Hay quienes son capaces de confesarlo abiertamente. De esos osos aprendieron. A otros les resulta más fácil narrar los diversos espectáculos bochornosos que han hecho sus amigos cuando están enamorados o entusados.
Ir a buscar a la nueva pareja del ex y decirle: “hermano, hágala feliz ya que yo no pude hacerlo”. Incluso que lo encuentren escondido detrás de una matera, espiando a su novia o novio.
Algunas escenas pueden causar risa, pero otras incluso rabia, malestar, fastidio y hasta acoso. Son cantidad de acciones las que puede ejecutar una persona enamorada o entusada, solo por hacerle ver a su ex que no ha dejado de amarla.
Desde la misma etapa del romance no se escapan actos bochornosos. Podría ponerse un tutú y bailarle a su novia, solo por hacerla reír. Esa es una de las formas de hacerle ver que está feliz de la dicha por su relación. Por supuesto no hay nada que lo detenga, pues está enamorado y las sustancias químicas que produce el organismo están haciendo fiesta en usted.
Pero sucede todo lo contrario cuando la etapa es de despecho. Lo que para una de las partes parece ser la única forma de recuperar a su ex, para la otra se convierte en un total fastidio y ataque.
Es precisamente la impulsividad y no tomarse un tiempo para frenar acciones, las que llevan a una persona a asumir roles, comportamientos bastante vergonzosos y dejarlos en total ridículo. En este tipo de casos es mejor evitarlos a toda costa, pues la sensación que queda después es fatal.
Mi ex y sus ridículos
Por lo general las situaciones incómodas y un tanto osadas se dan por parte de los ex. Cuando acaba la relación hay personas que no aceptan el fin y buscan alternativas, incluso exponerse al ridículo para que la otra persona entienda lo que sienten.
Pero este tipo de actos lo que hace es que más de una persona se sienta acosada.
Así lo explica el psicólogo Luis Ernesto Quintero Builes, al citar ese tipo de situaciones como el llanto incontrolable frente a la puerta de la oficina del ex, el exceso de flores en la portería del apartamento, la serenata de carro a todo volumen frente a la casa o la arrodillada en público.
“El ridículo se puede convertir en un acoso. Hay ridículos que provocan risa, burlas y es socialmente aceptable. Pero existen conductas abusivas en ciertos actos, palabras que terminan siendo degradantes para quien las oye y para quien las dice, que pueden terminar vulnerando la identidad y la dignidad de una persona”.
Ante ese tipo de actos, lo más importante para la persona que se siente acosada es ser clara, contundente con esa persona respecto a lo que siente, no divagar, no dar esperanzas, y mucho menos acceder solo porque siente lástima ante el estado del otro.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
Luis Ernesto Quintero Builles
Psicólogo
¿Qué pasa con las personas que tienden a hacer el ridículo cuando están enamorados o entusados?
Se puede interpretar como desconfianza, inseguridad, problemas de autoestima. También está relacionado con celos, temores, en el caso del desamor, que incluso si no se ven con seriedad podrían desencadenar a futuro en posibles trastornos obsesivos.
¿Qué podemos decir de las personas que hacen ese tipo de ridículos guiados por el licor?
Estar con tragos o sin tragos no quita el estado de ridiculez. Recordemos que el inconveniente es estar en presencia de los demás. La persona justo después de hacer el ridículo entra en un estado de ansiedad, de vergüenza. Se puede decir que la persona que hace ridículos constantemente tiene una personalidad insegura.
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