ÁNGEL CALVO
EFE | LA PATRIA | BRUSELAS
Dos de los tres terroristas suicidas que atentaron el martes en Bruselas, son los hermanos Ibrahim y Khalid El Bakraoui, quienes fueron identificados ayer por las autoridades belgas, que los tenían fichados por su largo historial de delincuentes y que los vinculan a los atentados de París.
Ibrahim, de 29 años y de nacionalidad belga, como su hermano, se hizo saltar por los aires junto con Najib Laachraoui en el aeropuerto de Bruselas al activar las cargas explosivas.
Laachraoui, de 24 años y nacionalidad belga, según el servicio antiterrorista francés, formó parte de la red que llevó a cabo los atentados que se produjeron en París el pasado 13 de noviembre, y que mataron a 130 personas. Su ADN se encontró en el material explosivo utilizado en la capital francesa.
Los servicios secretos lo tenían en su punto de mira, en particular porque tenían constancia de que había viajado a Siria en febrero del 2013.
En septiembre pasado fue objeto de un control en la frontera entre Austria y Hungría en el que dio una identidad falsa -Sufiane Kayal-, acompañado de dos presuntos miembros de los organizadores de los ataques de París: el francés Salah Abdeslam, arrestado el viernes pasado en Bruselas, y el argelino Mohamed Belkaïd, abatido por la policía tres días antes también en la capital belga.
Los dos terroristas suicidas de Zaventem aparecían en una imagen que ha dado la vuelta al mundo tomada por una cámara del aeropuerto junto a un tercer miembro del comando, que se sabe que se dio a la fuga.
Las fuerzas del orden arrestaron el martes en el distrito bruselense de Schaerbeek a una persona en relación con los atentados de Bruselas, pero la Fiscalía no comunicó su identidad ni dio detalles sobre su posible implicación. Otra persona quedó en libertad tras ser interrogada.
El fiscal federal precisó que el sospechoso que buscan llevaba una bolsa grande con la mayor carga explosiva de los tres, pero la explosión no se produjo en el momento en que las activaron los otros dos cómplices, sino de forma controlada cuando intervinieron los técnicos antiexplosivos.
La pista de los tres miembros del comando del aeropuerto se pudo remontar gracias al testimonio del taxista que los llevó hasta Zaventem, que indicó a los investigadores la dirección, en el distrito de Anderlecht en la capital belga, de la que habían salido con unos pesados equipajes que no dejaban manipular.
En esa dirección se encontraron más explosivos (15 kilos de tipo TATP, 50 litros de acetona, 30 litros de agua oxigenada) que, según algunos medios, no se llevaron para el atentado porque esperaban como taxi un furgón de gran capacidad -por una confusión con la plataforma de reserva-, en lugar del vehículo más pequeño que los fue a buscar.
Junto a la vivienda de Schaerbeek, en una papelera en la calle, había un ordenador que contenía el testamento de Ibrahim El Bakraoui, un documento en el que decía sentir que la policía le pisaba los talones y que si perdía tiempo corría el riesgo de terminar en una celda como otro hermano, que está en prisión.
Ayer se supo además que Ibrahim fue expulsado de Turquía el pasado julio, según el Ministerio de Exteriores turco.
El otro hermano
Khalid El Bakraoui, de 27 años, fue identificado, al igual que su hermano, por las huellas dactilares. Se hizo explotar con el artefacto que llevaba en un vagón del metro en la estación Maalbeek, a unos pocos cientos de metros de las instituciones europeas.
Khalid estaba en la lista de Interpol de delincuentes buscados, en virtud de la orden de busca y captura internacional emitida contra él por Bélgica por una condena por terrorismo.
Además, se considera que fue él, bajo una falsa identidad, el que alquiló la vivienda en el distrito bruselense de Forest en el que la policía abatió el martes a Mohamed Belkaïd y donde precisamente había dejado su rastro el que fue el responsable de la logística, Salah Abdeslam, arrestado el viernes.
Más allá de su actividad terrorista, los dos hermanos El Bakraoui arrastraban un largo historial como delincuentes comunes.
Sube el número de heridos
El balance de víctimas mortales se mantiene en 31, mientras el número de personas que resultaron heridas ha subido 300, informó ayer la ministra belga de Asuntos Sociales y Sanidad, Maggie De Block.
Se trata todavía de cifras provisionales, advirtió el Gobierno belga, pues 150 personas están aún hospitalizadas, de las que 61 están en cuidado intensivo y cuatro de los ingresados aún no han sido identificados al estar en coma, ya sea inducido o no, según la agencia Belga.
De Block indicó que las heridas más graves son quemaduras, a menudo unidas a lesiones ligadas a una fuerte explosión y penetración de fragmentos metálicos.
Las víctimas proceden de unos 40 países, según el ministro de Asuntos Exteriores, Didier Reynders.
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