"Yo no viajo para ir a alguna parte, sino por ir. Por el hecho de viajar. La cuestión es moverse", Robert Louis Stevenson (1850-1894) Escritor británico.
Cualquier caminante puede ir a Acaime. No se necesita un permiso especial. Quienes se aventuran a subir a este lugar que queda más arriba del Valle del Cocora tienen que caminar 4,8 kilómetros.
El camino comienza a un costado de Truchas Cocora, ubicada 100 metros adelante del restaurante de Juan B. Hay que atravesar unos potreros por un camino de herradura cercado a lado y lado con alambre de púas. Son dos kilómetros hasta donde se inicia el bosque. Es común encontrar turistas a caballo, en especial extranjeros, que van y vienen en un eterno peregrinar. Otros, más osados, se aventuran a recorrerlo a pie.
Al llegar a la frontera de los pastos el camino, antes soleado y luminoso, se transforma en penumbra donde la humedad, la vegetación y el sonido constante de la quebrada Las Mirlas son los compañeros inseparables de viaje. Puentes colgantes son también una constante en la ruta. La geografía entre Salento y Acaime está colmada de relieves, de agua, de matices verdes, de colibríes y de un paisaje alegre, donde el sol y la niebla juguetean haciéndole bromas al andante.
La brisa que baja de las montañas derrama luces y arcoíris entre las hojas de pinos, eucaliptos y alisos, entre cientos de árboles nativos.
Acaime fue una finca ganadera en el pasado. Ahora, recuperada con flora y fauna nativa por los enamorados de la ecología. Es un lugar para el descanso y el goce pleno de las actividades alrededor de la naturaleza.
Subir el empinado camino es extenunate. Se aconseja a quienes no están habituados al esfuerzo físico beber agua constantemente y descansar cada que el cuerpo lo pida.
Hoy día el principal atractivo de la reserva es la presencia de colibríes que sin temor al ser humano revolotean a pocos centímetros de manos, cámaras y rostros que se maravillan ante la presencia de estos diminutos seres que aquí perdieron el miedo. Los bebederos que contienen una mezcla de agua con azúcar y saborizantes como la vainilla los atrae, además de un entorno natural y selvático que los hace vivir en un ambiente confortable. Más o menos a un kilómetro camino arriba hay un mirador desde donde se divisa el Valle de Cocora. Es un punto de descanso para quienes tienen otras metas más altas y exigentes en esta ruta que lleva al Parque Nacional Natural Los Nevados desde el sur. Lugares como Estrella de Agua y la finca Primavera ya en pleno páramo.
Acaime funciona hace 32 años. Está a 2.700 metros de altura y entrar hasta la casa para ver los colibríes tiene un costo de $3.000 por persona consumibles en aguapanela con queso u otros productos. Pero si sigue de largo hallará 900 metros más arriba un mirador en medio del bosque y es gratis la entrada. Una vetusta construcción en madera y zinc que merece mejor cuidado por parte de quienes administran el lugar. En el camino encontramos señalizaciones en mal estado que a duras penas le indican al turista la ruta. Los puentes colgantes son seguros pero merecen una mejor estética ante los numerosos visitantes de este bosque de niebla.
Lleve agua, tenis, carbohidratos, ropa cómoda, cachucha, visera o sombrero, bloqueador, cámara.
Costos:
$11.000. Manizales-Pereira
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