
LA PATRIA | MANIZALES
El escritor Andrés Darío Calle Noreña se define como coleccionista de palabras, pero no cuenta toda la verdad: también guarda como tesoros los recuerdos de sus antepasados y de quienes se ha encontrado en el camino de la vida.
Él es docente del programa de Comunicación y Periodismo de la Universidad de Manizales y tiene estudios en filosofía, antropología, comunicación, pedagogía y raíces griegas y latinas, aunque sus intereses no son solo académicos. "Estoy muy contento porque este último trabajo tiene que ver con gente, de carne y hueso. Me gusta mucho la teoría y también las personas", dice.
Presentó Aire y agua, palabras que no pesan, de la Editorial Pispirispis, el martes a las 6:30 de la tarde en el Banco de la República de Manizales. Este transforma la tradición oral en tinta y papel, para crear un mundo con más posibilidades de reflexión.

¿Está pagando deudas con Aire y agua?
Sí. Una importante está en el capítulo Lecturas, que tiene que ver con mis padres, maestros, antecesores y mi pueblo, Santa Rosas de Osos (Antioquia).
Ha mencionado que le debe mucho a su papá, ¿por qué?
Él surgió en un contexto de ganadería y comercio del siglo XX y tiene una tradición muy vieja. Además fue muy bella la relación que hizo con maestros rurales y con Sutatenza (Boyacá). Me acercó a los primeros poetas, me ha acompañado y siempre se ha visto reflejado en mis trabajos.
Para usted conversar no lo es todo...
La cultura de la literalidad cambia a las personas. Nos hemos alimentado con la tradición oral, pero necesitamos que la gente lea y escriba para transformar los códigos y relatos. Así se crea un mundo con más posibilidades de reflexión.
¿Por qué escribió sobre los límites de la vida?
Me interesan los temas de ética, desde hace mucho tiempo, y pienso que hay que buscarle sentido a la vida y también a los conflictos, las contradicciones y la discordia. Hay capítulos que tienen que ver con muerte, enfermedad, dolores, paz y justicia.
La estructura del libro
Las nubes son el hilo conductor estético visual. Es un homenaje a lo que se ve en Manizales: nuestro trópico, la lluvia y la neblina. Busqué fotógrafos que tuvieran miradas parecidas y llegaron imágenes de Turquía, Italia, Estados Unidos, Japón y otros lugares de Colombia. Aire y agua, palabras que no pesan tiene historias de vida, juegos de palabras, expresiones sacadas del alma, temas filosóficos y relatos más largos, casi ensayos.
Un mundo, lecturas infinitas
Hay distintas maneras de desarticular al mundo y también de apropiarlo, más en un país que con tanta diversidad como este. Tenemos que aprender a reconocer y a respetar esas miradas. Cuando sepamos que todos ven, leen, entienden y expresan el mundo de formas diferentes, les daremos su verdadero valor.
Llueven palabras (abreboca)
Hay una historia corta, de un solo párrafo, sobre un viaje a Marulanda (Caldas). Entramos a una casita campesina muy humilde y nos ofrecieron unas tazas de 'aguapanela' muy ricas. Un señor que estaba cerca, cortando leña, alcanzó a oírnos y pronunció esta frase como si fuera de la Biblia: "¿Ustedes quiénes son?, ¿de dónde vienen que alegran tanto esta cañada? Uno se imagina la soledad y el aislamiento en el que viven. Esas voces son la vida misma de nuestra región, de nuestra gente y de lo que queremos recoger en este libro. Me encantará que lo lean y luego conversar.
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