A nivel mundial, la pubertad está ocurriendo a una edad cada vez más temprana en niños y niñas. Alrededor de los 12 ó 13 años, en los dos sexos, es posible fecundar y ser fecundada.
Sin embargo, la edad en que chicos y chicas deciden formalizar una relación de pareja se ha ido posponiendo, ya que este proyecto por lo común se lleva a efecto después de concluidos los estudios medios o superiores. Durante esos 10 ó 12 años que median entre el desarrollo puberal y el casamiento o unión estable, la mayoría de las muchachas y los muchachos se inician en el sexo.
Hoy es una realidad internacional que adolescentes y jóvenes comiencen a tener relaciones sexuales a edades cada vez más tempranas, y durante años vivan su sexualidad sin compromiso previo de matrimonio o unión estable. Para calzar esta aseveración, basta echar una mirada a las cifras del Fondo de Población de las Naciones Unidas: La mayoría de las y los jóvenes de todo el mundo ya han tenido relaciones sexuales al cumplir los 20 años, así sea que estén casados o solteros.
Un número importante de ellos y ellas, se inician entre los 14, 15 y 16 años. Esto motiva que en unos países más y en otros menos, exista una preocupación de gobierno por trazar políticas públicas que de alguna manera ofrezcan a los adolescentes una educación sexual que les permita ser responsables con su sexualidad y evitar problemas relacionados con su desarrollo saludable.
La educación, la familia y la cultura también influyen en la salud reproductiva de los jóvenes y en el riesgo de contraer la infección por VIH/Sida. En promedio, las chicas y los chicos que han recibido una buena instrucción en materia de sexualidad, tienen más probabilidades de posponer la edad de iniciación sexual, se cuidan mucho de no caer en situaciones riesgosas, usan la protección anticonceptiva basada en el condón que protege a su vez de cualquier ITS, y presentan un índice bajo de embarazos no deseados.
PARECE FACIL PERO NO LO ES
Tales resultados son el empeño de años de trabajo con el niño, la niña y el adolescente. Se dice fácil, en un renglón, pero resulta un empeño sostenido por parte de la familia y la escuela fundamentalmente. La educación sexual se tiene que integrar a la educación en general y debe comenzar temprano, sentando precedentes de lo que está bien o está mal; de lo que resulta sano o dañino.
Sólidos criterios, habilidades y destrezas para cuando ese chico o chica esté a solas con la pareja sepa cómo actuar de la manera más conveniente para sí. Hay que hacerles entender de manera particular que el disfrute de la sexualidad se inicia con las primeras aproximaciones hacia esa persona que atrae de manera intensa, y no con el acto sexual en sí. Tales aproximaciones pueden ser muy enriquecedoras y pasar años sin necesidad de llegar a la penetración.
Muchas veces el mito de que sexo y coito son sinónimos, hacen que adolescentes de cualquier edad, pasen a esta fase sin haber ascendido todos los peldaños del cortejo amoroso y se violenten al quemar etapas y saltar hacia una relación con penetración para la cual no están preparados o ni siquiera desean. No es fácil tampoco enseñar a frenar el impulso erótico, pero en la adolescencia hay que cerciorarse de vivir una sexualidad segura y sana.
Eso se logra con autoconciencia, información y con el propósito de abstenerse de todo aquello que perjudique más que beneficie; sobre todo afincado en pruebas que denotan un estilo de actuar maduro que significa no ponerse nunca en riesgo.
NIVELES DE CORTEJO
En términos especializados se habla de niveles de cortejo o de pettings, (palabra inglesa que significa algo así como preludio) y estos deben seguir una línea ascendente, por orden de grados: Besos y abrazos Besos y caricias sobre la ropa Besos y caricias debajo de la ropa Desnudos ambos, caricias íntimas. Por último, una relación completa.
Esta escala sana de aproximaciones, donde en cualquiera de sus momentos se pueden pasar meses e incluso años hasta sentir que se está preparado para el otro paso, debía de ser más valorada por la gente joven. Padres, madres y el profesorado de la enseñanza media mucho pueden hacer para adiestrar a los adolescentes en el universo también muy disfrutable que es el juego de las seducciones y los tocamientos sin penetración.
Enseñar a chicas y chicos a abstenerse cuando no lo desean, cuando no están preparados, cuando basta solo con besos y caricias, es de gran importancia para que particularmente las muchachas aprendan a decir que no, y a no dejarse intimar por una pareja que busca lo que ella todavía no quiere. En el sexo no valen las presiones ni las complacencias por mucho amor que haya de por medio.
No pocos adolescentes que hacen caso omiso a la escalada normal de aproximaciones, y van de los primeros besos a la penetración, conocen por experiencia el significado de ese error: un sexo magro y sin magia, que muchas veces arrastra disfunciones sexuales en el muchacho, como son dificultades con la erección, y en la muchacha, la ausencia de orgasmo.
De ninguna manera un ideal de comienzo. Una sexualidad bien vivida no tiene por qué terminar necesariamente en un acto coital. Sobre todo si no se tienen claros proyectos ni consecuencias. Existe la satisfacción sexual a través de caricias mutuas, y este método, de hecho, está directamente relacionado con una sexualidad sana en el futuro.
Hay que darse el tiempo y el espacio, dentro de lo posible, para aprender a disfrutarla. Es importante insistir en que una relación coital es una elección y no un acto improvisado o impulsivo. Los y las adolescentes que tienen proyectos asociados a estudio o trabajo, piensan naturalmente más en las consecuencias de sus actos. Asimismo, quien está inserto en actividades que tengan que ver con el disfrute sano del tiempo libre también está mejor protegido.
SIN REGLAS NI RECETAS
Se sabe que el contacto con amigos y amigas es fundamental en la adolescencia. En el grupo se Intercambian criterios, se ejercen influencias. Con mucha frecuencia se habla de los influjos negativos, pero no siempre ha de primar este fatalismo. Si un adolescente ha interiorizado cuanto de valía hay en un comportamiento sexual sano y responsable, también puede ejercer una buena influencia sobre sus amistades.
Es un mito absoluto creer que mientras más encerrado o coartado esté un hijo o una hija, menos peligro correrá. No hay reglas, no hay recetas, no hay discurso válido para frenar a un adolescente que quiera vivir su sexualidad. Pero hay requisitos indispensables para hacer que esta se viva sin culpas, sin riesgos y sin contratiempos.
Primero, decidir qué se quiere hacer o hasta dónde llegar. Segundo, pensar siempre en la posibilidad de un embarazo, una ITS, incluido el VIH, porque esto es real. ¿Estoy capacitado o capacitada para la crianza de un niño? ¿Estoy dispuesto o dispuesta a postergar mis propias necesidades adolescentes por un embarazo? ¿Cómo sería mi vida a partir de que sea una persona que vive con el VIH?¿Qué deseo obtener con la relación?¿Estoy tomando la decisión libremente o estoy presionado o presionada por la supuesta afectividad de mi pareja?
Todas estas circunstancias hay que tenerlas bien claras. Y los y las adolescentes pueden también buscar información en las consultas de planificación familiar, en aquellas diseñadas especialmente para los adolescentes (Profamilia, EPS) y asesorarse con el médico de la familia. Existen pues diversas vías para alcanzar el disfrute de una sexualidad legítima, plena y a su vez segura.
NO TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A ROMA
A nivel mundial, existe consenso entre los expertos de que una educación sexual positiva e integral, desde la familia y como parte de una política pública, es el más eficaz método de orientar a niños, niñas y adolescentes, ya que no solo fomenta conductas saludables, sino contribuye a palear la violencia de género y el abuso sexual contra ese sector poblacional. En este sentido trabajan numerosos países, entre ellos el nuestro.
En contraposición, otros países liderados por el expresidente de Estados Unidos , invocan una estrategia basada en la total abstinencia sexual hasta el matrimonio, como solución para disminuir sobre todo los embarazos precoces, las ITS y el VIH/SIDA en la población joven. Lo que intenta George W. Bush desde su primer mandato presidencial en el 2001, es fomentar la represión sexual y la castidad forzada, política que se contradice con los más elementales derechos sexuales que sostiene como eje reivindicar el placer sexual, con todo su sistema de valores y significación que tiene para las personas, es decir, con responsabilidad y respeto a la libertad de decidir con quién, cuándo y de qué manera. Esta empresa a lo Bush, pretende además que las y los jóvenes lleguen vírgenes al matrimonio.
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