresión cívica de los manizaleños, donde posiblemente, cada abuelo o bisabuelo de esta región podría afirmar que aportó con trabajo o dinero para hacer realidad ese sueño colectivo que refleja el gesto de una sociedad histórica apasionada y sumamente arraigada a sus principios y creencias.
Palacio de la Gobernación de Caldas
El Palacio de la Gobernación de Caldas es el más coherente dentro de todos los estilos con un lenguaje neoclásico.
Por su poder cívico y su elegante estilo ya es predominante el Palacio de la Gobernación de Caldas, el conocido edificio amarillo, ubicado en la carrera 21, entre calles 22 y 23, y el más coherente dentro de todos los estilos con un lenguaje neoclásico: sus estructuras, adornos, diseños, pisos, corredores y techos sugieren una estética sofisticada republicana en su máxima expresión. Como lo dijo el escritor Carlos Augusto Jaramillo Parra en su texto Manizales, al calor del frío, “las volutas, los arabescos y el eclecticismo se unen para formar una de las construcciones más ricas de la arquitectura republicana en la región.”
Más riqueza republicana
Es claro que la belleza arquitectónica de Manizales y su valor histórico es amplio y seductor para deleitar a sus habitantes y visitantes, allí radica uno de los valores patrimoniales más importantes para la ciudad contemplado por una estética predominante y expresiva. Como parte de la documentación encontrada sobre este panorama aparece esta descripción: “Descubrir el centro de Manizales es ser testigo de una de las más fuertes expresiones del espíritu de una época donde sus habitantes erigieron un conjunto arquitectónico tan valioso que de acuerdo a los expertos es el más extenso y homogéneo que la arquitectura republicana conserva en el país”, y esto solo demuestra que más allá de los cambios enmarcados en la modernización que trae consigo la globalización es necesario detenerse y reconocer o conocer las características artísticas y tradicionales que predominan en Manizales.
El Palacio Arzobispal es otra de las edificaciones emblemáticas de Manizales con una arquitectura imponente y llamativa.
El Palacio Arzobispal, ubicado en la carrera 23, entre calles 20 y 19, es otra de las edificaciones emblemáticas de la ciudad con una arquitectura imponente y llamativa. En el recorrido también aparece el Edificio Sanz, antiguo Hotel Europa, construido en 1927 por los arquitectos italianos Angello Papio y Gian Carlo Bonarda, por encargo del prestigioso comerciante de la ciudad, Manuel Sanz. Algunos la consideran como el edificio más solemne de la carrera 23, gracias a su estructura y decoración netamente clásica. Según algunos expertos, “el detalle principal lo constituye la esquina ochavada y el remate del frontón con dos esculturas en mármol de Carrara que representan a Mercurio y a Minerva, el progreso y la riqueza.
Vale la pena resaltar en el mosaico arquitectónico la Plaza Bolívar de Manizales, un escenario tradicional que históricamente se ha convertido en el punto de encuentro de los manizaleños, pero éste es solo uno de sus valores simbólicos, pues la Plaza, antes Plaza de la Libertad, despliega todo un contexto artístico que engalana el panorama; allí dos murales en cerámica del artística manizaleño Guillermo Botero exaltan este apelativo.
El estilo republicano se sigue complementando con otras estructuras y elementos que otorgan identidad cultural a Manizales, algunos están contemplados dentro del Centro Histórico, como las casas ubicadas sobre la carrera 23; pero existen otros edificios cargados de sentido histórico y deleite arquitectónico, como el Palacio de Bellas Artes, el Cable Aéreo, La Torre de Herveo, hoy ubicada en El Cable y uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad que permanece vestida de luces amarillas al caer la noche; éste se ha convertido en uno de los puntos reconocidos de Manizales donde las personas capturan algunos de los mejores momentos de la panorámica paisajística de la ciudad, desde diferentes ángulos. Por otro lado, está la Universidad Autónoma de Manizales, construcción típica republicana de 1927, donde funcionó la estación del Ferrocarril de Caldas. En 1970 el edificio fue restaurado por la misma Universidad. El Cementerio San Esteban también entra en este mosaico de arquitectura republicana y el barrio Versalles, donde solo quedan, según Hoyos Korbel, aproximadamente cinco casas con este estilo.
Centro Histórico: un fenómeno social y cultural de Manizales
El recorrido por la arquitectura republicana de Manizales y su Centro Histórico es un fenómeno social y cultural; desde la decoración ya se visualiza, según el historiador, una individualidad llevada al exceso, donde los adornos de cada estructura no se repiten con la ornamentación de otra, este es el símbolo que refleja “nuestro temperamento terco, dados a nuestro parecer, que nos resalta que somos únicos y era de esta manera que nuestros abuelos resaltaban esta característica sociocultural: a través de estas edificaciones donde no hay ninguna que se parezca”.
Es así como aún se sigue luchando para que el concepto de Patrimonio permanezca vigente y sea aceptado por las personas, desde las generaciones que han olvidado su valor simbólico hasta las nuevas que desconocen su trascendencia. La mayor importancia de este Patrimonio radica en que es el reflejo de las raíces de los manizaleños, desde sus creencias y convicciones, hasta su carácter y comportamientos.
Este panorama invita a preguntarse por el pasado, pero el pasado de Manizales, preguntarse por qué se tienen calles con estas estructuras, por qué viene el turista a deleitarse con este paisaje arquitectónico y por qué se insiste en conservar sus edificaciones. Hay un dicho que dice: “Aquel que no conoce la historia, está condenado a repetirla”, y esta es la conciencia histórica de Manizales, es cultura general, es el arte que se debe preservar como legado heredado de los abuelos; no es una moda, es un fenómeno social, a pesar de sus problemas de movilidad.
El impacto en el turista
El despliegue turístico de La fábrica de atardeceres, La perla del Nevado del Ruíz o La ciudad de las puertas abiertas es cada vez mayor; para un visitante el Centro Histórico y la arquitectura republicana de Manizales representa la huella de la idiosincrasia de Manizales, su gesto y expresión cultural, y por ello debe preservase.
A los manizaleños les hace falta sentido de pertenencia por esta riqueza histórica, “esto se da por nuestra característica arribista y esnobista, no estamos hablando del Centro Histórico de Cartagena, solo estamos haciendo la labor de emanciparlo y de mostrar lo importante que es”, enfatiza el historiador.
*Periodista.
@AngelaJimC
El Centro Histórico de Manizales fue declarado en 1996 como Monumento Nacional.
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