Si nos dejamos llevar por las tórridas historias de amor que nos llegan a través de la gran pantalla, por las increíbles relaciones de pareja que suelen vivir los protagonistas de las novelas románticas, o por los comentarios de amigos y conocidos sobre sus relaciones de pareja, llegaríamos a la conclusión de que todo el mundo goza de una vida sexual plena y satisfactoria. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Son muchas las causas que impiden que una persona, o pareja, tenga buen sexo. La ausencia de deseo sexual es una de las más comunes y, aunque afecta más a las mujeres, también hay hombres que la padecen.
Beatriz Gurdiel Robles
La ausencia de deseo es la disfunción sexual que más afecta a la mujeres de todo el mundo. En Colombia se estima que más de un 50% de la población femenina entre 35 y 45 años sufre una disminución importante de su deseo sexual.
El deseo es la primera etapa en el ciclo de la respuesta sexual, compuesta por: deseo, excitación, orgasmo y resolución. Por lo tanto, sin ese deseo es muy complejo llegar a tener relaciones sexuales y, cuando se tienen, no suelen ser placenteras, al contrario, pueden llegar a ser traumáticas.
Según el Dr. Christian Thomas*, director del Centro de Estudios de la Sexualidad de Chile y terapeuta sexual, “la ausencia de deseo sexual es un poco morir, es la ausencia de poder encontrarse con otro, la ausencia de poder procrear, de poder compartir, es la ausencia de encontrar el amor”.
El frenético ritmo de vida al que las mujeres están sometidas hoy en día, el estrés, los cambios bruscos en las rutinas diarias, una tragedia cercana, o el nacimiento de un hijo, entre otros factores puntuales, pueden hacer que la mujer pierda temporalmente su deseo sexual y pase algún tiempo sin que le apetezca hacer el amor. Según Thomas, esto es algo normal, se trata de una ausencia temporal y no hay de qué preocuparse porque el deseo aparecerá de nuevo; el problema surge cuando esa ausencia de deseo es permanente, ya que en este caso se trata de una disfunción con raíces físicas y/o psicológicas.
Las mujeres que sufren de una falta de deseo sexual encuentran mil y una cosas que hacer antes de irse a la cama con su pareja, evitan quedarse a solas con su esposo, temen ser acariciadas… cualquier excusa es buena para evitar un encuentro sexual. La ausencia de este deseo puede ser un problema que ha existido siempre (ausencia primaria) o que ha sido adquirido (secundaria).
Ausencia de deseo primaria
La falta de deseo primaria es aquella que ha existido desde siempre, es decir, la mujer con este problema nunca ha sentido deseo de tener relaciones sexuales, aunque las haya tenido; para ella el sexo no tiene ningún atractivo, no le interesa y, en ocasiones, hasta lo detesta (aversión sexual). “A las mujeres con ausencia de deseo primaria no les interesa el sexo y, normalmente, ni se masturban ni fantasean”, apuntó el Dr. Thomas a Punto Vital. Si bien es cierto que son perfectamente capaces de “estar locamente enamoradas, hay una parte que no funciona. Desean tener deseos pero no los tienen, no pueden, no lo consiguen”. De hecho, cuando tienen relaciones sexuales “porque creen que deben tenerlas, nunca son placenteras, es algo que hacen como una obligación”. Según el experto, en muchas ocasiones las mujeres que padecen esta disfunción llegan a creer que son lesbianas ya que “no sienten deseo, más bien lo aborrecen”, se preguntan por qué y en ocasiones llegan a esa conclusión.
Este tipo de ausencia de deseo es, según el Dr. Thomas, la más complicada de tratar, ya que detrás suelen encontrarse factores culturales y educativos o un abuso sexual. “Normalmente la ausencia de deseo sexual primaria se da en mujeres que, o bien han vivido en un ambiente de represión infantil muy estricto, con creencias religiosas muy fuertes y educación muy restrictiva –que es lo más habitual-, o bien son mujeres que han sido abusadas física o sexualmente cuando eran niñas”. Por ello es “muy difícil de tratar, porque tiene que ver con formaciones desde niños, con haber crecido con sentimientos de culpa hacia el sexo, o con daño importante de un abuso sexual”.
Según el Dr. Thomas, las mujeres que sufrieron un abuso sexual cuando eran niñas no suelen recordar ese abuso, “es tan doloroso que lo esconden en su memoria, es una forma de poder seguir viviendo con su cuerpo. Aíslan esa experiencia”, por eso el tratamiento en estos casos (junto con el de quienes han crecido en un ambiente restrictivo) se basa en sesiones de terapia que les permitan descubrir cuál es el origen de esa ausencia de deseo para que después sean ellas las que decidan cómo quieren vivir su vida sexual, “en ningún caso la terapia se centra en convencerlas para que tengan relaciones sexuales”.
Análisis, reeducación y confianza
Como mencionábamos anteriormente, el tratamiento de la falta de deseo sexual primaria es largo (puede llegar a durar dos años), complicado y tiene un objetivo claro: que la mujer identifique qué pudo originar el problema y pueda así decidir cómo actuar; en palabras del Dr. Thomas, “se trata de llevarlas dentro de sí mismas para que puedan revisar qué es lo que ocurre y decidir qué van a hacer”.
En este tipo de terapias es importante que la mujer se sienta cómoda para que “poco a poco vaya siendo capaz de ponerse en contacto con esas zonas dolorosas”. Para ello es necesario que sienta que no va a se agredida o deseada y, de esa manera, “muy lentamente, a través de la sesiones, empieza a darse cuenta de que puede haber algo allí que no recuerde o de lo que no pueda hablar”, afirma Thomas. “A veces es necesario utilizar hipnosis, en otras ocasiones a través del trabajo simbólico con dibujos u objetos la mujer empieza a contactarse con ciertos recuerdos”.
Si bien es cierto que hay un porcentaje de mujeres que nunca llega a saber cuál es la causa de esa falta de deseo, según Thomas sí “consiguen cicatrizar su herida con el pasado, con sus padres, con la forma en que fueron educadas… en el fondo la terapia lo que hace, en muchos casos, es reeducar a la mujer en el terreno sexual”.
Según el Dr. Thomas, las mujeres que sufrieron un abuso sexual cuando eran niñas no suelen recordar ese abuso, “es tan doloroso que lo esconden en su memoria, es una forma de poder seguir viviendo con su cuerpo. Aíslan esa experiencia”, por eso el tratamiento en estos casos (junto con el de quienes han crecido en un ambiente restrictivo) se basa en sesiones de terapia que les permitan descubrir cuál es el origen de esa ausencia de deseo para que después sean ellas las que decidan cómo quieren vivir su vida sexual, “en ningún caso la terapia se centra en convencerlas para que tengan relaciones sexuales”.
Ausencia de deseo secundaria
Son muchas las mujeres que después de varios años de relaciones sexuales deseadas y disfrutadas sienten que su deseo comienza a apagarse y se extingue. A esta ausencia de deseo que aparece con el tiempo se le denomina “secundaria” y puede ser general o selectiva, es decir, puede que la mujer no sienta deseo de tener relaciones sexuales con nadie o que sólo le ocurra con su compañero.
“Puede no sentir deseo con su pareja pero sí tener un amante. No se trata de una ausencia total de deseo, como en el primer caso. Las mujeres con esta disfunción sí son capaces de sentir deseo sexual”. Al contrario que quienes sufren una ausencia primaria, en este caso sí se masturban y fantasean.
¿Por qué aparece esta ausencia de deseo? Según Thomas suele ser, o bien el resultado de haber sido abusada física o sexual o psicológicamente por parejas muy agresivas y dominantes, o bien a causa de una rutina sexual de pareja poco o nada satisfactoria para la mujer.
“Como dijo Freud al final de su vida, lo que la mujer desea es ser amada”, afirma Thomas, “desea ser entendida, protegida, validada, no desea simplemente el pene, eso es lo que el hombre cree que la mujer necesita”, lo que suele derivar en relaciones sexuales no placenteras para ella. El sexo sin preliminares, sin tiempo para que la mujer se excite, sin abrazos, sin complicidad, sin tiempo para que ella alcance el orgasmo, sin preguntas, el sexo con violencia, con imposiciones, con egoísmo, con poco tacto puede derivar en una ausencia de deseo sexual y finalmente en anorgasmia (imposibilidad para alcanzar el orgasmo).
“En un primer momento la mujer desea tener relaciones sexuales, hay deseo” dice el Dr. Thomas, “luego va perdiendo el deseo aunque queda algo de orgasmo, a través de la masturbación del hombre, por ejemplo, pero finalmente se pierde el deseo y se pierde el orgasmo”.
Esta falta de deseo es “frecuente en mujeres cuya pareja es eyaculador precoz, porque no llegan a sentir placer. Van sumando rabia y terminan perdiendo el deseo como una forma (inconsciente) de mostrarle su rabia al hombre”. Este dato resulta especialmente relevante si tenemos en cuenta que, según Thomas, en Colombia “entre el 40 y 70% de la población masculina sufre eyaculación precoz”.
Según Thomas, lo más importante para prevenir que aparezca este tipo de ausencia de deseo es cuidar la relación de pareja. “De qué modo nos comunicamos, nos hablamos, nos mostramos. ¿Soy capaz de hablar contigo de lo que me gusta, de lo que me molesta? Es fundamental conversar sobre el sexo” para que la relación sexual funcione y sea satisfactoria para ambos.
¿Cómo recuperar ese deseo?
“Normalmente detrás de la falta de deseo secundario lo que hay es rabia o miedo”, asegura Thomas, por lo que “se trata de contactar a la mujer con esa rabia o ese miedo; entrar en el terreno de las emociones”.
Aunque existen ciertos fármacos -que podríamos definir como Viagra para mujeres- que pueden llegar a mejorar el comportamiento biológico, “no ayudan porque los seres humanos no somos sólo biológicos”. En opinión del experto, lamejor manera de recuperar ese deseo perdido es mediante terapias individuales o grupales, ante las cuales la mujer suele tener una buena respuesta
“Se trata de enseñar de nuevo cómo activar cierto deseo, de entender que la cercanía con ciertos elementos sexuales puede ser tremendamente provechoso, de que la mujer aprenda a leer e interpretar su cuerpo, a masturbarse, a conocer las partes más íntimas”.
*El Dr. Christian Thomas, Presidente del Centro de Estudios de la Sexualidad de Chile y miembro de la Sociedad Chilena de Sexología y Educación Sexual, es Médico Cirujano Gineco-Obstetra y Terapeuta Sexual. Diplomado en Sexualidad, especialista en Hipnosis Clínica y Diplomado en Psicoanálisis.
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