MIGUEL ORLANDO ALGUERO
LA PATRIA | MANIZALES
Desde el barrio Bosques del Norte hasta La Sultana o Milán, alrededor de cinco kilómetros. Así era el trayecto que recorría a pie Diana Bedoya Loaiza, empleada doméstica, para llegar a su lugar de trabajo cuando empezaron las restricciones por la pandemia en la tercera semana de marzo en Manizales.
Hoy a sus 45 años agradece a sus empleadores que le mantuvieran su empleo, pero le preocupa la situación de muchas mujeres que se dedican a los trabajos domésticos para sobrevivir y mantener a sus familias.
“Desde los 15 años me dedico a esto. Al comienzo de la cuarentena fue duro, pero mis empleadores me reconocieron esos días, mientras estábamos encerrados. Antes laboraba 4 días, ahora son 3, pero conozco a muchas que se quedaron sin trabajo y a otros les redujeron las horas”.
Dice que la principal razón para no contratar a una trabajadora doméstica es que esta se expone al contagio en el transporte público. “La mayoría de las empleadas vivimos en zonas de alto riesgo y los empleadores son reacios a tenernos en sus casas. Muchas no contamos con una moto, nos toca en bus”.
Foto | Cortesía | LA PATRIA
Diana Bedoya Loaiza en su lugar de trabajo.
Rostros
Otra realidad vive Martha Lucía Montes González, quien en marzo se quedó sin empleo por la pandemia. “Trabajaba en una casa de estudiantes, en el barrio La Estrella. Cuando empezó la cuarentena los estudiantes se fueron para sus casas y el contrato se terminó. Desde esa fecha no he vuelto a trabajar, la situación ha sido crítica”.
Martha Lucía narra que al día ganaba $30 mil por cocinarles a un grupo de estudiantes. “No era un ingreso alto, pero eran unos pesos para poder sobrevivir. Trabajaba ocho horas, empezaba a las 7:00 a.m. y terminaba tipo 4:00 p.m. En mi hogar comemos porque mi esposo labora tres días a la semana, pero no alcanza para pagar servicios y arriendo”.
Considera que la situación de las empleadas domésticas es crítica. "A muchas que conozco las han sacado, tengo una amiga que la sacaron por la pandemia, a ella no la recibieron más por temor al contagio, a nosotras no nos están empleando así tan fácil. Muy complicado”.
Afirma que el Gobierno ha abandonado a las trabajadoras domésticas. “Incluso llamé a Caja de Compensación Confa para una ayuda y nada, ha sido imposible recibir un auxilio. He intentado conseguir un empleo, pero ha sido difícil, porque no quieren recibirlo a uno por evitar un contagio, les da miedo por el virus. He comentado y no ha resultado nada. Donde trabajaba pregunté y me dijeron que todo está parado porque los estudiantes están desde sus casas estudiando virtualmente”.
Martha Lucía ve con pesimismo la economía y dice que seguirá más difícil. “Mire que desde marzo hasta septiembre no he tenido ningún ingreso, ninguna ayuda, nada es nada. Ni me ha resultado trabajo, he buscado y la verdad que no hay más, me han dicho que las que están deben de quedarse estables porque no hay más formas de emplearse”.
Las historias de Diana y Martha Lucía evidencian el golpe fuerte de la pandemia al mercado laboral femenino, en especial al sector de trabajadoras domésticas. (Ver informe: Las mujeres son las más vulnerables en el mercado laboral y las más afectadas por la pandemia).
Cifras
Según registros de la Oficina de Estudios Económicos de la Cámara de Comercio de Manizales, con base en los datos del DANE, a corte de julio se reportaron 2.297 trabajadoras domésticas empleadas. Eso representa una reducción del 58%, contra las 5.553 empleadas en 2019. Es decir, 3.256 desempleadas más.
Si se revisar febrero, antes de la pandemia, el reporte de este año ascendía a 6.075, respecto a 4.816 del 2019. Cifras que demuestran el alto desempleo en este sector.
Asimismo, los análisis de los datos del DANE han demostrado que la mayoría de las trabajadoras domésticas carecen de protección social y de salud. En el país se han intentado organizar en asociaciones para buscar formas que les faciliten el acceso a sus afiliaciones.
Según reportes del Ministerio del Trabajo, el 41% de empleadas domésticas ganan menos un salario mínimo y el 63% no tienen seguridad social. Además, un tercio han perdido sus empleos, por lo que han visto una reducción de sus salarios, en la medida en que sus empleadores también han perdido su nivel de ingresos como consecuencia de la pandemia, informó ONU Mujeres.
Esta organización agrega que el trabajo doméstico de Latinoamérica representa hasta el 14,3% de los empleos femeninos, pero la gran mayoría (77,5%) opera en el sector informal, sin acceso a protección social y a condiciones de empleo digno.
Foto | Freddy Arango | LA PATRIA
Martha Lucía Montes González en la cocina de su casa.
El más golpeado
Las investigadoras Paula Herrera, profesora del Departamento de Economía de la Javeriana, y Ana María Tribín, del Banco de la República de Colombia, en su informe Covid-19, brechas de género en el mercado laboral, concluyeron que el empleo doméstico es de los sectores más afectados por la pandemia.
“La mayoría de las empleadas han dejado de asistir a sus lugares de trabajo como resultado de la cuarentena, muchas de ellas han dejado de percibir ingresos y probablemente han perdido sus trabajos a raíz de las medidas de confinamiento”.
Indicaron que 650 mil 99 mujeres se emplean como trabajadoras domésticas, lo que corresponde al 7% de las ocupadas, y que probablemente un porcentaje alto de estas estarían perdiendo sus empleos durante la crisis.
“Estos trabajos son informales, por tanto, la terminación del contrato es más rápido, y los empleadores no reconocen prestaciones como la liquidación. Es probable que este sector tarde en recuperarse, puesto que actualmente las personas están en un proceso de equilibrar su vida profesional con lo personal, muchos van a tener la opción del teletrabajo incluso después de la crisis, lo que puede llevar a que dejen de necesitar y contratar a alguien”, explicaron.
Sobre esta situación, el fonoaudiólogo Elmer Díaz, empleador de una trabajadora doméstica, comenta que la contrató porque por la pandemia incrementaron sus actividades laborales y no le quedaba tiempo para dedicarse a los quehaceres del hogar. “Tener a alguien que haga el aseo, no todos los días, es una forma de contribuir también al ingreso de una familia. Ella menciona que hay apartamentos que le pagan $50 mil el día, pero sin seguridad social, se espera que de eso que ganan diariamente lo hagan”.
Análisis
El analista económica Alejandro Barrera, magíster en Economía, menciona que la situación económica de las empeladas domésticas es una representación de la precariedad laboral del mercado latinoamericano y colombiano. "En América Latina son más de 18 millones de personas, mayoritariamente mujeres, dedicadas a esta labor. El confinamiento social de los últimos meses en la estrategia de gran cuarentena ha llevado a una fuerte reducción en materia de horas e ingresos de esta población, en la cual, la informalidad laboral es el común denominador".
Barrera asegura que son una población con diversas de factores de riesgo de vulnerabilidad: contratos no formales, ingresos bajos, brecha de género, perfil de baja cualificación y un cargo con completa dependencia de la movilidad y el relacionamiento con el cliente, por ende, alto riesgo de contagio externo.
"Las familias pueden sentir un miedo latente y disminuir su demanda por estos trabajadores, en pro de cuidar la salud familiar. Si esto le sumamos posibles reducciones por caída en los ingresos, se tiene un escenario de discriminación laboral muy fuerte: personas sin empleo, sin salud, sin sustento económico de reserva y sin posible protección social de algún tipo. En esta coyuntura, agravan su condición de trampa de la pobreza", afirma el economista.
De acuerdo con la gran encuesta integrada de hogares 2019 del DANE, por lo menos 687.000 personas se dedican al trabajo doméstico en Colombia. De esta cifra, el 95% son mujeres, y la mayoría de ellas son madres cabeza de hogar.
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