Se pueden dividir nuestros días en 3 franjas de tiempo: 8 horas de sueño, 8 de trabajo y otras tantas de ocio. Pues bien, ¿Cómo empleamos estas últimas? La revolución que ha supuesto Internet y los continuos avances tecnológicos han tenido su efecto en como determinamos nuestras actividades en el tiempo libre.
No importa la actividad. Ya sea para hacer deporte o ver una película, el hecho de tener una opción en la red, influye en nuestra toma de decisiones. ¿Pero cuánto?
Buscando el equilibrio
Antes de Internet, nuestras actividades de ocio y entretenimiento se simplificaban más: hojear un buen libro, ir al cine, salir a correr, entre otras. ¿Las hemos sustituido? El grado de implantación de Internet hace que tengamos un abanico más grande de posibilidades. Por ejemplo, empresas como Sony o Nintendo nos abrieron la mente al mundo del videojuego.
Hay estudios que demuestran que ciertos videojuegos mejoran la concentración y capacidades cognitivas. En la lectura, dispositivos tipo Kindle, nos permiten tener acceso a más 150 mil títulos al instante, que podemos combinar con el placer de tener un buen libro en la mano.
Musicalmente, podemos seguir manteniendo nuestras colecciones de vinilos clásicos en nuestras estanterías, pero con Spotify o iTunes, accedemos a cualquier canción que nos guste para su descarga instantánea. Algo similar sucede con el mundo del juego y las apuestas, en donde hoy podemos tener acceso a más de 300 tragamonedas desde una misma plataforma, o a cientos de apuestas deportivas sin movernos de casa.
Para hacer deportes algunos ya no pueden excusarse en el mal tiempo existiendo Wii Fit. Y si, antes de Internet ya teníamos televisión en casa, pero no existían universos tipo Netflix. Como todo, en el equilibrio esta la virtud, debemos hacer un consumo responsable dada la infinidad de posibilidades.
Foto dscn 2803 by Dan Stoner via Flickr - (CC BY SA 2.0)
El exceso no es ni conveniente ni saludable
Que usemos más Internet, que incluso ha desplazado el uso de la televisión, no debe convertirnos en personas apáticas y sedentarias por tenerlo todo al alcance de un clic. También hay aspectos negativos: se ha demostrado que el exceso de horas de videojuego provoca desórdenes alimenticios entre los jóvenes.
Juguemos un rato nuestro juego favorito y después salgamos a pasear. Ayudemos a aminorar las pérdidas que está sufriendo la industria del cine debido a las plataformas stream, yendo de vez en cuando a alguna sala cercana o eligiendo comprar una película en lugar de descargarla ilegalmente.
Relacionémonos más, evitando la introversión que a veces el universo online produce. Quizá, nuestra futura pareja se encuentra en la cola del supermercado y no en una página de citas.
El efecto millennials
Alrededor de 300 millones de nuevos dispositivos se conectan a la red cada mes, la mayoría son personas entre 20 y 35 años. Esta juventud de la red es la que más demanda todo tipo de servicio online, y la que más utiliza el e-commerce y las redes sociales buscando productos de entretenimiento.
Las personas de más edad sufren un proceso constante de adaptación a las nuevas tecnologías que les hace aun en ciertos casos resistentes a ellas. Es esta franja la que mantiene vivos los usos más clásicos del ocio, como el libro de papel o ir al cine.
Así pues, si bien el auge online es imparable y positivo, sería deseable no perder las formas de entretenimiento más típicas. Ambas formas pueden convivir.
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