
LA PATRIA | MANIZALES
Dicen que a cada ser humano lo acompaña desde que nace hasta que muere un batallón de más de 5 mil ángeles. A Elsa María Ramírez Castaño se le apareció uno el pasado sábado en un local de Manizales.
Su curiosidad por conocerlo surgió la semana pasada, cuando llegó al CAI de El Cable a reclamar una parte de sus pertenencias, que minutos antes dos sujetos le robaron. Ella preguntó cómo llegaron allí, pero lo único que un policía le dijo fue que un joven había atrapado a uno de los dos ladrones que iban en motos separadas.
Desde entonces quiso conocer a ese héroe anónimo. LA PATRIA divulgó su deseo cuando narró, el pasado sábado, el milagro que vivió. La nota fue leída por el padre de quien llamaremos Ángel. Él le contó a su hijo que Elsa lo quería conocer. Este la contactó por Facebook y ese mismo día concertaron una cita.
Al llegar al sitio acordado, ella notó que su ángel carecía de alas, que era de carne y hueso. Luego, supo que la única arma que usó para perseguir al bandido fue su valentía. “Solo pensé en recuperar las cosas, no en los peligros que esa acción podía traerme”, aseguró Ángel. Cuando ella lo vio, lo abrazó. Luego, le agradeció, mientras en medio de sonrisas le expresaba: “siento felicidad porque aún hay gente que, como tú, se preocupa por los demás”.
Cuando eran las 5:30 de la tarde del pasado miércoles, Ángel iba con un pedido en su moto por un semáforo cercano a la iglesia de Palermo. De repente, vio que un sujeto se acercó en una AX 115, se paró delante de un taxi, luego de meterse entre dos carros.
El taxista y sus pasajeros gritaron al unisono: ¡cójalo, es un ladrón! De inmediato, el pillo arrancó, aún con el semáforo en rojo y se escapó por el andén, sin percatarse que Ángel lo seguía en su vehículo. Cuando el presunto ladrón llegó al semáforo del Estadio Palogrande, miró hacía atrás y vio que un joven lo asechaba. Volvió a pasarse el semáforo en rojo y huyó a toda velocidad.
Unas cuadras más adelante, cuando iba por la Clínica Santillana, se tragó un pare y por poco lo atropella un carro. Ángel no cesó su persecución, ya estaba cerca de él. “Cuando se vio atrapado, volvió a pasarse entre dos carros, los rayó, a un motociclista casi lo tumba, se llevó por delante el retrovisor de un Twingo”, narró el protagonista.
Cuando iban por el barrio Belén, Ángel estaba a dos metros del asaltante, quien miró hacia atrás e intentó arrancar, pero se chocó contra el andén y cayó con su moto, lo que le ocasionó heridas en su pierna derecha y fue la ocasión propicia para que Ángel se lanzara sobre él, cuando trataba de pararse.
“Lo agarré del cuello y lo aseguré, mientras llegaba el celador, quien me preguntó por lo ocurrido. Cuando le conté, activó la alarma y en menos de cinco minutos la cuadra se llenó de motociclistas, entre ellos, el que casi se cae por culpa del ladrón, quien se unió a la persecución.
Aunque el tipo intentó escaparse, el malestar de sus laceraciones se lo impidieron. Luego, el vigilante lo redujo y cuando vi que llegó la Policía, me fui porque estaba cogido de tiempo para entregar un pedido”, narró Ángel, quien aseguró no sentir miedo ante posibles represalias del delincuente y su cómplice, quien escapó con la quincena de la víctima.
“Lo hecho por él es puro realismo mágico, como en los cuentos de Gabo”, expresó Elsa, en medio su asombro. Para ella, sus familiares y los testigos, la acción de él es digna de resaltar, en estos tiempos en los que la indiferencia se esparce como un virus cuando alguien es víctima de los delincuentes.
Ángel es un verdadero cazador de ladrones. En su prontuario celestial figuran la recuperación de una caneca de basura que el pasado jueves se robó un habitante de calle del negocio en el que labora.
Cinco años atrás atrapó a un hombre que minutos antes se había apoderado de un celular de una estudiante, tras intimidarla con una navaja. Ahora está en la cárcel, igual que el motorizado que atracó a Elsa.
Este anónimo personaje es un bachiller que lleva tres años trabajando de mensajero. Su sueño es ser reconocido como un líder en las competencias de motovelocidad, deporte que práctica hace cinco años y que le sirvió para añadirle espectacularidad al seguimiento, propio de las películas de héroes y villanos, y de los milagros que solo pasan, según Elsa, cuando se cree en Dios y su batallón celestial.
Tiene 33 años, había pagado una condena de dos años en la cárcel de Pereira por hurto calificado y agravado. Intentó volarse del CAI de El Cable tras la detención. El comandante aseguró que era reconocido por robar en ese mismo sector. Le imploró perdón y le lloró a la víctima para que no lo denunciara. Fue perdonado, pero denunciado y posteriormente, encarcelado. Es bachiller, soltero y vive en Campoamor.
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