La siguiente ponencia participó en la 1er. versión del Foro Juvenil: Imaginando al mandatario ideal, organizado por el Programa Prensa Escuela y apoyado por la Corporación Cívica de Caldas. Este se efectuó el 1 de septiembre del 2015.
Hablar de política en tiempos de desesperanza es un tanto complicado, porque la sociedad poco cree en sus dirigentes, sin embargo no hablar de ella y no participar agudizaría más esta situación. Es el momento de que los jóvenes tomemos consciencia de la importancia de vincularnos directamente con los asuntos políticos, dado que nosotros tenemos que suceder a nuestros mandatarios, teniendo ideas frescas e innovadoras que contribuyan con el desarrollo de la región y del país.
Es hora de dar a conocer la idea central de este texto; la cual iremos defendiendo a lo largo del escrito, la política bien entendida debe estar relacionada con la moral y la virtud, es decir no puede haber un político que quiera resolver los problemas sociales, pensando sólo en su beneficio. Esta ha sido una idea que se ha venido discutiendo a través de la historia con filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles, que nos enseñaron que la política es el arte de gobernar a través del bien común, entendiendo éste como la manera de distribuir y administrar los recursos de un estado de forma equitativa, que favorezca a los sectores más desprotegidos, demostrando con ello la honestidad y el servicio a los demás.
Así pues, en la política es fundamental la moral y la virtud, dado que éstas, conllevan a que se presenten sociedades libres, compuestas por personas con los mismos valores, que ayudan a resolver los problemas que plantea su convivencia colectiva, resolución que debe tener como fin el bien común. De tal modo que, un mandatario ideal debe ser una persona virtuosa en cualquier cargo que le fuese asignado, ya sea: presidente, Gobernador, Alcalde, Senador, diputado o concejal, debe tener claro que la moral es aquella que le ayudará a regular su manera de actuar, en tanto es ésta la que le favorece para pensar en las necesidades de su pueblo, olvidando los intereses particulares.
Por lo tanto, un mandatario ideal debe ser respetuoso con la sociedad, honesto y sobre todo comprometido con los demás, sin perder los objetivos con los que se inicia en una vida pública, con promesas que se cumplan a corto, mediano y largo plazo; las personas ya están cansadas de la “politiquería”, entendiendo este término de forma peyorativa y la cual usan algunos candidatos o políticos para el uso de la política de intriga o de bajeza. Es decir, están cansados de que sólo los usen para el momento de las elecciones con el fin de obtener más votos y que después se olviden de ellos.
Cuando se habla de política en mi vereda es frecuente escuchar un sinfín de historias, además de un rechazo colectivo por las elecciones, anécdotas como la de Don Roberto, un señor de 56 años que recuerda que en épocas electorales algún día recibió la promesa de un candidato sobre la adquisición de vivienda propia, pero él cuenta entre risas que lo único que logró fue llenarse de firmas y de papeles que nunca sirvieron para nada.
Es por este motivo, que al pensar en un mandatario ideal no se puede dejar de lado la moral y la virtud. Un mandatario ideal como lo dijo alguna vez Aristóteles debe suponer que la administración de un pueblo es lo mismo que la administración de una casa, sólo que en diferente tamaño, es decir así como hay que pensar en el beneficio común en una familia, también se debe hacer en un estado, además ese mandatario ideal debe tener presente que las monarquías se acabaron y que ahora se habla de una república en donde el pueblo a través de la democracia es el que gobierna, y que dicho mandatario sólo es un administrador que debe hacer muy bien su trabajo para que la gente logre bienestar social.
Para el caso, un buen administrador, debe tener capacidad de gestión, debe ser un buen líder, debe ser leal, justo y sobre todo respetuoso con el pueblo en la medida en que distribuye los recursos de manera equitativa.
Para concluir, un mandatario debe ser como los súper héroes, utilizando el poder que le entrega el pueblo para hacer para hacer el bien, y ayudar en nuestro país a crear políticas de gobierno que conlleven a la paz.
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