La gata ñata
LA GATA ÑATA
Arrimó la silla y se sentó como siempre, en el borde del cojín con los pies cruzados y enganchados en una de las patas de la mesa. Sacó de la cartera una caja de plástico con maquillaje, cuyo espejo acercó a las cejas para peinárselas con la yema del dedo, que mojaba coquetamente con saliva.