CARLOS MARIO RÍOS
LA PATRIA | AGUADAS
Tejió un emprendimiento
Alba Lucía Arcila Escobar hace parte de la Corporación Tejedoras Virgen de la Loma. Ella vio el oficio de tejer como su emprendimiento. "Yo le hacía mandados a mi mamá donde una vecina y me paraba detrás para mirarla tejer y sí aprendí lo más fácil". Así comienza la historia de Alba Lucía, aguadeña de 71 años quien, a pesar de padecer cáncer de seno, que lo superó, logró emprender.
A los 10 años comenzó su trajinar en el mundo de la iraca. A los 14 ya era capaz de hacer un sombrero y a los 20 ya fabricaba dos bien alones en una semana. A los 27 se casó y siguió tejiendo.
"Trabajé para no ser atenida, ayudar a la casa y mantener unos pesitos para los gastos personales", cuenta Alba Lucía, mientras su sonrisa resalta sus ojos azules. Lleva 61 años tejiendo, pero cuando se enfermó a los 52 se cansaba. Por eso inventó nuevos productos con la iraca.
Invención
En una habitación de su hogar por el tradicional Alto de la Virgen en Aguadas se pueden apreciar ramos de colores con flores hechas en fibra de iraca, vestidos hechos en paja, muñecas tejiendo sombreros, jarrones, individuales para el comedor, bolsos en iraca, cartuchos, una familia campesina, el proceso de la iraca en miniatura y una gallina ponedora hecha también en iraca.
Alba Lucía es de las fundadoras de la Corporación y su interés es mejorar la calidad de vida de sus asociadas. Ahora espera que se reconozca y valore más su esfuerzo por preservar esta tradición.
Herencia de la abuela
El amor por el tejido del sombrero lo inició viendo a su abuela y a su madre trabajar con alegría cuando hacían artesanías para ayudar al sustento diario. "Así me fui animando cuando tenía 7 años”, recuerda Martha Nidia Lotero Atehortúa, quien hoy es de las artesanas más destacadas de Aguadas.
Cuando enviudó su madre, Rosa Atehortúa, le tocó sacar adelante a su familia con sus creaciones.
El tipo de tejido que realiza es fino. Con la iraca elabora muñecas, bolsos, aretes, sombreros, llaveros, individuales y otra variedad de productos que se manejan con el tejido.
Artesanías
La artesana precisa que el enrollado o el tejido muñeca es el más apetecido. Manifiesta que muchas artesanas están desmotivadas por el mal pago, porque no se les reconoce lo justo.
Pertenece a la Corporación Tejedoras Virgen de la Loma y también hace parte del Consejo Territorial Municipal en representación de las artesanas.
Desde la Corporación la han llamado a dictar diferentes cursos, además Artesanías de Colombia las ha tenido en cuenta. De vez en cuando la Alcaldía le solicita que dicte cursos y Artesanías de Colombia la ha llevado en varias ocasiones a Expoferias en Manizales, Bogotá y Cartagena.
Actualmente la comercialización de sus productos los hace por encargos, debido a la pandemia.
Muestra internacional
María Dilia Dávila Ríos es socia de la Cooperativa de Caficultores de Aguadas, pero al mismo tiempo es tejedora. “Aprendí a tejer sombreros por mi propia cuenta porque mi mamá no tuvo paciencia para enseñarme”, relata María Dilia.
La historia de esta tejedora aguadeña se remonta a la primera década del siglo XXI, cuando empezó a tejer sombreros. “Tengo un recuerdo muy bonito. Un día cualquiera mi mamá dejó un comienzo de un sombrero. Cuando se fue para al pueblo, lo desbaraté, porque me sentía capaz de armarlo como mi mamá lo tenía, le luché, lloré e incluso le pedí a mi hermana que me colaborara y con dificultad lo pude armar”. Ese hecho la llevó a enamorarse de su trabajo porque en la familia tejían la mamá, sus tías y sus hermanas.
Generación
En pandemia, al ver que su esposo se enfermó y como no se vendían los sombreros, dejó la labor y se fue a trabajar en los cultivos de mora. Solamente teje sombreros cuando se los piden.
Comenta que el viaje a Estados Unidos en el 2011 fue una oportunidad porque representó a Colombia, invitada por el Ministerio de Cultura para mostrar las artesanías de sus país.
“Uno de mis sueños desde niña fue montar en avión, estar ahí e irme lejos, y se hizo realidad”, expresa María Edilia.
Recuerda que allí hizo un sombrero y en la feria un señor le pidió que se lo vendiera, “me pagó 200 dólares por él (unos $730 mil de hoy), ese ha sido el mejor regalo que he recibido por mi trabajo”.
Asegura que le preocupa la situación de este oficio porque, según ella, las jóvenes no quieren tejer. “A mi hija, Lida Isabel, la motivo mucho para trabaje el sombrero”.
Tejer le ha servido mucho porque con este arte le dio estudio a sus hijos. “Se puede vivir del sombrero y como afiliada a la Cooperativa Artesanal se tienen muchos beneficios, por ejemplo, cuando voy al médico a citas particulares nos colaboran con los medicamentos y nos ayudan si necesitamos un especialista”.
23 años con sombreros
Gracias a su experiencia, Dora Elsy Cardona Florez es la presidenta del consejo de administración de la Cooperativa Artesanal. 23 años de su vida los ha dedicado al tejido del sombrero.
Comenta: “Mi mamá me enseñó a tejer con mucha calma, recuerdo que tenía unos 15 años”. Manifiesta que, a pesar del mal pago y los precios tan bajos, se ha defendido. Una de sus grandes satisfacciones es que con la elaboración de las artesanías y del sombrero ha logrado sacar adelante a sus dos hijos y ayudarse en sus gastos.
Aprendió a coser ropa porque estuvo preparándose en el Centro de Acción Social o Beneficencia en Aguadas, donde estudió tres años, y se venía de la vereda para asistir a las clases. Gracias a la técnica y a sus costuras compró dos máquinas.
Sostenimiento
Para Dora Elsy, los tejidos son una gran ayuda para el sostenimiento del hogar, pese a lo mal pago. En su familia también tejen sus hermanas. “Mi mamá, Marías Alicia Flórez de Cardona, nos sentaba a un ladito y nos explicaba. Cuando nos equivocábamos: tenga una palmadita o un pellizco, aprenda mija que esto le sirve”, decía.
Con sus tejidos levantó a sus dos hijos que ya se graduaron. Con una sonrisa, reuerda una anécdota: “Con el primer sombrerito que vendí me compré mis primeros zapatos porque andaba a pie limpio”.
Una vez terminado el producto se lleva a la Cooperativa Artesanal o se comercializa a través de intermediarios. Por lo general, para hacer un sombrero corriente las tejedoras se demoran tres días y los pagan entre $45 mil y $50 mil. “No está bien pago porque la materia prima está costosa”.
Alcaldía de Aguadas
La Administración municipal viene trabajando desde el 2020 en el proyecto Somos Artesanos, con el que buscan el mejoramiento de la calidad de vida de las artesanas de Aguadas y la cualificación de la cadena productiva del sombrero aguadeño, teniendo como punto de partida la cualificación del tejido. Si bien durante el año pasado hubo varios los procesos desarrollados en formación, cualificación y postulación a subsidios, para el 2021 el proyecto continuará realizando diversas acciones en pro del mejoramiento de las condiciones de las tejedoras.
Una programación mensual de orden artístico y cultural que le aporta a su salud mental, la realización de alianzas para la formación en innovación y cualificación del tejido, la creación de una tienda
artesanal que garantice mejores precios para sus productos y una política pública que permita la sostenibilidad del proyecto, son apenas algunas acciones de las que se realizarán a favor de las mujeres artesanas.
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