En los dibujos están los primeros pasos de una obra que continua. Esta vez pintó para él mismo. Una dama de rojo, el toro, el caballo, la luna y las estaciones, entre los temas. Carácter escueto.
Gloria Luz Ángel
LA PATRIA | BOGOTÁ
Obra negra, la más reciente obra del artista caldense nacido en Neira, David Manzur, se exhibió hasta el pasado 11 de octubre, en la galería de arte La Cometa. El concepto, contrario a la casa blanca, le dio cabida a una serie de 44 dibujos y 14 pinturas.
En el primer piso se podían apreciar los dibujos, hechos en grafito sobre papel, estudios de muchas de sus obras, como "Estudio para la transverberación de Teresa", "El sueño del caballo", "Estudio para una ciudad oxidada" o "Estudio para el muchacho de la bicicleta". "En esos dibujos es donde está la esencia del pensamiento. Ahí van los pasos que vienen. El caballo se quiebra, se dobla, se daña", señala Manzur.
En el segundo piso, el visitante se encontraba con las pinturas en acrílico y collage sobre lienzo, con cuatro propuestas temáticas: el caballo con el toro, la dama de rojo, las cuatro estaciones y una que apenas se esboza, "El pez devorando al caballo".
Acerca de la primera propuesta, David Manzur dice: "soy antitaurino, no estoy de acuerdo con que maten el toro y en eso no pude ponerme de acuerdo con el torero colombiano César Rincón en una conversación que tuvimos en Manizales. Por eso, decidí hacerle un homenaje e incursionar el toro tomando agua, tranquilo, sin sangre. Es un cuadro muy escueto y ahí estamos en la obra negra".
David Manzur tiene un tema obsesivo y es el cine. Ensayando en Barichara filmó durante horas una dama vestida de rojo caminando de noche por el pueblo. Este es el origen del segundo tema. "La dama de rojo es un elemento en cierta manera teatral, pero tiene mucha connotación con mi gran predisposición hacia la astronomía. Ella dialoga, se mira en la luna y finalmente la agarra. El espejo no es un espejo, el cielo es el espejo, ella se mira y la luna es ella. Esta es una connotación importante para mí y la voy a continuar trabajando".
El tema de las cuatro estaciones nació de un encargo que le hizo un noble italiano, casado con una colombiana, quien quería que le pintara cuatro rosetones que eran parte de una glorieta de Bramante en Piazza Navona. El comité que da el permiso para intervenir este monumento nacional permitió que Manzur hiciera el trabajo. "Él me dijo que si iba a pintarlos allá y le contesté que no: eso de irme a Roma de la noche a la mañana, en verano, a pintar semipúblico, no. Yo los pinto en Colombia". El artista recibió los moldes y se le ocurrió plasmar allí las cuatro estaciones basadas en la música de Vivaldi. "En un viaje a Barcelona encontramos las partituras en una versión para violín. Ya había pintado, nota por nota, las partituras de la "Primavera", el "Verano" y el "Otoño", faltaba el "Invierno". Ahora incorporé directamente los papeles como collage en el cuadro, con la ayuda del joven Felipe Achury. Las partituras están intervenidas con la pintura".
El pez devorando al caballo es el otro tema que apenas se esboza en esta exposición, al igual que El muchacho de la bicicleta. Uno que sólo entró en los estudios es el de la transverberación, "que es una palabra escolástica y tiene muchas interpretaciones. Es un tema más poético que religioso, inclusive casi misterioso y científico. He trabajado mucho en este tema, pero esta vez la obra se vuelve negra y aquí aparecen el café, los carmelitas, el blanco y la materia natural del papel collage. No hay colores".
El concepto de la obra negra
Observando un cuadro en el Museo del Louvre, en París, David Manzur se dio cuenta que sólo se veían los tonos rojo y blanco. Fue cuando decidió hacer una obra negra. "La obra negra, como en la arquitectura, es el momento en que uno ya ha logrado el cuerpo, pero siempre puede dar un paso más y corregir muchas cosas. En "Obra negra" la postura básica es dejar una puerta abierta para continuar en posibles variaciones sobre estos planteamientos. Uno a veces se satura de lo que ha hecho y de pronto echa para atrás". En el caso de Manzur, el artista renunció a muchos efectos visuales y su obra se volvió escueta, con un carácter más limpio, menos comprometido. "Me aíslo, creo que por primera vez pinté y trabajé para mí. Cuando uno tiene la casa en obra negra no la muestra, yo sí la mostré, y al hacerlo dejo una plataforma para que se pueda comparar con lo que venga, con lo que voy agregando y cambiando".
Manzur, siempre vigente
El artista neirano dice que en una obra de arte el tema muchas veces es un pretexto. "En ella a veces se manifiestan estados anímicos que van cambiando. Si pinto un caballo yo me vuelvo un caballo, si pinto a San Sebastián yo me convierto en él, si pinto la transverberación yo soy la monja o el ángel, me traspaso. A veces siento que me meto en los colores, en la materia, en el táctil de la textura de lo que trabajo y si uno hace el toro tomando agua, uno también quiere tomar. Cuando se pinta un cuadro, se vive una historia. El motivo que origina todo es una actitud ante el misterio". Esa sería tal vez la respuesta para que el trabajo de David Manzur siga vigente en sus 84 años de edad.
"Creo que mi obra se ha mantenido porque pienso que lo que haré va a ser mejor y nunca podré parar porque sé que a ese cuadro ideal no voy a llegar. Con "Obra negra" me puse una plataforma para animarme a seguir adelante. La gente quiere encasillarlo a uno, tanto que me han preguntado si tengo caballos y les contesto que no, que yo vendo cuadros. Qué tal que yo me pusiera a vender caballos, por eso este animal aparece roto en los dibujos".
David Manzur, más que nunca, muestra en esta exposición que no se le puede etiquetar en un estilo determinado, aunque siempre se podrán reconocer sus trazos. Él asegura que tal vez su estilo sería una especie de compromiso consigo mismo. "Ojalá en "Obra negra" haya roto con muchas de las facetas que la gente quería ver en mí siempre".
El papel del collage
El collage en la exposición "Obra negra" se integra a la pintura de tal manera que si no está, ésta se aplana completamente. "Las damas de rojo tienen unos cortes y unas líneas que no se pueden dar sino con el collage. Aquí me comprometí con lo que hice en una época de mi carrera que fue el ensamblaje. Ciertos relieves dan la sensación de ello y le dan un énfasis de matiz a la pintura. Este collage desvía las frecuencias de la onda de luz y la mantiene con mucha fuerza. Mientras estamos trabajando miramos con luz fría o caliente, o con luz de día. La luz de trabajo debe ser fuerte y la luz casi ideal para ver un cuadro es la de una vela. En Barichara tenemos un estudio de unos 12 metros y eso me permite mirar de lejos. Allí le hacemos una prueba a cada cuadro terminado, con un concierto pequeño durante el cual se levanta una pantalla y el cuadro aparece. Además, no puedo pintar sin ver por el espejo porque éste invierte la imagen y al invertirla se puede corregir".
David Manzur señala que el día que Manizales tenga un lugar propio para un museo como son los de hoy en día, es decir, mutable y sin recovecos, está seguro de que va con Felipe Achury y presentará la obra "como rara vez se puede hacer".
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