La rebeldía, el suicidio y las adicciones tienen origen en lo que el psicoanalista Guillermo Carvajal llama 'cultura consumista'. Carvajal, egresado de la Universidad Javeriana e investigador con más de 30 años de experiencia, entendió, por medio de su trabajo, que la crisis de los jóvenes en la actualidad y desde hace varios años proviene del desconocimiento que tienen los niños de sí mismos y de sus instintos.
Actualmente, Carvajal prepara la segunda edición de su libro 'Prioridad: pervertir a los niños', y compartió en entrevista con Colprensa sus principales tesis con respecto a cuál es el resultado de una publicidad perversa que no conoce límites en la mente de quienes apenas comienzan a vivir.
¿Cómo se define la cultura consumista?
Es un término claro para todo el mundo. Aparece incluso en las caricaturas. Por ejemplo, recuerdo haber visto una tira cómica de Calvin absolutamente maravillosa en la que el niño se le arrodilla a la televisión, le ofrece su cerebro para que lo domine y le dice que es el gran monstruo. Eso quiere decir que quien escribe Calvin tiene claridad absoluta sobre lo que les está sucediendo a los niños; lo mismo ocurre cuando uno lee artículos.
De hecho, es impresionante el gran conocimiento que tiene nuestra cultura sobre lo que está pasando, estamos atrapados por el consumismo.
¿Qué es lo que ha investigado a través de los años con respecto a esta cultura?
Descubrimos que estamos atrapados por el brazo armado de la publicidad y el mercadeo. De hecho, es una política de estado. El ejemplo más cercano es Estados Unidos, un país que comanda nuestra cultura, donde el presidente Bush anunció, frente al inicio de la gran crisis económica, que regalaría siete mil dólares a cada ciudadano americano para que no dejara de comprar. Estamos hasta el 'cogote' de saber eso; todo el mundo lo sabe, y lo vemos incluso en videos como de dónde vienen las cosas o el que habla del agua embotellada que vale dos mil veces más que la del tubo y la sacan de ahí. Pero nadie hace nada.
¿Cuáles son las consecuencias de este cambio?
Hay una clara deificación del dinero. El ser humano decidió volver rey y dios al dinero. Cuando eso sucede, la ética monetaria queda por encima de cualquier otra ética. Eso lo dijo el teólogo Juan Calvino en el siglo XVI, cuando sentó las bases de la economía americana de hoy.
Ese modelo pervertido junto con la Revolución Industrial del siglo XVIII crea el consumismo que hoy conocemos. Lo que nadie ha dicho -que es nuestro aporte universal- es lo que las marcas y su lavado de cerebro producen en el ser humano, pero ante todo en la mente de los niños. El consumismo está generando un modelo perverso donde el mercado y la publicidad alcanzan niveles brutales.
¿Cómo se explica esta influencia?
Los seres humanos tenemos unas tendencias instintivas. Nuestro cuerpo es una máquina de placer y la cultura intenta domar ese placer, lo canaliza. Los espartanos, por ejemplo, canalizaron la agresión y el sadismo para destruir a los demás; algo similar hicieron los nazis. Algunas culturas generan modelos de dependencia y otras, como la nuestra, canalizan la exhibición. El consumismo toma esas tendencias naturales y las excita para vender cosas, deja abiertos esos instintos para promover de manera desbordada las tres pornografías: la de la agresión, la del miedo y la del sexo a todos los niveles. Ser perverso es tener las tendencias naturales excitadas sin control y eso es lo que ha hecho esta cultura cada día.
¿Cuál es el perfil de un ser humano que cae en la perversión?
Es una persona que no acepta la frustración, está fuera de la realidad, el otro no cuenta para nada porque el narcisismo (que es la tendencia natural de los seres humanos de pensar que somos el ombligo del mundo) está a flor de piel. El consumismo lleva a eso: si me subo en un Mercedes Benz soy el dios. Ese ser humano particular es completamente ajeno a la democracia porque es libre, pero es egoísta. Actúa sin pensar, no respeta a los demás, sino que los usa. No ama, solo se preocupa por sí mismo. Ese es el niño que vemos en el aula de clase pegándole al maestro porque no tiene límites, hace lo que quiere, acaba con todo.
¿Usted cree que la pornografía de la violencia se alimenta, en el caso de en nuestro país, de esa historia sangrienta de tantos años?
El hecho es que todos tenemos agresión porque es el instinto más importante del ser vivo. Sin agresión no se puede sobrevivir. Pero si se canaliza, la violencia resulta siendo el brazo armado de la agresión. Eso hizo nuestra cultura y así se produjo la injusticia social y económica, esas diferencias tan monstruosas. Estamos educados bajo un modelo sin límites como el narcotráfico, que genera otro tipo de violencia, incita a ella. Pero, además, los mismos medios están llenos de violencia: la televisión, las emisoras que colocan en las rutas de los niños a las 6:00 de la mañana llenas de groserías... Porque la violencia vende. En el mundo entero el desborde de la agresión es terrible, es un negocio donde el juego más comprado por los niños alimenta esas pornografías. Eso hace sonar la caja registradora, pero tiene graves consecuencias.
¿Cómo cuáles?
Excitar a los niños en la agresión, la sexualidad y el miedo no es gratis. Eso marca en la mente, genera un tipo particular de ser humano. Aparece cada vez más el comportamiento perverso, desbordado, sin control, fuera de la realidad. Una de las cosas más terribles es que nuestros niños y jóvenes no aceptan las frustraciones reales; se les tiene que hacer todo porque son diosecitos omnipotentes. Las estadísticas lo dicen: cuando uno está frustrado, es impulsivo, agresivo y se enfrenta con la realidad de la vida pero no es capaz con ella, se mata. Hoy, incluyendo todos los crímenes de guerra, hay 2.5 suicidios por cada asesinato. La vida es muy dura pero el mercadeo y la publicidad le dicen a uno que es divina, que nadie tiene problemas, todo es maravilloso y fantástico. Pero cuando los jóvenes alcanzan la edad en la que aterrizan es cuando se suicidan, entre los 16 y los 25 años.
¿En qué escenario se encuentran los jóvenes para recurrir al abuso de drogas y licor, en medio de esa influencia que tiene el consumo sobre ellos?
Droga y licor son otra punta del consumismo. El 80 por ciento de los suicidios se sabe que son bajo estados de embriaguez, pero ¿quién detiene el consumo si hay países como el nuestro que viven del alcohol?.
¿Cómo es el modelo de educación ideal que usted propone y cómo se podría blindar a la sociedad?
Primero hay que tomar conciencia de que estamos en un problema que necesita solución, segundo si las mismas personas que producen ese consumismo se responsabilizaran por lo que hacen podrían ponerle límite y desarrollar un sano mercadeo, una nueva economía de mayor equidad, porque estos dueños del poder han condensado fortunas que están en tres o cuatro manos en el mundo, peor que en la época de los reyes. Además, hay que utilizar la tecnología actual en los procesos educativos porque bien usada es un gran instrumento, con esa parafernalia la escuela puede trabajar contenidos con los niños que generen crítica a esos elementos perversos y educar muchachos que estén metidos en el cuento pero sean capaces de ver sus fallas.
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