
Gustavo Adolfo Renjifo Romero, cantautor que nació en Buga en un hogar donde la música era alimento del espíritu, recibe este fin de semana el premio a toda una vida que le otorga el Festival Mono Núñez.
Desde los siete años comenzó a tocar el tiple orientado por su padre. Recibió clases de músicos vallecaucanos como Benigno Mono Núñez, Álvaro Romero Sánchez y Diego Estrada Montoya. Con los conocimientos recibidos de ellos, su pasión por la música clásica, el estudio y la práctica de formas musicales tradicionales de Colombia y Latinoamérica, la influencia de los Beatles y los baladistas de los años 70, acumuló un bagaje con el que alimenta su obra.
Ha desarrollado un estilo inconfundible para tocar el tiple, caracterizado por su fuerza y el equilibrio entre melodía, ritmo y armonía, que son los tres elementos que deben conjugarse en la ejecución de este instrumento.
En el campo de la composición su obra es innovadora y tradicional. El bambuco La Llamita es su canción más representativa, que cuenta con centenares de versiones y la consideran los expertos como la canción que marcó el comienzo de revitalización de la música andina. Este proceso se inició en 1975 con la creación del Festival Mono Núñez y se fortaleció con un sinnúmero de espacios de similares, lo que generó nuevos intérpretes, repertorios y estilos.
Tiene tres hijos: Mariana, Catalina y Daniel, y cinco nietos. Comparte su vida con la cantautora antioqueña Luz Marina Posada Montoya, quien es su fuente de inspiración y maestra musical.
Su último álbum se titula Pellares y Coclíes, dos aves del Valle del Cauca, que, según él, hacen parte del paisaje sonoro de ese departamento y se oyen en el fondo mientras él interpreta su tiple.
Homenajeado
- ¿Cómo recibe el premio a toda una vida que le otorga el Festival Mono Núñez?
Con un agradecimiento muy grande hacia Funmúsica, porque si se puede hablar de toda una vida en la música, buena parte de esa vida la he vivido en el ambiente propicio que ha generado el Festival Mono Núñez. Este fue el primero de una serie de festivales que crearon los espacios para que los músicos de la región andina colombiana nos conociéramos, rompiéramos el aislamiento y nos relacionáramos con el público.
- Este año declararon desierta la modalidad de obra inédita, ¿cuál es su posición?
Las canciones las debieron dejar pasar para que el jurado nacional las juzgara y para que el público diera su veredicto. Si entre los que se presentaron estaban los maestros León Cardona y Germán Darío Pérez, que son emblema de nuestro país, es muy difícil decir que ellos hagan obras malas, uno se sorprende. Con mucho respeto les digo al jurado y a Funmúsica que se equivocaron, pero esos son los criterios míos, ellos también tienen sus criterios y ahí está la discusión, que es positivo.
- ¿Cómo va Cantandina?
Se está volviendo un fenómeno nacional. Antes hacíamos tertulias de música andina colombiana y llegaban cuatro gatos, ahora decimos Cantandina y llenamos un auditorio de 500 personas durante tres días en Manizales, y lo mismo ha pasado en Cali. El público es feliz escuchando la historia de la canción, con los dejos y el almizcle propio del compositor, así no sea el mejor intérprete. El público cierra los ojos y sueña y ahí ya se olvida de si la voz es lírica, si cumpliría o no los parámetros de los profesores de ópera, que nos limita hasta cierto punto en la música andina colombiana. Si los cantantes que se presentan a los concursos no tienen voz lírica, no ganan.
- ¿Cómo fue esa experiencia de tocar al lado del Mono Núñez?
Genial, el Mono Núñez era un ser maravilloso, bondadoso y con una memoria musical impresionante. Cuando lo conocí, en 1975, era el último representante del grupo Guadalajara que continuaba la tradición de interpretar la música de Pedro Morales Pino. Aprendí con él, el estilo interpretativo de la lira colombiana. El guitarrista, Rafael Navarro, y yo, que formábamos el trío Tres Generaciones, le decíamos: "bueno, Mono, qué va a sacar hoy de la guaca", porque la memoria de él era como una guaca y entonces decía: "toquen por sol mayor" y arrancábamos a tocar un pasillo de Morales Pino o de Fulgencio García o de Manuel Salazar, que nosotros no conocíamos, o no estaba escrito o si lo estaba, se había perdido la partitura, pero que estaba grabada de forma indeleble en su memoria.
- ¿Cuál es la importancia del Mono Núñez para la música andina colombiana?
Es haber sido el reservorio de esa música y haber permitido a Funmúsica la grabación de tres LP que hay que divulgarlos más y pasarlos a CD. Son 36 piezas de la música vallecaucana de entre 1900 y 1940. El Mono Núñez, como intérprete de la bandola, tenía un gran virtuosismo, sobre todo una belleza de sonido, musicalidad y gran expresividad para tocar, también era guitarrista.
-¿Qué diferencia hay entre los cantautores de antaño y las nuevas generaciones?
La diferencia no es tanta, los cantautores de antaño hacían lo mismo que hacemos ahora, tocaban sus canciones, enamoraban al amor, cantaban a las tristezas, a las alegrías. La diferencia está en la ideología que ha venido cambiando, por ejemplo hoy se está buscando el matrimonio igualitario, hemos avanzado en derechos, la mujer ocupa un espacio que antes no ocupaba. Muchas canciones estaban muy bien hechas, pero hablaban de una mujer que era como utópica, hoy en las canciones vemos que hombre y mujer están en una misma igualdad de derechos. En qué se diferencia la canción de hoy... en la ideología, porque hemos cambiado para bien, porque ningún tiempo pasado fue mejor.
-¿En qué consiste su nuevo disco Pellares y Coclíes?
Es mi aporte al tiple solista, vivo agarrado a ese instrumento desde los 7 años. El tiple ha sido como una parte más de mi cuerpo, un elemento de expresión que me sirve para algo más de lo que me sirven las manos y la lengua, todo el que toca un instrumento tiene la ventaja de que le crece otra parte del cuerpo. Es una colección de 10 obras de compositores vallecaucanos desde Morales Pino hasta Gustavo Renjifo. He hecho unas versiones para tiple solo en los que recojo ese estilo de interpretación, recibido del Mono Núñez, Álvaro Romero, Peregrino Galindo y Diego Estrada.
Gustavo Adolfo Renjifo estuvo el pasado fin de semana en Manizales participando del primer concierto de la temporada 2013 de Cantandina, que se realizó en la Universidad Nacional. Desde el año pasado se dedica de tiempo completo a dar conciertos, componer canciones y perfeccionar su interpretación del tiple solista. Dicta talleres de creación de canciones a niños y adultos y estudia las nuevas tendencias de la música colombiana.
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