106 diciembres lleva Ana Féliz

LA PATRIA | MANIZALES

Ana Féliz:

Parece época para que muera gente vieja, muy vieja, como tú. El 5 de diciembre dejó el mundo Óscar Niemeyer, aquel importante arquitecto brasileño llamado “el poeta de la curva”. Tenía 104 años. Tan solo un día antes había fallecido, a los 116, Besse Cooper, gringa, considerada hasta ese momento la mujer más vieja del mundo. No supiste quiénes fueron, pero ambos, famosos, tuvieron en común contigo ese don de la longevidad, aunque a diferencia de ellos tú sigues celebrando la vida, sobre todo hoy que cumples 106 años.

Tu vida dejó de ser común cuando comenzaste a arañar el siglo de existencia, si tenemos en cuenta que quien nazca hoy en Colombia tiene esperanzas de vivir, en promedio, 73 años. De resto no habría razones para que hoy fueras una personalidad. Naciste, por ejemplo, en un sitio poco conocido: la vereda La Amalia, de Supía. Te llamaron Ana Féliz Vallejo Díaz. Fuiste la menor de tus hermanas Julia, Carmen y Lola; también tuviste hermanos: Julio, Jesús, Pastor, Manuel y Jorge.

Sus nombres los recuerdas sin esfuerzo, enumerándolos con los dedos de la mano. Todo un contraste, pues no recuerdas cuándo ni por qué llegaste hace cuatro años al ancianato del centro de Manizales donde vives. Tampoco tienes claro a qué edad te casaste con Gerardo Gómez, ese policía de Guática (Risaralda) con el que montaste una panadería. “No me acuerdo, papito lindo”, respondes. “Estaba como de 20 años”.

Pensándolo bien, quizá desde joven sí comenzaste a diferenciarte del común de las mujeres de tu época, para quienes darles hijos a sus compañeros era una función vital. No tuviste ni uno solo. No pudiste. O mejor, como bien lo aclaras, “Gerardo no servía para eso”. Porque tú sí querías. Tan solo bastaba con recordar a tu madre, que parió nueve, para desear emularla. Fueron muchas las veces que acudieron al médico, pero una aparente enfermedad de él se lo impedía. Igual, lo quisiste porque “fue muy buen marido”.

Hicieron mucha parva en Guática, negocio próspero con el que incluso satisfacían pedidos de Belén de Umbría (Risaralda) y Anserma (Caldas). Luego fue que el trabajo de Gerardo en la Policía los obligó a irse para Manizales, donde te quedaste por siempre.

Nuevo hogar

“Todos han muerto, papito”. Ríes al pronunciar esa frase que, por sí sola, parece terrible, pero que en tu caso es la evidencia de tu condición de mujer que todo lo ha resistido sin importar el paso del tiempo. Todos se fueron muriendo y te quedaste sola en una casa del barrio Campoamor. Ya eras lo suficientemente añosa como para necesitar a alguien siempre a tu lado, así que dos sobrinos, Patricia y Germán, que viven en Estados Unidos, te llevaron al Hogar del abuelo. ¡Cómo los quieres! “Ellos también me quieren mucho”, resaltas. “Son los que mandan la plata para que yo esté aquí. Oro por ellos”.

Tienes la comodidad de pasar cada día sin tomarte una pasta, a diferencia de tus 11 compañeros, cada uno con sus dolencias. Te levantas a eso de las 6:00 de la mañana, y no a las 8:00, como lo aseguras cuando te engaña la memoria. También preguntas a veces: “¿Hoy es jueves o viernes?”. Quizá necesites un empujón para levantarte de la cama o de un sofá, para ir al baño, pero con la ayuda de un bastón domas el cuerpo para caminar de un lado a otro, para mostrarle tu cuarto a los visitantes, lleno de santos, con el Sagrado Corazón a la cabeza porque Dios es lo que te queda, dices, junto a un par de amigas que te visitan de cuando en vez. Claro, también oras por Omaira Ríos, quien te cuida con sus colaboradores.

Es ella quien convoca hoy a la celebración de tu cumpleaños. “Dicen que vamos a hacer fiesta”, afirmas sin estar segura. Pues sí, Ana Féliz. Felices 106 años.