
Bogotá.- La mayor parte de sus 59 años de vida los dedicó a narrar historias. Nacido en Sincelejo en 1956, pronto Rafael Baena se trasladaría a la ciudad de Bogotá para cumplir su sueño de ser un reportero, tanto en la parte escrita como a través de la fotografía, sin saber que con los años descubriría otra pasión: la literatura.
Luego de recorrer medio mundo gracias a su labor periodística en diversos medios de comunicación, los últimos tiempos los pasó en su apartamento en la zona tradicional de Chapinero, pues una grave afección respiratoria lo mantuvo pegado a una máquina que le suministraba oxigeno, pero al final, dicho mal le ganó la batalla en la tarde de este lunes.
Con su oxígeno recorría todo su apartamento, pero en especial en su estudio, donde no paraba de escribir, como una forma de seguir siendo libre y a través de la literatura.
En ese apartamento, su mundo físico en los últimos años se encontraban los rastros por el periodismo colombiano, como la época cuando fue editor general de la revista Credencial, así como algunos equipos de aquellos tiempos en los que fue redactor y reportero gráfico en el Diario del Caribe, de las desaparecidas revistas Antena y Cambio 16, algunas portadas suyas de Cromos y en El Espectador, además de tu trabajo televisivo en Noticias Uno.
En su archivo, como en el archivo de los medios para los cuales trabajó, se podían observar una gran cantidad de cubrimientos, desde reinados de belleza hasta los diversos conflictos en los cuales Colombia estuvo sumergida. Negativos de mujeres en vestido de baño representando un departamento, incluso otros diálogos de paz de la década de los ochenta, o los grupos guerrilleros inmersos en la selva colombiana.
Algunos verdaderos “tesoros periodísticos” como del allanamiento del bloque de búsqueda del Ejército de Colombia en que se halló un listado de políticos vinculados con el narcotráfico y que daría origen al llamado Proceso 8.000.
A través de su cámara, en la época de los rollos, le dio a conocer al mundo los pueblos fantasmas, totalmente vacíos, que iba dejando el conflicto armado en todo el país.
Paso lento y tímido
De la literatura confesaba que llegó tarde, y más tarde aún publicó, pues cierto pudor le impedía terminar sus historias, y presentarlas a ver si alguna editorial se animaba a publicarlo. Sólo por iniciativa de algunos de sus más allegados, presentó su primera novela en el 2007, Tanta Sangre.
Es difícil de catalogar su estilo literario, pero este estaba muy cerca de la novela histórica, con un gran interés en torno a la violencia. Pero en lo narrativo, según sus lectores, el paso por el periodismo, en especial por la reportería gráfica, fue clave en su particular forma de narrar con técnicas casi cinematográficas.
De ahí en adelante la literatura le fue ganando la batalla a su trabajo como periodista, con novelas como ¡Vuelvan caras, carajo! (2009), Samaria films XXX (2010) y La bala vendida (2011), época en que sus problemas respiratorios aumentaron y debió permanecer cada vez más tiempo en su apartamento, tiempo que usó para seguir profundizando en la historia, su pasión, y con esas herramientas, escribir obras como Siempre fue ahora o nunca (2014), La guerra perdida del indio Lorenzo (2015), novela que se lanzó hace tres meses.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015