Mar Marín
Efe | LA PATRIA | Río de Janeiro
El presidente interino de Brasil, Michel Temer, cumple hoy un mes en el poder cercado por los escándalos de corrupción, que le obligaron a prescindir de dos de sus ministros, y sin lograr convencer a los brasileños de que representa una opción real de cambio para el país.
Temer apenas alcanza una imagen positiva del 11 por ciento y tiene un nivel de reprobación del 40, según una encuesta divulgada esta semana, que muestra que la mayoría de la sociedad -un 61,5%- considera legítimo el proceso de destitución abierto contra Dilma Rousseff, pero casi la mitad -el 46,6%- cree que la corrupción en el nuevo Gobierno será igual que en la gestión de la presidenta suspendida.
En este mes, la agenda de Michel Temer se ha centrado en superar los múltiples escándalos que han salpicado a su equipo. Fue blanco de un rosario de críticas por la ausencia de mujeres y negros en su Gabinete y por la desaparición del Ministerio de Cultura.
Tuvo que rectificar, recuperar el Ministerio y colocar a mujeres en puestos de relevancia para calmar las protestas.
Una lucha vacía
A los pocos días, prescindió del más poderoso de sus ministros, el titular de Planificación, Romero Jucá, tras la difusión de una grabación en la que el también presidente del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) sugería la posibilidad de frenar el Lava Jato, la investigación de los millonarios desvíos en Petrobras.
Cuando aún no se había apagado la polémica, perdió a otro ministro, el de Transparencia, también por la filtración de una conversación indiscreta.
Por si no fuera suficiente, el lunes, la Fiscalía solicitó prisión para cuatro pesos pesados del Partido del PMDB, entre ellos el presidente del Senado, Renan Calheiros, y el exministro Jucá, salpicados por la trama enquistada en Petrobras.
Además, las delaciones "premiadas" -los acuerdos con la Justicia de acusados de corrupción para reducir sus condenas- hacen temblar a la clase política.
Las promesas de Temer de luchar contra la corrupción suenan vacías para buena parte de la sociedad y el presidente interino tiene todavía que vencer muchos obstáculos si quiere consolidarse y culminar el mandato, que vence el 1 de enero de 2019.
Entretanto, aumentan las voces que piden una nueva convocatoria electoral para poner un punto y aparte a la crisis política que mantiene al país en vilo.
La propia Rousseff se mostró partidaria de convocar un plebiscito sobre elecciones anticipadas para salir del atolladero que ahoga a Brasil.
En caso de elecciones, pese al desgaste y las acusaciones de corrupción en su contra, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva lidera la intención de voto, según las últimas encuestas, aunque lo tendría más difícil para revalidar el triunfo en una segunda vuelta.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015