10 mitos sexuales femeninos
Culturas machistas, como las de los países latinos, relegan la sexualidad en mujeres y le restan valor, generando con ello información que no siempre es veraz, perjudica las relaciones de pareja y, en ocasiones, pone en riesgo la salud. Por ello usted debe estar enterada y darle a este tema su real valor.
Parece increíble que en pleno siglo XXI algunas chicas vean limitado el ejercicio de su sexualidad, ya sea por prejuicios o por la transmisión de generación en generación de información sin base científica que desorienta a jóvenes y adultas al grado de poner en peligro su estabilidad física.
Si bien la labor de los medios de comunicación ha servido para difundir aspectos trascendentales sobre la salud sexual, así como de la importancia de acudir al médico ante cualquier duda o indicio de problemas, parece que lo hecho fuera insuficiente todavía. Es por ello que presentamos información que pude ser de utilidad para su vida íntima, y que seguramente redundará en una mejor relación de pareja.
1. El sexo oral no produce cáncer
Tanto la llamada felación (excitación del hombre a partir de besar sus genitales) como el cunnilingus, (estimulación oral en el área genital femenina) cuentan con un halo de inseguridad que limita su práctica, debido principalmente a que tanto semen como secreciones genitales son vehículos trasmisores de virus, bacterias y hongos generadores de infecciones venéreas, pero nunca cáncer. El riesgo radica cuando la boca o los órganos sexuales cuentan con una herida que sea la puerta de entrada a los microorganismos mencionados.
No está por demás hacer referencia a las enfermedades que pueden contraerse mediante sexo oral:
Herpes. Si se padece una infección de este tipo en la boca (manifestada en las comisuras de los labios), no se debe practicar sexo oral, pues fácilmente se puede contagiar el área genital; produce comezón, ardor y dolor.
Gonorrea. Es producida por una bacteria (Neisseria gonorrhoeae) que trasladada del área genital puede atacar las paredes de la uretra (canal por donde transita la orina) en el hombre, y de la vagina en la mujer, o del ano, recto y la garganta en ambos. Si no se atiende a tiempo puede ser muy molesta y tener consecuencias, como imposibilidad para tener hijos, problemas en corazón, piel y articulaciones.
Sífilis. Es adquirida a través de contacto sexual con personas afectadas en fase contagiosa, así sea de manera anal, oral o convencional. La bacteria (Treponema pallidum) produce una úlcera (chancro) que se manifiesta en unos cuantos días, pero de no atenderse permanecerá en el cuerpo, se reproducirá y tendrá episodios de manifestación y otros de inactividad a lo largo de los siguientes 2 a 20 años; los casos avanzados manifiestan inflamación de huesos y cartílagos (osteocondritis), además de afectar a piel, mucosas, músculos y/o corazón, y puede acarrear ceguera, sordera, parálisis, daño cerebral y, en ocasiones, la muerte.
Sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). No sólo se transmite por el semen y la sangre, sino también por secreciones vaginales y lubricantes de la uretra masculina contaminadas, facilitando su ingreso al organismo a través de heridas por donde haya contacto con sangre; el virus de inmunodeficiencia humano (VIH) debilita al sistema del organismo que combate las enfermedades (inmunológico), al grado de que una infección que en condiciones normales es inofensiva puede llevar al afectado a la muerte.
2. Ingerir semen no es dañino
Científicamente se ha comprobado que entre los componentes del semen se encuentran proteínas, pero difícilmente se podría asegurar que su ingestión represente un aporte de nutrientes significativo como para cubrir los requerimientos de una persona para su vida cotidiana o, menos aun, para aumentar de peso. Por otra parte, no hay evidencia de que tragar secreciones vaginales o semen sea dañino a la salud, a no ser que dichos fluidos provengan de una persona que tenga una enfermedad de transmisión sexual, como las señalas con anterioridad.
3. La mujer eyacula
Para muchas mujeres es motivo de vergüenza mojar sábanas, o incluso el colchón, con el fluido segregado involuntariamente al momento del orgasmo, pues suele ser confundido con orina por ser expulsado por la uretra (conducto por el que es eliminado este líquido de desecho).
Vayamos por partes. Es bien sabido que la mujer produce una secreción vaginal al momento de la excitación, que tiene como objetivo lubricar las paredes del órgano para que la penetración no resulte dolorosa. Muchas mujeres lubrican abundantemente —lo cual no siempre indica que se trate de una fémina multiorgásmica—, pero tampoco es este fluido el segregado durante el punto culminante del orgasmo.
Las investigaciones más avanzadas señalan que el fluido expelido es un líquido alcalino segregado por las glándulas parauretrales, y en su constitución se han encontrado una enzima llamada fosfatasa ácida prostática y glucosa (azúcar); el mecanismo de liberación se activa como resultado de las contracciones pélvicas durante el orgasmo. Debemos dejar claro que no todas las mujeres presentan la eyaculación, que la misma no depende de algún tipo especial de estimulación y que entre quienes la manifiestan habrá mayor o menor cantidad.
4. La vagina expulsa aire
También es causa de pena para muchas féminas el hecho de que durante el encuentro sexual su órgano reproductor expulse aire y haga ruido similar a la salida de gases estomacales por el ano, sin el aroma característico de estos últimos. Bien, pues hay dos maneras de que haya presencia de aire en la vagina:
Por la existencia de ciertas levaduras (hongos) en el área; cuando este es el caso la expulsión de aire será casi imperceptible e irá acompañado de un olor un tanto desagradable; habrá que realizar papanicolau con colposcopía para corroborar la presencia de microorganismos y el tratamiento a seguir.
Al tener relaciones sexuales, el movimiento del pene empuja aire al interior del útero, de manera que tenderá a salir cuando el órgano masculino lo permita, pudiendo ser incluso un tanto ruidoso (para algunas chicas igualmente penoso). Evitando las posiciones en que se tiene el coito que permiten el ingreso de aire se acabarán los problemas.
5. La penetración anal no sólo es para pervertidas
Si bien aún en nuestros días se sigue tachando a la masturbación como algo indebido y morboso, la práctica del sexo anal supera al anterior como transgresor por ser calificado como "sucio", "perverso" y "del gusto de los depravados". Lo cierto es que el ano tiene tantas terminaciones nerviosas sensibles como vagina o pene, por lo cual es igualmente capaz de producir placer; incluso, algunas investigaciones al respecto indican que hay mujeres que sólo pueden alcanzar el orgasmo por esta vía, sin que intervenga vagina o clítoris, aunque no es lo más frecuente.
La penetración anal ha sido por siglos la opción para quienes buscan preservar la virginidad y evitar embarazos no deseados, o como una opción en los períodos de menstruación. No obstante, es muy importante tomar algunas medidas que harán de este tipo de coito seguro y satisfactorio; por ejemplo, el uso del condón resulta de vital importancia, ya que la mucosa rectal es una vía de entrada de virus y bacterias que pueden invadir al órgano masculino y causarle alguna infección; por la misma razón se debe cambiar el preservativo si se contempla una penetración vaginal, o bien, lavar pene o dedo que se haya empleado en la penetración antes de introducirlo al órganos reproductor femenino.
También debe tomarse en cuenta que a diferencia de la vagina, el recto no se autolubrica tras la excitación, por lo que deberá utilizarse crema o gel lubricante con base acuosa (vaselina y aceites pueden perjudicar al látex del preservativo); el producto debe colocarse tanto en pene o dedo como en ano. Finalmente, tenga en cuenta que el recto puede llegar a sufrir daños si el coito es violento, de manera que la penetración debe ser cuidadosa, paulatina y suave, retirándose si el receptor refiere dolor intenso o si hay fuerte resistencia. Esta información puede abrir su mente a nuevas experiencias con su pareja.
6. Mal olor vaginal, no sólo quien tiene relaciones sexuales
Por naturaleza la vagina tiene un olor peculiar, con cierta acidez, que no es desagradable y que se debe a las bacterias que conforman la flora microbiana que ahí habita. Cuando ésta se ve alterada, el aroma que se desprende cambia notablemente, llegando a ser penetrante. La causa más común es la presencia de una infección que deben ser tratada lo antes posible por algún ginecólogo.
Otra causa común, y que debe tenerse muy en cuenta, es la falta o indebido aseo de la vulva (entrada de la vagina) y de las zonas cercanas a ésta, donde pueden acumularse sudor y orina. Sin embargo, se debe tener en cuenta que también la higiene excesiva modificará la acidez de la flora bacteriana, de modo que el uso de productos perfumados puede irritar la zona y provocar un efecto no deseado. La revisión médica y los resultados de pruebas de laboratorio determinan la presencia de microorganismos infecciosos y la manera de hacerles frente, de forma que la medicación cambiará si los causantes del problema con hongos o bacterias.
Ahora bien, la presencia de microorganismos no siempre se debe a haber tenido contacto sexual con alguien infectado, ya que también pueden presentarse por vestir ropa ajustada o húmeda, o por llevar gérmenes del ano a la vulva por deficiente higiene genital. Cabe mencionar que no cambiar toallas o tampones en lapso de 4 a 6 horas durante los días que dure el periodo menstrual puede generar mal olor.
7. La mujer puede quedar embarazada en su primera relación sexual
Mucha gente considera imposible que se geste la concepción durante el primer encuentro sexual, lo cual no tiene fundamento médico, ya que biológicamente no existe ningún impedimento para que así suceda; es más, algunas mujeres por efecto del nerviosismo y la ansiedad previa a la noche de bodas o de su primera relación pueden adelantar la ovulación y facilitar la concepción, hecho que ocurre con mucha frecuencia.
8.No todas las pastillas anticonceptivas engordan
Algunas píldoras para evitar el embarazo tienen como efecto secundario el aumento de peso; sin embargo, la industria farmacéutica ha seguido investigando y ha lanzado al mercado pastillas anticonceptivas que tienen menos efectos secundarios e incluso mejoran ciertos aspectos físicos, como el cutis, al cual protegen del acné.
Ahora bien, existen otros métodos anticonceptivos que pueden utilizarse en vez de la píldora:
De barrera. Condón masculino y femenino o diafragma.
Hormonales. Además de las pastillas, inyecciones e implante de progesterona.
Dispositivos intrauterinos.
Naturales. Ritmo y coito interrumpido, aunque son los menos confiables.
Cabe destacar que el mercado farmacéutico también ofrece espermicidas en diferentes presentaciones (óvulos vaginales, cremas, geles, supositorios o espumas) y su importancia radica en que contienen sustancias que destruyen a los espermatozoides y se aplican en la vagina antes del acto sexual.
9. El coito con cuidado durante el embarazo no hace daño al feto
Cuando la gestante se encuentra en buen estado de salud puede tener vida sexual activa sin ningún problema. Algunas mujeres lo consideran inapropiado, pues creen que se hace daño al feto, cosa por demás falsa, ya que el pene —por muy grande que sea— jamás será capaz de penetrar en el útero, que es donde se encuentra el bebé.
Más bien, lo importante es buscar posiciones que eviten que el abdomen de la embarazada sufra presión; las más recomendables son:
Ambos de costado, procurando que la espalda de ella quede pegada al pecho de él.
Ella sentada sobre el hombre, quien tiene que estar acostado.
También se puede recurrir al sexo oral, respecto a lo cual es importante aclarar que si la gestante ingiere semen no se verá alterado el curso del embarazo ni sufrirá daño el feto; lo que si es importante es que el compañero no tenga alguna enfermedad de transmisión sexual.
10. El deseo sexual se acaba con la menopausia
Aproximadamente a los 48 años de edad la mujer empieza a experimentar cambios generados en su aparato reproductor, ya que de manera natural los ovarios producen estrógenos (hormonas femeninas) en menor cantidad, y esto se refleja en la suspensión del sangrado menstrual (la última se denomina menopausia), sudoración excesiva, oleadas repentinas de calor, fatiga y depresión frecuente. Al conjunto de dichos síntomas que se les conoce como climaterio.
Asimismo, la lubricación como respuesta al estimulo sexual disminuye notablemente o el tiempo para lograrla es más prolongado, además de que los labios mayores de la vagina reducen su grosor y las contracciones uterinas se vuelven molestas; por si fuera poco, el deseo sexual es menos intenso que cuando se tenían 20 años menos. Los anteriores factores inciden para que una mujer evada el tema de las relaciones sexuales y su práctica, de manera que los encuentros amorosos con su pareja se hacen más espaciados y, al parecer, menos placenteros.
Bien, pues no todo está perdido. Una opción que muchas mujeres tienen en cuenta es recurrir al tratamiento médico con hormonas sintéticas que sustituyan a las que ya no se producen, las cuales, además de ayudar a eliminar bochornos, nerviosismo, irritabilidad emocional, inestabilidad psíquica, dolores de cabeza u otros síntomas del climaterio, influyen positivamente en el mantenimiento de la libido (deseo sexual). Tenga en cuenta que la prescripción debe hacerla un ginecólogo.
Estudios científicos señalan que la mujer que llega a esta edad con una actividad sexual constante tendrá menos problemas en este sentido durante el climaterio. Sin embargo, no está demás indicar que para facilitar las relaciones sexuales pueden utilizarse lubricantes que faciliten al penetración, que ésta debe llevarse a cabo sólo si la mujer está preparada, y que en caso de que las dificultades no se superen se puede acudir al sexólogo antes de que la relación de pareja lo resienta.
Finalmente, es importante hacer mención del condón femenino, que es una realidad cada vez más popular; se trata de un fina funda de poliuretano (plástico) que se ajusta a las paredes de la vagina, posee un anillo interior, que permite colocarlo con facilidad, y otro exterior (de mayor tamaño) que evita que haya contacto entre semen y vulva. A diferencia de los masculinos, son más grandes y pueden colocarse hasta ocho horas antes del acto sexual. Su eficacia anticonceptiva es de 95% cuando se usa correctamente, además de que protege contra enfermedades de transmisión sexual.
Bien, ahora cuenta con más elementos para hacer su vida sexual más confiable y segura, ¿no lo cree?
10 mitos sexuales masculinos
Si bien tanto para hombres como mujeres hay mitos en torno a su sexualidad, en esta ocasión nos enfocaremos sólo a los que aluden al varón, sin que ello signifique que sean más importantes que los de su contraparte femenina, los cuales merecen un artículo especial.
1. La masturbación afecta
A lo largo de incontables décadas se han extendido conceptos como que la masturbación puede generar infertilidad, disfunción eréctil, acné, ceguera, sordera, mongolismo, locura, epilepsia, crecimiento de vello en las palmas de las manos, “hunde” a los ojos y les quita brillo, agota a los músculos, perjudica a la memoria y la capacidad de pensar, degenera tejidos y nervios y, cuando se abusa, muerte prematura.
Simplemente el hecho de ser tachada de pecado es suficiente para que muchos practicantes se sientan sucios y que su imagen de caballero se vea afectada, aunque sea hacia sí mismo. Lo cierto es que muchos sexólogos coinciden en señalar que la represión a la que es sometido el menor que se masturba generará dificultades posteriores, tanto en su vida sexual como en otras funciones psíquicas. Por ejemplo, hacerlo a escondidas y con toda prisa es uno de los antecedentes de eyaculación precoz, entendiendo ésta como la incapacidad persistente para obtener y mantener la erección del órgano masculino que le permita tener relaciones sexuales satisfactorias.
Ahora bien, debido a que en cada orgasmo el cuerpo libera endorfinas (hormonas que contribuyen a la relajación) —comprobado científicamente—, la masturbación es aconsejable para reducir estrés y ansiedad, y como ayuda a conciliar el sueño. Además, brinda la oportunidad de conocer y apreciar el propio cuerpo, lo que permite mejor autocontrol ante el orgasmo.
Es importante dejar claro que cuando es la única forma de lograr placer sexual, o si genera sentimientos de culpa y ansiedad, se recomienda acudir al psicólogo o psiquiatra.
2. Sólo un pene grande satisface a la mujer
La más reciente encuesta sobre sexualidad que patrocina una firma de condones señala que sólo 10% de las mujeres da importancia al tamaño del miembro de su pareja, y que el porcentaje restante está convencido de que su satisfacción sexual no depende de ello; es más, el mismo estudio señala que 98% de las féminas opina que un pene mayor a 20 centímetros les asusta o impresiona.
En realidad muy pocos hombres se interesan en saber que la zona más sensible de la vagina se encuentra en los dos primeros centímetros de la entrada (vulva); de manera que un pene de apenas 6 centímetros puede pasar los 3 centímetros (en promedio) de los labios vulvares y llegar a los dos primeros del órgano femenino con toda comodidad; ahora bien, mediante rozamiento, un miembro viril más ancho estimula estos primeros centímetros.
No debemos olvidar que la vagina está compuesta por tejidos musculares que se contraen al ser estimulada, y es capaz de presionar y adaptarse al tamaño promedio del pene; igualmente, el clítoris (que se considera el punto más sensible de los genitales femeninos), reacciona directamente al tacto, lo que hace que ellas gocen esta experiencia tanto como la misma penetración.
Finalmente, para los interesados en el tema podemos decir que a nivel mundial el promedio del tamaño del pene en estado de flacidez es 8.85 centímetros y erecto 16.4, con diámetro de 4.1.
3. La vasectomía reduce el apetito sexual
Cientos de parejas que acuden por voluntad propia a solicitar esta cirugía anticonceptiva se han abierto totalmente a disfrutar su sexualidad al saber que no corren riesgo de embarazo. La vasectomía consiste en sencilla intervención quirúrgica realizada por el urólogo —médico especializado en los genitales masculinos— que requiere aproximadamente 20 minutos y la aplicación de anestesia local.
El objetivo es impedir el paso de los espermatozoides, a partir de pequeña incisión en el escroto (piel que recubre a los testículos) de entre 1 y 2 centímetros, en la zona donde se localizan los conductos deferentes (tubos que transportan semen) que son cortados, para posteriormente ligar las puntas y coser nuevamente el escroto. Una vez concluida la operación, el paciente puede salir caminando y continuar con sus actividades normales, ya que el procedimiento y el periodo de recuperación no causan molestias.
Es falso considerar que durante la vasectomía se cortarán tejidos importantes en el funcionamiento del órgano viril, como algunos creen, y que ese es el primer paso para desarrollar disfunción eréctil, eyaculación precoz o algún tipo de cáncer, como el de próstata o testículos.
Lo que debemos destacar es que la producción de espermatozoides no se suspende con la vasectomía, de forma que después de la intervención quirúrgica queda almacenada gran cantidad de esperma en las vesículas seminales, por lo que es necesario que la pareja se proteja con algún método anticonceptivo durante los siguientes 15 o 20 encuentros sexuales en los que el varón eyacule; después de éstos el riesgo se acaba.
Igualmente importante es saber que este método no es un escudo contra sida u otras enfermedades de transmisión sexual, por lo que el individuo sometido a la vasectomía debe contemplar las precauciones acostumbradas si sostiene relaciones riesgosas.
4. Una mujer virgen siempre sangra en su primera relación
El himen es una membrana elástica que bordea a la pared vaginal y cubre la entrada del órgano, y durante siglos se pensó que la única manera de romperlo era mediante la penetración del miembro viril, la cual provocaría dolor y sangrado a la mujer. Actualmente sabemos que puede haber mujeres que nacen sin este fino tejido, o bien que puede desgarrarse mediante fuerte caída o algún golpe que lesione a la vulva, excesivo flujo menstrual, así como durante exploración ginecológica, por masturbación con inserción de dedos u objetos, al abrir las piernas violentamente durante la práctica de algún deporte —gimnasia, tenis, natación, montar bicicleta o caballo—, y por caricias genitales con demasiada presión, entre otros.
Asimismo, la Medicina ha comprobado que hay mujeres que tienen relaciones sexuales y pueden conservar su himen íntegro, pues en ocasiones éste llega a ser tan flexible que permanece sin daño a pesar del coito. Es así que no existe forma, incluso para un médico, de establecer con certeza si una mujer es virgen o no.
Las mismas razones por las que el himen puede desgarrarse son las que justifican el que no siempre haya sangrado durante la primera relación sexual. No obstante, la ausencia del vital líquido en la noche nupcial sigue provocando conflictos entre muchas parejas.
5. Sólo al haber eyaculación hay embarazo
De forma natural, el pene al ponerse erecto segrega líquido seminal que lo prepara para la penetración, el cual contiene espermatozoides. Es así que al entrar el órgano a la vagina llevará espermas que en los días fértiles de la mujer pueden fecundar al óvulo, aun sin haber eyaculación. Es así que lo indicado es utilizar condón si no se conoce el ciclo menstrual de la pareja, o que ella utilice algún otro método anticonceptivo; ¡claro!, siempre y cuando no se contemple un embarazo en el futuro inmediato.
6. La circuncisión debe ser obligatoria
Si bien es cierto que la piel (prepucio) que cubre a la cabeza del pene (glande) cumple la función de protegerlo en la infancia de posibles ataques de virus que deriven en infecciones, y más adelante en enfermedades de transmisión sexual, no hay un consenso entre los especialistas médicos de que deba ser retirado definitivamente mediante la llamada circuncisión.
Tal es la discrepancia al respecto que se estima que en Estados Unidos 80% de los hombres están circuncidados, mientras que en Europa sólo el 5%; el total a nivel mundial se calcula en 15%. Lo cierto es que se ha comprobado que tanto los intervenidos como quienes no lo han sido son igualmente candidatos a enfermedades infecciosas o venereas si no guardan las precauciones debidas.
La decisión de practicar la circuncisión en los menores recae en los padres y el pediatra, en tanto que adolescentes y adultos deberán asesorarse con el urólogo.
7. Los medicamentos para disfunción eréctil son afrodisiacos
En años recientes se ha incrementado la popularidad de los fármacos para el tratamiento de disfunción eréctil, los cuales dirigen su acción únicamente a los llamados cuerpos cavernosos del pene, donde inhiben a una enzima (fosfodiesterasa V) que inhabilita al mecanismo de erección, logrando como resultado que ésta pueda mantenerse por más tiempo. Ahora bien, lo anterior no quiere decir que la sustancia médica provocaría francamente el deseo sexual a quien no lo tiene, ya que éste se desarrolla en el cerebro y no en el órgano viril.
La experiencia científica señala que si un varón, gracias a los medicamentos mencionados, mejora su función sexual alterada por problemas de erección, también mejorará su deseo sexual, aunque sea en forma indirecta, elevando considerablemente su autoestima.
8. Eyaculación es sinónimo de orgasmo
Un muy alto porcentaje de los varones consideran que el fin de toda relación íntima es el coito o penetración, a través del cual obtendrán un orgasmo que les generará placer. Bien, pues varios sexólogos han comprobado que el autocontrol en la respiración aumenta la intensidad de un orgasmo y puede prolongarlo sin que haya eyaculación.
Quienes con mayor conocimiento llevan a la práctica lo anterior son los seguidores del Tantra, milenaria doctrina procedente de la India cuya meta es el autoconocimiento del individuo. Por supuesto que esta muy respetable disciplina dirige todo su objetivo al bienestar general del ser humano, donde el aspecto sexual es sólo una parte de ello.
Partiendo de la premisa de que el cuerpo humano es “un templo sagrado”, el hombre tantrista aprende a esperar y a llevar a cabo el encuentro amoroso sin apresuramiento, haciendo especial énfasis en la relajación corporal y el control de la respiración, es decir, desacelerar y profundizar conscientemente el ritmo de inhalación y exhalación, lo cual tiene importante impacto en el control de la eyaculación. De esta forma puede efectuar movimientos ligeros, armónicos y con ritmo agradable, lo que conduce a una relación sensual y prolongada, haciendo más estrecha la unión entre la pareja.
9. Los hombres no tienen punto G
Desde la década de los 60 del siglo pasado se denominó punto G femenino a un residuo de tejido que se forma desde el embrión, localizado en la pared frontal de la vagina, circundado por terminaciones nerviosas y sensibles. Su popularidad desde entonces se debe a que sabiéndolo estimular dicho tejido puede producir enorme excitación que en algunos casos se traducirá en prolongada cadena de orgasmos.
La mejor manera de estimular el mencionado punto es tocándolo o bien al tener una penetración profunda en la vagina, pero por detrás, haciendo que el pene tenga mayor contacto con la pared anterior del órgano femenino.
Bien, pues en años recientes se ha hablado de que el varón también cuenta con un punto G, igualmente de sensibilidad extrema que puede ser estimulado para desencadenar orgasmos. En realidad se trata de la próstata, glándula que cumple importante función biológica, principalmente en la etapa reproductiva, ya que genera el líquido seminal que protege y transporta a los espermatozoides en la ruta que éstos siguen hasta el útero femenino durante el coito (penetración).
La estimulación en el hombre igualmente puede hacerse mediante el tacto a través del ano, desde donde se puede guiar un dedo a través de la pared frontal de su recto, aproximadamente 5 centímetros, hasta notar pequeño abultamiento en forma de nuez, el punto G masculino. Como se puede imaginar, no todos los varones están dispuestos a gozar la experiencia.
10. La sexualidad se extingue con la edad
De acuerdo a investigaciones científicas, el hombre alcanza su mayor vigor sexual entre los 30 y 35 años de edad, tendiendo a declinar posteriormente. La explicación a lo anterior es que después de esa edad suelen hacerse presentes problemas de salud que incidirán en la salud sexual del individuo, tal es el caso de diabetes, hipertensión y padecimientos del corazón, entre otras. Mire usted, por ejemplo, los altos niveles de glucosa en sangre (diabetes) alteran el buen funcionamiento del sistema circulatorio en general, del cual depende el mecanismo de erección del órgano reproductor masculino; es así que descuidos en el tratamiento de esta enfermedad pueden provocar disfunción eréctil. Sin embargo, debemos enfatizar que lo anterior no se presenta en todos los hombres y que los padecimientos que se han mencionado pueden ser controlados y, en consecuencia, también los trastornos sexuales que de ellos se derivan.
Por otra parte, el hombre que ha llevado una vida saludable y ha mantenido una sexualidad activa desde su juventud asegura que también la tendrá durante la vejez. Es verdad, la capacidad sexual disminuye en forma natural con el paso del tiempo, pero no tiene porqué perderse del todo.
En el varón se puede hablar de disminución de la calidad de la erección, tanto en rigidez como en duración, así como de la capacidad de fecundar por la baja producción de espermatozoides; igualmente, cabe destacar el período refractario post-coito, es decir, el tiempo que le lleva reponerse para la siguiente relación, el cual puede alargarse por días o semanas; por ejemplo, se sabe de ancianos que a los 80 años tienen una relación coital cada tres semanas, ¿qué le parece?
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