La siguiente ponencia participó en la 1er. versión del Foro Juvenil: Imaginando al mandatario ideal, organizado por el Programa Prensa Escuela y apoyado por la Corporación Cívica de Caldas. Este se efectuó el 1 de septiembre del 2015.
Pensar en tener un mandatario ideal en estos momentos es casi una utopía, pues sería la tarea más difícil realizada en nuestro país; Debido a la presencia del statu quo, aquel ciclo de mandato que hace que el poder esté en manos de las pocas familias que siempre han gobernado.
A lo largo de la historia, podríamos decir que hemos tenido personajes que de cierta forma se pueden considerar mandatarios ideales, Jorge Eliecer Gaitán es una de esas personas que si hubiera tenido la oportunidad de gobernar, su gobierno habría sido distinto a los existentes hasta ese momento, un mandato del pueblo y para el pueblo.
Para que alguien pueda llegar a ser el mandatario ideal debe cumplir con ciertos criterios que garanticen su buen desempeño en dicho ámbito; estas características son las que promoverían el apoyo a este candidato. Necesitamos un mandatario que le dé al país un rumbo totalmente diferente del que hemos llevado con los gobiernos que han pasado en los últimos años y que se han caracterizado por el uso de abruptas políticas neoliberales.
El mandatario ideal sería aquel que fuera coherente con lo que piensa, dice y hace; alguien que venga desde las bases y entienda las carencias y padecimientos del pueblo, y que emplee mecanismos que garanticen la solución de estos, de manera participativa e inclusiva no discriminativa.
Necesitamos una persona que no esté en pro de ningún país por su dependencia; ni en pro de un grupo de magnates que hacen uso de la política a su antojo para acrecentar sus arcas, y que realice su labor de una manera imparcial, que no se dedique solamente a una parte de la sociedad sino que abarque a toda los gremios en general; Gaitán fue sin duda ese gobernante ideal, aunque no haya gobernado, fue el mejor candidato para merecer el título de Mandatario Ideal.
En Jorge Eliécer Gaitán predominó una fuerte influencia política en la historia colombiana, cuyos ideales de construir una identidad nacional y transfigurar la realidad colombiana fueron cegados prematuramente [al ser percibido como agente activo que representaría un cambio panorámicamente progresista, acudiendo a la violencia como método de genocidio de las visiones antagónicas a las preestablecidas en el régimen colombiano estipulado por esas sectas del poder], pero aún irrumpen en la memoria colectiva.
Gaitán personificó, para muchos colombianos la idea de expectación de un posible cambio, unificado en un país populista en el cual se “subvencionarían” los explotados, enajenados, y los desfavorecidos por el débil estado colombiano, lo cual desembocó en medidas de prevención hacía el modelo oligárquico.
Es evidente que el pueblo constituye el fundamento de toda sociedad, y por ende éste debe poseer supremacía. Precisamente la lucha de Gaitán encarna una batalla por la justicia social, para que de ésta forma se pueda otorgar a todos los ciudadanos condiciones dignas, mediante la edificación de una sociedad justa y ecuánime. Económica, política y culturalmente.
Al pensar en el mandatario ideal, nos hacemos millones de ideas, pero principalmente creemos que debe ser un representante que no solo mejore la economía de nuestro país.
En nuestra opinión consideramos que un mandatario ideal, es aquel que está dispuesto a escuchar al pueblo, atender cada una de sus necesidades en los diferentes sectores que conforman; la responsabilidad al asumir este cargo, inicialmente es comenzar por la justicia, la justicia social, ya que se ve atropellada por los intereses de personas adineradas que buscan evadirla y hacer de ella lo que les venga en gana, el mandatario ideal defendería todos los ideales plasmados en la constitución, la cual refleja el esfuerzo de un pueblo para lograr una equidad y construir una sociedad justa, además de defenderla, debería modificarla más estrictamente para garantizarle al pueblo el cumplimiento de cada una de sus peticiones, mejorando cada uno de sus aspectos, transfigurando nuestra imágen a nivel internacional .
Principalmente lo que se escucha de un mandatario en su candidatura es su plan de gobierno, pero lastimosamente algunas veces tales expectativas quedan en el aire; dado lo anterior, el delegado ideal debe ser firme a la hora de dar su palabra y llevar a cabo cada uno de sus proyectos, siendo un claro y representativo modelo de transparencia y de responsabilidad ante nuestra sociedad, ya que no sólo estará comprometida su cabeza a la hora de confirmar su posesionamiento en el cargo, sino que también se encuentra comprometida su palabra, la huella de su mandato, y son las futuras generaciones las que se encargarán de llevar el control de nuestro país las que deben tener una figura prototípica la cual refleje ideales y rasgos de un líder de carácter indudable, con control completo sobre cada una de las situaciones que se presenten en el país nacional y el país político; que proyecte en cada ciudadano el impulso de una participación de la cual este puede ser beneficiado al ejercer su sujeto político.
Necesitamos un representante que realice un estudio a la situación actual, que se entere de las necesidades, para lograr de esta forma un cambio, un mandatario que haga una crítica al modelo económico actual neoliberalista; pues este es el que tiene al país en una permanente crisis.
Aquella persona que se elija para que sea el mandatario ideal debe ser una persona reflexiva, crítica y analista al mismo tiempo, para que así entienda mejor la situación que se está viviendo y construya caminos posibles de cambio con tendencias humanistas y altruistas. Necesitamos por otra parte que prime por encima de todo la soberanía nacional, ya que esta es la que da evidencia al rumbo que está llevando el país.
En conclusión, podríamos decir que el mandatario ideal tardará por llegar, no es una tarea imposible pero para lograrlo necesitamos de unos cambios drásticos a nivel político, social y cultural en nuestro país. Es el proceso de empoderamiento desde la educación equitativa e igualitaria a la que tanto juego le hace.
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