El frío de la tarde no aminoró los ánimos de quienes con anterioridad se prepararon para disfrutar de un día de brujos con todo el glamour que disfrazarse exige.
La edad no fue el límite. En las calles de la ciudad se vieron niños, jóvenes y adultos luciendo sus atuendos. Mamás tan disfrazadas como sus hijos, papás orgullosamente vestidos para no desentonar. Se destacó el buen gusto, la armonía y la dedicación que pusieron en sus vestimentas, quienes salieron a disfrutar el día de Halloween. Hasta los abuelos se unieron a la fiesta que no se aguó con la lluvia.
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