FELIPE MOTOA FRANCO
Cutu, cutu, cutu, cutu, anima el rector para que las gallinas despabilen. Con aleteos y escarbar de tierra, las plumosas se dejan venir hasta el alambrado. Esperan maíz, arroz o algo de comida, sin saber que Jair Rivillas solo quiere mostrarlas al visitante. No les tira ni una lombriz, pero advierte que una de ellas tiene pelea casada con el gallo: "es como un macho".
No son las primeras que escarban estas tierras. Hace 27 años los damnificados de la vereda Rioclaro, que habitaban al margen del Río Chinchiná, tuvieron que migrar a esta meseta para levantar las viviendas que la avalancha les quitó tras la explosión del Ruiz. En ese proceso cavaron para echar los cimientos de lo que sería la Institución Educativa Fortunato Gaviria, de la cual Rivillas hoy es su rector.
Voluntarios de la comunidad y trabajadores de la Gobernación estuvieron rehaciendo la vereda. Máquinas retroexcavadoras se usaron en el propósito. Y en ese punto aparecen los indígenas quimbayas. O la huella que dejaron.
"Ahí -señala el espacio que hoy ocupa el aula máxima- hicieron un hueco hondísimo. Se encontraron vasijas, piedras y utensilios. No sabíamos para qué servían esas cosas. Mucho se perdió o la gente se lo llevó para adornar las casas", relata Guillermo Tapia, habitante y testigo.
La historia tiene su misterio, porque los demás vecinos coinciden en indicar que en esos mismos días el maquinista de la retroexcavadora se quedó solo hasta pasado el mediodía y luego se esfumó. Estaba en el lugar que ocupa la cancha de fútbol, a unos 150 metros. Se encontró una guaca de oro y escapó con ella, sospecha la comunidad.
Colección
Ninguno de los estudiantes había nacido en la época de los hallazgos. Por más de dos décadas unos 30 restos arqueológicos estuvieron archivados y hace un año la profesora Paula Andrea Giraldo, como parte de un proyecto pedagógico, decidió prestarles atención.
Antropólogos de la Universidad de Caldas establecieron que las piezas provenían de la cultura Quimbaya. Desde entonces se montó el grupo Investigadores del Mundo Fortunato Gaviria, con 25 alumnos desde octavo hasta undécimo grado. Recogen testimonios e investigan para conocer de los indígenas que antes ocuparon su territorio. También trabajan en una campaña de concientización para que la gente aporte artefactos de la excavación, si es que aún los conservan.
"Esperamos tener esto como un altar porque son nuestros antepasados y nos dejaron una cultura interesante. Hay que trabajar para que los papás nos den objetos si tienen", expresa Daniela Grajales, de grado octavo, junto a la vitrina que sirve de estante.
El proyecto está en etapa de consolidación y tanto estudiantes como la profesora y el rector quieren mejorar la exposición. Sueñan con ser parte de una ruta turística en la que además de cultivos y gallinas, puedan mostrar su propio museo arqueológico.
Hablan los alumnos
Tatiana Méndez, grado 9°: "Cultivaban yuca, maíz, aguacate, guadua, guayaba y muchos otros productos. Me gusta de su cultura que nada era de una sola persona sino que la propiedad era comunitaria.
-Maira Vargas, grado 8°: "Sobre la primera mujer del cacique, quien podía tener hasta cinco esposas, se sabe que apenas él moría, ella tenía que tomarse algo para morir y acompañarlo en la muerte".
-Daniela Grajales, grado 8°: "El mayor de los hijos del cacique heredaba el poder de su padre. Si el menor quería ser el jefe tenía que deshacerse de sus hermanos".
-Paula Andrea Giraldo, docente guía.
-Diego Cano, grado 11°: "Tenemos herramientas que usaban para macerar semillas, carne o preparar bebidas para los rituales que ofrecían al dios sol y al dios agua. Desparecieron por la colonización española y por las enfermedades que trajeron".
-Aylin Vanesa Murillo, grado 10°: "Tenían una cultura estricta. Hoy cumplimos las reglas pero de forma diferente, porque ellos castigaban a quienes no cumplían".
-María Giraldo, grado 10°: "Los quimbayas Estuvieron ubicados en Risaralda, Quindío, Caldas y partes de Antioquia y Valle".
Voz experta
Para Cristina Moreno, antropóloga, museóloga y exdirectora del Centro de Museos de la Universidad de Caldas, "es valiosa la idea de los niños de hacer una exposición". Sin embargo, comentó que la Ley 1185 que regula el uso de piezas arqueológicas indica que estas se deben registrar para que entidades como el Instituto Colombiano de Antropología e Historia o el Ministerio de Cultura brinden acompañamiento. Agregó que la Secretaría de Cultura de Caldas y la Alcaldía de Villamaría deben ser el puente para dicho trámite.
VEA AQUÍ LA GALERÍA CON LOS RESTOS DE LOS QUIMBAYA EN VILLAMARÍA
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