Diana L. Gutiérrez y Mateo Yepes Serna
LA PATRIA | Manizales
La Secretaría de Planeación de Manizales utiliza como Plan Maestro de Espacio Público un informe de un estudio que se realizó para el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) del 2015, cuyos resultados no se anexaron porque no los aprobó el Concejo.
Esta falta de regulación en la ocupación del espacio público ha generado abusos de los vendedores informales, adecuación de terrazas de comerciantes formales, déficit de espacio público útil por habitante y el impacto en menos zonas verdes.
Ninguna Alcaldía ha enfrentado de forma directa esta situación. Solo han aplicado paños de agua tibia como la reubicación de vendedores, la adjudicación de permisos y algunas campañas.
La calle 19 y el Centro de Comercio Informal, ubicado en la carrera 20 entre calles 28 y 29, son un ejemplo del difícil manejo de este problema.
"Llegué aquí joven, bonita y con mis dos piernas", dice María Amparo Hernández, mientras logra su segunda venta del día. Apenas había recogido $12 mil y eran las 3:00 p.m.
María Amparo es vendedora en la calle 19 entre carreras 19 y 20 donde atiende a sus clientes desde su silla de ruedas. En su módulo vende medias y ropa interior.
Como ella, cerca de 100 vendedores ambulantes se ubican en el sector conocido como el Bulevar de la 19, en donde hay 40 módulos dobles de aluminio y otros cuantos carros informales. Allí se vende desde ropa hasta frutas.
El sector lo remodelaron en el 2009 para hacerlo ejemplo de uso del espacio público. Hoy se ve muy distinto de lo planeado, pues las ventas disminuyeron y hay quienes todavía no tienen su módulo para ubicarse en los andenes.
La clave del pasado, según María Amparo, era la presencia de la antigua Terminal de Transportes, pues atraía clientes que dejaban ganancias de hasta $80 mil diarios. Hoy vende $30 mil.
Quienes ocupan los módulos llegaron al lugar gracias a los estudios socioeconómicos que se efectuaron entre el 2001 y el 2006. Sin embargo, esa no fue la solución. Las quejas también van dirigidas a quienes usan más espacio del permitido, ya que algunos de los vendedores exhiben más mercancía de lo que deberían.
A los vendedores que ocupan el Centro de Comercio Informal (CCI), ubicado al frente de La 14, los trasladaron con la promesa de que volverían a su lugar habitual, la Plaza Alfonso López. En el acuerdo que se planteó les dijeron que la razón para no cumplirles tenía que ver con que no encontraron un lugar contiguo a la Plaza.
Hoy las condiciones, como en la calle 19, no son buenas. Hoover González, comerciante que trabaja en el CCI desde hace dos años, comenta que la gente no se acerca porque es muy oscuro. "Le falta vida, hay muchos puestos cerrados y la gente desde afuera se asusta".
Para trabajar en el lugar, los interesados deben presentar una propuesta a la Administración y esta decide si la aprueba. González propuso vender prendas deportivas y le dijeron que ya vendían mucha ropa en el lugar, por lo que ahora mantiene su negocio con bolsos de cuero. Asegura que sería mejor que los trasladaran. Sus compañeros le han dicho que las ventas se movían más en donde estaban ubicados antes.
La ciudad carece de regulaciones para el manejo del espacio público. Para los conflictos, hay soluciones pasajeras: Se reubican unos comerciantes, se legalizan otros, se definen espacios para ocupar y otros que no se pueden tocar, pero la ausencia de un Plan Maestro hace que cada secretario de Planeación que llegue a la Alcaldía reciba el chicharrón del anterior.
El aplazamiento de la aplicación de las normas es el principal problema, según el arquitecto Luis Fernando Acebedo Restrepo, pues genera un vacío jurídico, legal y político. "Desde el primer POT, en el 2001, se debió avanzar en un sistema de espacio público. Llevamos cuatro actualizaciones y nada, lo cual aplaza los instrumentos de financiación y gestión del desarrollo urbano".
Cuatro exsecretarios de Planeación y de Gobierno contaron lo que hicieron en su momento, lo que se planteaba, cómo ven la ciudad ahora y cómo podría Manizales tener el espacio público soñado.
En su época los comerciantes estaban censados y tenían una reglamentación. "Lo más crítico por esos días era la venta informal de frutas y verduras, sobre todo en la Santander y el sector del Supermercado del Centro. Les decomisábamos la mercancía y la donábamos. Por un tiempo estuvo organizado, luego hicimos unos trailers y alquilamos una bodega donde los ubicábamos. La ciudad se vio limpia y sin perecederos, mientras duró el programa".
Giraldo sostiene que es un problema cultural. "Si la gente sigue comprando a los vendedores de la calle ellos seguirán allí". Cuando manejó la oficina de Gobierno hacía operativos en la 19 y la 23 para que no siguieran creciendo. Chuzos Caliche y 101 Perros fueron sus piedras en el zapato. Cree que fue un error dejar unos puntos fijos, como los que se ven en la 23, por eso dice que se la tiraron.
Cuando llegó a la Secretaría ya había un acuerdo aprobado por el Concejo, según él, nada fácil de implementar. Se logró un pacto con los vendedores de la calle 19 mediante la ubicación de unos módulos.
Considera que lo que se hizo fue exitoso porque algunos comerciantes comenzaron a alquilar locales en la 23 para vender sus productos. "A algunos les ofrecimos locales más estéticos para que respetaran andenes y antejardines". Sin embargo, el exfuncionario opina que cada día se deteriora más su control, debido al aumento de locales comerciales.
Mejía dice que la creciente oferta gastronómica hace que se invadan andenes y antejardines. Propone reglamentarlos y socializar las decisiones con la comunidad, apoyado por los gremios.
Su tarea con el espacio público fue respetar la reglamentación existente. Según ella, otorgaban o negaban permisos de ocupación, pero no ejercían control. "Pusimos en marcha las primeras Piezas Intermedias de Planificación (PIP), establecidas en el POT. Desafortunadamente no funcionaron y luego se eliminaron. En ellas se hacía un diagnóstico del estado del espacio público, y se pretendía compensar aquellos sitios en los que los metros cuadrados de espacio público por habitante estaban por debajo de los índices mínimos establecidos".
En su momento remodelaron la calle 19 con la obligación de respetar los permisos de los vendedores ambulantes que tenían derecho por fallos judiciales. Aunque se regían por el Acuerdo 443, no contaban con el Plan Maestro. "Evidentemente falta control, especialmente en la carrera 23, incluida la Avenida Santander. Hay que reglamentar el uso de las terrazas con fines comerciales, aunque esta medida sea de doble filo".
"Las situaciones van mutando conforme a la evolución de la ciudad, pero los problemas tienen la misma raíz". Su opinión es que la competencia por el espacio público y la oportunidad que representa para desarrollar otro tipo de actividades económicas es el gran conflicto de Manizales. En la ciudad no hay puntos de regulación, ni concertación. "Antes el problema eran los informales, ahora son los comerciantes formales", comenta.
Para él, la carencia de un Plan Maestro hace que en la ciudad persistan los conflictos. "En el tiempo que acompañé el ejercicio, planteamos alternativas como la regulación de ocupación temporal con fines comerciales, aún vigente. Sin embargo, el Plan Maestro es una deuda para establecer una política pública. Lo que uno ve es que hay medidas que satisfacen a algunos y van en contra de los intereses de otros".
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