Desde hace varios años se viene adelantando en Colombia y en muchos países del mundo, la experiencia de trabajar en una entidad siendo apenas estudiante de una academia superior. Es la práctica laboral que, en definitiva, es el primer empleo oficial como si se fuera profesional. Ejercicio que permite al joven vislumbrar el panorama de trabajo para un futuro próximo.
Aquello de práctica es un formalismo. Para no faltar a la verdad, este es un trabajo de verdad, con responsabilidades y compromisos que le permite a los estudiantes poner al servicio de las empresas los conocimientos adquiridos en la academia, por lo menos ese es el oficio designado en el Programa Desarrollo para la Paz del Magdalena Centro, estudiantes de la Universidad de Caldas, la Universidad Autónoma de Manizales y la Universidad del Quindío, así lo han hecho.
Según estudio realizado por Universia y Trabajando.com en algunos países de Latinoamérica, en los que se incluye Colombia, el 69% de los universitarios encuestados considera las prácticas profesionales son fundamentales para adquirir experiencia laboral y poder así acceder de manera pronta a un empleo.
La posibilidad de poder aplicar los recién adquiridos conocimientos en la academia los hace un recurso valioso a la hora de poner en práctica los procesos con los pobladores del Corazón de Colombia.
El contacto multicultural que se vive en las universidades y la interacción con un sin número de personas con distintas vivencias es fundamental para lograr llegarle a los pescadores, campesinos y demás habitantes de la región, con un carisma propio de quien, aunque está por enseñar, se encuentra abierto siempre a aprender sobre las distintas dinámicas sociales y familiares propias de la región.
Distintos estudiantes se han visto beneficiados con este ejercicio pues les ha ayudado a obtener la experiencia vivencial para la cual se preparan en las universidades pero que no pueden poner en práctica allí. Esto les ofrece una ventaja sobre aquellos egresados que por su falta de experiencia no alcanzan a ser tenidos en consideración para ocupar vacantes.
Estas iniciativas traen ventajas a empresas y a estudiantes. En el caso del PDPMC el trabajo de los estudiantes es directo y las funciones son propias en las áreas en las cuales se han preparado. Son esos conocimientos frescos los que se transmiten a las distintas familias y que sumados a un excelente trato con los pobladores de la región arrojan los resultados esperados en la interacción con la comunidad.
Con estas medidas, que adoptan muchas empresas, se promueve el empleo y el emprendimiento juvenil, se acerca mucho a lo que le apunta la Ley 1780 de 2016, que busca que entidades generen empleo a jóvenes entre 18 y 28 años, beneficiando a dichas entidades con incentivos tras la vinculación de estos al sector productivo.