Fernando-Alonso Ramírez
LA PATRIA | Manizales
Si hay un verdadero liberal de pensamiento en Colombia, ese es Carlos Gaviria Díaz. Sócrates es su guía, lo reconoce, seguramente es por eso que es capaz de comportarse con integridad, que, según el maestro griego, es la capacidad de una persona de comportarse acorde con lo que dice y, de decir realmente lo que piensa.
Se podrá estar de acuerdo con Gaviria o no, pero indudablemente nada más cercano a esa integridad que su recorrido vital. La ética lo apasiona desde que llegó a sus manos el diálogo Eutifrón o sobre la piedad, en el que entendió que el problema fundamental de la persona humana es el ético. "Me llevó a leer a Platón y a admirar a Socrátes, que es definitivamente mi personaje".
Esa confesión obliga preguntarle por cuál es su República ideal, lejos de esa primera República esbozada por Platón. No comparte la utopía de una sociedad ideal regida por un sabio, por el filósofo. "Soy demócrata y por tanto descreo profundamente de las utopías comprensivas, como la marxista, de que va a llegar una sociedad sin clases, donde no va a haber conflicto, el paraíso sobre la Tierra, buscar ese tipo de sociedades es dañino, porque no es alcanzable".
En esta ignorancia política que nos corroe puede sorprender a muchos que un líder de la izquierda democrática de este país no crea en la utopía marxista, pero él prefiere sociedades como las que plantea Amartya Sen: "uno puede hacer algún tipo de escrutinio de la sociedad donde vive y pensar en sus fallas". Por eso insiste en que Colombia tiene una muy mala distribución de la riqueza, hay mucha desigualdad y por eso, como filósofo y político, se plantea una pregunta, muy al método socrático: "¿si hay países en donde la riqueza ha sido mejor distribuida, no será posible en Colombia?", por eso considera que en esta tierra es clave la utopía como manera de creer en la posibilidad de ese estado de cosas y lo persigamos.
El caso Mujica
Aunque se niega a creer en el Estado regido por el filósofo o el poeta, le planteo que tal vez eso sea Pepe Mujica en Uruguay y se refiere a ese viejo exguerrillero uruguayo que está conduciendo su país por los caminos de la modernidad. "Es un personaje fascinante", sonríe. Lo que más le admira es que sea lo menos parecido a un político, a quienes ve como personas más bien artificiosas, hipócritas, poco auténticas. "Él es todo lo contrario: auténtico, espontáneo, que actúa en función de lo que piensa y de lo que dice, un valor demasiado deseable, que todos deberíamos perseguir".
Mujica hoy propone legalizar la marihuana y pronto presentará un proyecto al Congreso de su país. Gaviria fue defensor del derecho al libre desarrollo de la personalidad, y con base en este, de la dosis mínima, un primer camino hacia la tolerancia al consumidor y a bajarle a la represión, asunto que ha sido tan cuestionado, aquí como allá. "Hay un hecho en el que podemos ponernos de acuerdo todos: las políticas represivas en contra de la droga han fracasado, y por tanto hay que volver la mirada a otras políticas. Abordar el asunto desde el punto de vista educativo, preventivo, desde la salud pública, resulta más eficaz y mucho más a tono con la naturaleza humana de un Estado democrático que meter a la cárcel a los consumidores".
La oposición
De los presocráticos a Pessoa ha sido llamada la versión 2013 de la cátedra abierta Grandes temas de nuestro tiempo, que inauguró el jueves en Manizales el exmagistrado, y aunque lo suyo son los socráticos, le cito una frase de Pessoa que ubica a la oposición entre el instintivismo social, como antagonismo, y la democracia moderna, como pacifismo. Si algo ha caracterizado a Gaviria en los últimos tiempos es estar en la oposición, a la que que ve absolutamente necesaria. Hace parte del Polo Democrático Alternativo, el único que se ha declarado en oposición en Colombia.
Este jurista no concibe la democracia sin una propuesta distinta que esté pugnando con la oficial por ganar la hegemonía, mediante la observancia de reglas acatadas de manera rigurosa. "La oposición se ve como un estorbo, lastre, dificultad que se le plantea al Gobierno y no como la necesidad de enriquecer el debate. Somos muy partidarios del unanimismo, y la democracia no puede ser unanimista. El país no ha asimilado la alta necesidad de que exista un partido de oposición".
En esta extraña Colombia, nadie más lejano a las ideas del Polo Democrático que el expresidente Álvaro Uribe, quien parece ser otra oposición al Gobierno. "Eso es una estrategia de los medios con el objeto de borrar al Polo como opositor. Era Laureano Gómez el que decía que a la gente hay que creerle, yo le creo a la gente. Santos dijo que su propuesta era la misma del doctor Uribe, pero con estilo distinto, y me parece que lo ha cumplido".
Reconoce que ese estilo le ha traído al país un ambiente mejor, aunque lamenta que no cumpla totalmente el presidente esa promesa.
Nada de montoneras
El Polo tiene ambición de poder, pero se le ha dificultado congregarse con otras minorías. "Un partido político es importante porque debe ser portador de una propuesta ideológica clara, si no lo es, se convierte en mera maquinaria. No creo en montoneras de coyuntura para ganar elecciones".
¿Qué tanto daño le ha hecho a la izquierda democrática el escándalo de corrupción de la pasada Alcaldía de Bogotá que estuvo en poder del Polo Democrático? "Terrible, pienso que el Polo está sufriendo esas consecuencias y se las tiene muy merecidas porque apoyó a Samuel, la responsabilidad política la tiene que asumir. El Polo no está en una circunstancia parecida a la que se encontraba antes de que Samuel Moreno llegara a la Alcaldía".
Si la ética es la pasión de Gaviria, su obsesión es dejar esa influencia de manera significativa en el Polo. "El problema de la ética es que es muy difícil lograr que la política discurra por cauces decentes, que es el anhelo de cualquier persona decente. Se han hecho esfuerzos grandes para que la gente entienda que hay que posponer muchas veces, y eso lo enseña la experiencia, el deseo de llegar al poder para que cuando se llegue se tenga mucha mejor preparación, no solo técnica, sino desde el manejo correcto de la cosa pública".
Cortes clientelistas
La figura de Carlos Gaviria se reconoció entre los colombianos cuando llegó a la Corte Constitucional como magistrado en 1993 y durante ocho años ocupó esa dignidad, eran otros tiempos, en que la corrupción no permeaba estos tribunales. "Es evidente que en este momento las cortes no gozan de la credibilidad de la que gozaron en un pasado, reciente incluso". Atribuye esta situación a que se contaminaron del estilo político tradicional y se han vuelto politiqueras, clientelistas.
"Hay intercambio de favores y cuando eso ocurre se desmorona la confianza de la administración de justicia. He pensado que sería conveniente que a las cortes se les suprima la potestad nominadora". Este liberal, reconoce un rasgo conservador que le apareció a raíz de estas circunstancias, mira al pasado con cierta nostalgia. "Recuerdo cuando estudiaba derecho, que incluso a juristas notables les pedían que prestaran su nombre, había que rogarles a Antonio Rocha, Darío Echandía, Arturo Valencia Zea para que aceptaran ser parte de la Corte; en este momento es todo lo contrario, es la gente que pugna por llegar a las cortes, con un estilo terrible, el cabildeo".
Se plantea un problema difícil, aún en las democracias modernas, cuál es el mecanismo adecuado para designar personas a cargos públicos y muy especialmente a las cortes, teniendo en cuenta que el actual es inadecuado.
El tema de la ética en el derecho viene de tiempo atrás. Él, profesor de toda la vida, decano de la facultad en la Universidad de Antioquia entre 1967 y 1969 se le pregunta cuál es la manera de formar mejor en este aspecto a los abogados: "el diagnóstico está hecho, pero no hemos sido capaces de dar el paso siguiente". Advierte que la Constitución de 1991 obliga a que se clame por un nuevo juez, que tiene que ir paulatinamente cambiando su mentalidad, pues esta invita a la interdisciplinariedad, que antes no se concebía, antes parecía una disciplina que se bastaba a sí misma. "Sin criterios antropológicos, históricos, etcétera, no se logran decisiones judiciales acertadas, todavía la enseñanza del derecho necesita lograr muchos progresos y metas que aún no se han logrado".
A propósito de la Corte Constitucional, cómo no sentir que se está conservadurizando, desde que él salió de allí, pero es más optimista, aunque se reconozca pesimista. "En 1993 nos miraban con cierto desdén. Nos decían que éramos los inventores del nuevo derecho, y no había tal, en buena parte procedíamos de la academia y éramos conscientes de los métodos interpretativos, habíamos aprendido que el juez no es mero aplicador, sino creador de derecho. Esa mirada nueva encuentra muchos obstáculos, y hay cierta presión social que ha minado un poco el ímpetu inicial que tuvo la Corte Constitucional, pero creo que se mantiene en esa línea progresista que ha mostrado hasta el momento".
Moderado
Vuelve su optimismo no reconocido, eso sí moderado, cuando se le pregunta sobre el proceso de paz. "Aplaudo la decisión del presidente Santos, porque es allí donde se tiene que resolver el conflicto".
Le parece que los hechos indican que tanto Farc como Gobierno necesitan un proceso de paz y la sociedad lo está clamando. Anticipa que, casi, subraya, se va a firmar un documento en La Habana entre las partes, y aunque no signifique la paz para Colombia, sí cree que va a representar el inicio de una nueva etapa en su búsqueda. "Mi posición optimista tiene hechos que lo demuestran".
Agradece siempre y saluda a los presentes. Este filósofo y poeta que se niega a la República platónica, intentó llegar a la Presidencia y pudo ser el poeta frente a la República de Colombia, pero los votos se lo negaron, ahora acompaña a quienes lo sucedieron en los cuadros directivos del Polo. Este hombre de ideas debía ir a la conferencia a dos cuadras del hotel en donde nos encontrábamos, pero debió irse en carro blindado y acompañado de escoltas, porque, como a Sócrates, sus contemporáneos no les entendieron sus ideas y amenazan con darle a beber la cicuta en forma de atentado. Un país muy lejos de la utopía.
De la falta de candidato
Se extrañó Carlos Gaviria Díaz de que no tuviera el Polo Democrático un candidato en las elecciones atípicas a la Gobernación de Caldas, a pesar de dos congresistas de esa colectividad tener origen en este departamento: el senador Jorge Enrique Robledo y el representante Hernando Hernández, por la circunscripción especial indígena.
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