Ciro está en guerra

ALEJANDRA CASTAÑO ALZATE

LA PATRIA | MANIZALES

El volumen de la voz, los gestos y el lenguaje corporal del director y guionista colombiano hacen que parezca introvertido. Sin embargo, sus palabras contradicen su imagen; está en constante revolución.

Manifiesta con ironía que le parece una maravilla el cine. Explica que "es un complemento de saberes sobre imagen, luz, física, óptica, sonido, literatura, música..." y continúa con una extensa lista. Toma aire, calla un segundo y agrega que de esta manera se puede hacer una gran exploración del ser humano.

"Deberían ser camioneros", expresa refiriéndose a que para ser cineasta se deben conocer muchas historias y tener recorrido. "¡También hay que leer!", recomienda y comienza a hablar en tono de interrogación: "¿Cuántos saben por qué se creó la guerrilla?, ¿cuántos saben de dónde nació el narcotráfico? Son temas mucho más profundos de lo que la gente conoce". Pasa de la pregunta al regaño: "si supieran más sobre la historia..." y deja el resto para la imaginación.

No se muestra de acuerdo con el cine autorreferencial que, según él, hacen muchos estudiantes. "Creo que la fuerza del cine está en que dialoga y refleja la vida. Hay muchas películas solo para quienes conocen el séptimo arte. También realizan adaptaciones de cintas antiguas. El cine no puede quedarse imitándose a sí mismo".

Su lucha no solo consiste en defender sus ideas, conceptos y discursos en la industria cinematográfica. Emprendió otro combate: "Los autorretratos y las redes sociales son la consecuencia de una sociedad que se ha llenado de fotos, más como una forma de ostentación. La imagen ha perdido su valor, es acumulativa y no conduce a nada. Quienes trabajamos en el arte debemos rescatar ese valor y darle más significado".

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Esta no es la única obligación que asume. "El cine tiene el derecho y la responsabilidad de explorar la historia", afirma e invita a que piensen en que están viendo una película de hace mil años, sin importar si es buena o mala. "Abre la posibilidad de saber cómo era el mundo y los habitantes en ese momento. También nos muestra el legado que estamos dejando para el futuro". Aconseja que es posible ir mucho más allá, así la gente quiera ver el cine como entretenimiento.

También habla de placeres, por ejemplo ver cintas de Corea del Sur. "En ese país se ha retomado el cine de género y se está reinventando con mucho de su propia historia, que al mismo tiempo es universal. Es muy emocionante observar cómo han sido estos últimos 10 años".

Con Los viajes del viento (2009), le cumplió una promesa a sus raíces y a su tierra, Río de Oro (Cesar). "La quería hacer desde muy joven.Es un regreso al origen y a la representación de la música del Caribe, de donde soy. Me había prometido hacer una película verdadera en torno a esta cultura, que muchas veces es caricaturizada y desdibujada".

Sobre El abrazo de la serpiente (2015) no se cansa de destacar lo importante que es para él la participación de los habitantes del Vaupés amazónico. "Estamos contando historias de comunidades y personas reales. Es indispensable que haya autenticidad en ese retrato. A veces se deben buscar comunidades indígenas, afrocolombianas o personas al margen de la sociedad. Para lograr que sea verosímil y poderoso, es necesario alcanzar una verdad que solo es posible trabajando con lo que tienen inscrito en la piel, en la voz y en todas partes".

Su recomendada

Timbuktu

Año: 2014

Director: Abderrahmane Sissako

"Es de un realizador muy importante de Mauritania, que casi nunca tenemos la oportunidad de ver en Colombia. El cine africano explora la historia y la cultura de cada país. Es una visión alejada de lo que estamos acostumbrados a ver, novedosa y refrescante".